21/04/2015

Estado de la enseñanza del Periodismo en América Latina

Los estudios de Periodismo en Latinoamérica: en el bosque de la Comunicación y las Ciencias Sociales

Escrito por Miguel Ángel del Arco

La enseñanza del Periodismo en América Latina está masificada en las universidades públicas y en continuo crecimiento en las privadas. En las últimas décadas han florecido las facultades de Comunicación. Conviven instituciones punteras y experiencias innovadoras con escuelas sin acreditación y poco reconocimiento. Todas imparten periodismo bajo las recomendaciones de la Unesco. ¿De ellas salen periodistas o comunicadores?


MIGUEL ÁNGEL DEL ARCO*


“El periodista es un cazador furtivo en todas las ramas de las ciencias humanas”, dijo Ryszard Kapuscinski en 2002[1]. Y aconsejaba estudiar antropología, sociología, ciencias políticas, psicología, literatura, “porque en esta profesión los estudios nunca se acaban”. Se refería a la preparación necesaria que debía tener todo buen periodista.

Seguramente, el gran periodista polaco no estaba pensando en la Universidad ni en un plan Bolonia de Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) ni en acreditaciones académicas. Hablaba solo de la apropiación de sabiduría, del almacenamiento de conocimientos profundos, de la preparación ideal. Ni siquiera entraba a lidiar en el pulso entre la academia y los medios sobre si el periodismo se enseña o se aprende. Kapuscinski creía que el periodista no debe dejar de estudiar nunca.

En América Latina, como en Europa, las universidades están llenas de estudiantes que sueñan con ser periodistas. Como en España, salen hornadas de licenciados, graduados, allí egresados, que no van a encontrar trabajo fácilmente porque los medios no pueden acoger tanto joven recién salido de las facultades.

Sin embargo, las vocaciones siguen creciendo y las matrículas siguen aumentando, de modo que proliferan las facultades que preparan periodistas.

Se han ido ampliando los estudios de Comunicación y añadiendo más apellidos

En un cálculo un poco perverso se fue imponiendo la Comunicación con el argumento de que si no hay salida laboral para el periodismo, acaso sí para la comunicación, que tiene más posibilidades. De manera que las instituciones han ido ampliando los estudios de Comunicación y añadiendo más apellidos: Comunicación Social, Comunicación para el Progreso, Comunicación y Desarrollo… La pregunta que se impone es si salen mejor preparados y qué estudian exactamente.

Porque esa visión del progresivo avance de la Comunicación sobre el Periodismo hizo escribir a Gabriel García Márquez que “tal vez el infortunio de las facultades de Comunicación Social es que enseñan muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo”[2].

Este artículo pretende mostrar el estado de la enseñanza del Periodismo en Latinoamérica, en escuelas y en universidades, observar experiencias y conocer si las enseñanzas universitarias son comunes a todos los países, qué asignaturas comparten  y quién decide los caminos curriculares de las diferentes disciplinas.

Argentina y Brasil fueron los primeros países del continente que incluyeron el Periodismo en el sistema universitario, en la década de los años 30 del siglo XX,  aunque aparece fechado que fue la Universidad Javeriana, en Colombia, la primera en ofrecer estudios de Periodismo en 1935. Desde entonces hasta hoy, ¿quién marcó la pauta?

En 2007, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) anunció que a lo largo de los últimos años se ha registrado un rápido crecimiento del número de medios de comunicación en los países en desarrollo y en las democracias emergentes y que, “ante un mayor reconocimiento de la crucial función del periodismo en el impulso de la democracia, se ha generado una gran demanda de periodistas con un buen nivel de formación”.


Los parámetros de la Unesco

Como organismo de las Naciones Unidas responsable del fomento de la libertad de expresión y del acceso a la información y el conocimiento, la Unesco ha adoptado diversas iniciativas dirigidas a mejorar la calidad de la enseñanza del Periodismo en todo el mundo. En diciembre de 2005 convocó una reunión consultiva de expertos en París, seleccionó a profesores de Periodismo de África, Asia, Europa, Norteamérica, Sudamérica y Oriente Próximo con experiencia laboral en países en desarrollo o en democracias emergentes y se les encomendó la redacción de un borrador. En una segunda reunión consultiva de expertos se seleccionaron varios planes modelo de estudios, con el objetivo de completar el documento de cara a su presentación oficial en el Congreso Mundial sobre Enseñanza del Periodismo, en Singapur, en junio de 2007.

El plan modelo resultante se tradujo al árabe, español, francés y ruso y se difundió ampliamente entre las escuelas de Periodismo, tanto de los países en desarrollo como de países en transición. Y planteaba –siguiendo la tradición norteamericana y europea– una formación en periodismo combinada con otras disciplinas y ciencias humanas y sociales, a fin de abrir más posibilidades a la reflexión crítica y al análisis de contextos. Buscaba desarrollar en el estudiante:

  • La capacidad de redactar con claridad y coherencia, valiéndose de procedimientos narrativos, descriptivos y analíticos
  • El conocimiento de instituciones políticas, económicas, culturales, religiosas y sociales nacionales e internacionales
  • El conocimiento de asuntos y cuestiones de actualidad y nociones generales de historia y geografía

 

En 2011, un nuevo planteamiento de la Unesco en materia de formación de periodistas se enfoca en que “el estudiante tenga un conocimiento general, es decir, que no tenga solo destrezas periodísticas, sino también una sólida cultura general y una educación interdisciplinaria”. Fue presentado en el informe final de la Reunión Latinoamericana de Consulta sobre el Plan Modelo de Estudios de Periodismo, que se deliberó en Loja (Ecuador), en julio de 2011, con la participación de 14 universidades de la región, la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y el Consejo Latinoamericano de Acreditación de la Educación en Periodismo (Claep), entre otros.

En 2013, la Unesco lanzó diez nuevos programas de estudios especializados denominados Plan modelo para la enseñanza del periodismo: compendio del nuevo programa, que tenía por objeto rellenar la brecha de conocimientos especializados que requieren los docentes de Periodismo para responder a los nuevos desafíos: sostenibilidad periodística, extracción de datos, diálogo intercultural, comunicación global, crisis humanitarias, tráfico humano, participación comunitaria, ciencia, bioética e igualdad de género.

Entiende el organismo de la ONU que el objetivo básico de los periodistas es servir a la sociedad informando a la ciudadanía, interrogándose sobre el modo en que se ejerce el poder, favoreciendo el debate democrático y, con ello, contribuyendo al desarrollo político, económico, social y cultural. Según ese planteamiento, la enseñanza tendría que aportarles los conocimientos y la formación necesarios para reflexionar sobre la ética periodística y las mejores prácticas en el periodismo. Y debería prepararlos para adaptarse a las transformaciones tecnológicas y a otros cambios en los medios de comunicación e información. Aconseja estructurar la enseñanza de Periodismo en las universidades en torno a tres ejes curriculares:

  1. Un eje que comprendería las normas, valores, herramientas, criterios de calidad y prácticas del periodismo
  2. Un eje que incidiría en los aspectos sociales, culturales, políticos, económicos, jurídicos y éticos del ejercicio del periodismo, tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales
  3. Un eje centrado en el conocimiento del mundo y las dificultades intelectuales ligadas al periodismo

El primer eje prepara a los estudiantes para informar, escribir y editar, el segundo eje clarifica los contextos institucionales y sociales en los que se desenvuelven los periodistas y el tercer eje sitúa a los estudiantes ante el saber moderno.

Las escuelas de Periodismo y Comunicación Social en América Latina, que siguen los parámetros de la Unesco, se diversifican y amplían con el nacimiento de universidades privadas y cooperativas de educación. En el contexto global que exige mayor competencia, los graduados en Periodismo llevan consigo al mercado laboral el prestigio de su institución y los contactos que esta ha facilitado. De ahí la importancia de elegir una universidad con las credenciales de agencias nacionales e internacionales de evaluación.


El mapa de la enseñanza

En 2009, la Unesco publicó un informe realizado por la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social (Felafacs) titulado Mapa de los centros y programas de formación en Comunicación y Periodismo en América Latina y el Caribe. En él se analizaban los retos de la formación de los profesionales y se señalaban las universidades latinoamericanas acreditadas para la enseñanza de esta carrera. Según el informe, el propósito de la acreditación era asegurar que la oferta académica de las instituciones hubiera alcanzado un nivel aceptable de calidad.

La acreditación es el proceso a través del cual una agencia o asociación legalmente responsable otorga reconocimiento público a una escuela, instituto, colegio, universidad o programa especializado que reúne ciertos estándares educativos y calificaciones previamente establecidas.

Una de las conclusiones del informe señalaba a Colombia como el país con mayor número de instituciones acreditadas, seguido de Chile y México.

La Felafacs es un organismo internacional de carácter no gubernamental que agrupa a 200 facultades y escuelas de Comunicación de 23 países de América Latina y está reconocida por la Unesco desde 1987. Fue creada en 1981 con el propósito de contribuir al desarrollo de la enseñanza y práctica profesional de la comunicación en sus diversas áreas. Están representadas facultades y escuelas de universidades públicas y privadas. La información, la investigación, la cooperación internacional, los servicios a terceros y las iniciativas que contribuyan a mejorar la comunicación en una perspectiva de desarrollo integral en América Latina son sus líneas estratégicas de trabajo.

Del informe en colaboración con la Unesco salió un mapa completo que identificaba facultades, escuelas, institutos de comunicación y centros de formación no universitarios, así como los programas que cada uno ofrecía en coordinación con los ministerios de Educación de cada país: el Mapa integral de la enseñanza de Comunicación en América Latina y el Caribe. Se establecieron cinco subregiones: Región Cono Sur, integrada por Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay; Región Países Andinos, por Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela y Perú; Región Centroamérica y el Caribe, por Panamá, Cuba, Honduras, República Dominicana, El Salvador, Costa Rica y Nicaragua; Región México, y Región Brasil.

La tesis del informe sostenía que el papel fundamental del periodismo en el impulso de las democracias ha generado una demanda imperiosa de periodistas y comunicadores con un alto nivel de formación. El trabajo se ocupó de analizar la situación actual de la formación de comunicadores en América Latina, con miras a definir estrategias de apoyo al sector en el futuro. Y la Unesco espera que el informe sirva de fuente de información para las facultades de Comunicación, escuelas de Periodismo, profesores y formadores de la región, así como para sus respectivos ministerios de Educación; que contribuya al desarrollo de estrategias nacionales y regionales, de cara a mejorar la calidad de la formación en el área de la Comunicación.

El universo de centros de enseñanza universitaria en números absolutos indica una heterogeneidad que se repite a la hora de analizar la calidad de las enseñanzas de cada uno de ellos.


Calidad de la enseñanza

El informe Unesco-Felafacs indica que el carácter público o privado de las instituciones de enseñanza tiende a marcar significativamente la calidad de la formación de comunicadores y periodistas. Las universidades públicas parecen mantener el prestigio ganado con los años y tienden a invertir en investigación, aunque en muchos casos se encuentren muy masificadas y en constante crisis; mientras las privadas –sobre todo, las que se orientan a la profesionalización– invierten en equipos e infraestructura, descuidando muchas veces el área académica.

En la Región Centroamérica y el Caribe, las diferencias en la calidad de enseñanza de la Comunicación y el Periodismo parecen marcadas –aparte del carácter público o privado de los centros de enseñanza– por criterios de antigüedad, trayectoria académica de las instituciones y sus alianzas internacionales. En esta región se cuenta con pocos profesores dedicados exclusivamente a la docencia, los cuales participan escasamente como ponentes en reuniones académicas internacionales. Y lo que acaso sea más significativo: no están consolidadas las relaciones entre las universidades, las empresas y los medios de comunicación.

En la Región Países Andinos, la calidad de la enseñanza es muy desigual. Las diferencias parecen marcarse principalmente por su carácter público o privado (incluso, muchas veces con legislaciones diferenciadas) y por la ubicación geográfica de las universidades: las capitalinas, con mucho mayor acceso a recursos. Así que son estas las que tienden a contar con programas de enseñanza de mejor calidad. Se trata de universidades con fines de lucro, gestionadas para la consecución de intereses económicos inmediatos. El 70 % de las facultades de Comunicación son de carácter privado, pero albergan a una población educativa mucho menor que las universidades públicas. Estas últimas están muy masificadas y han ido perdiendo posicionamiento social debido a su “administración caótica y politizada”, según se puede leer en el informe.

En la Región Cono Sur se produjo desde los años 90 una multiplicación de programas de Comunicación y Periodismo, sobre todo en instituciones privadas que fueron respondiendo a las demandas del mercado en términos de profesionalización.

En la Región México, las instituciones educativas que enseñan o que tienen programas de licenciatura en Comunicación ascienden a 1.006; es decir, una evidente sobreabundancia de escuelas y programas. Una oferta que ha aumentado rápida y significativamente sin registro ni control alguno. La razón que apunta el informe es que resulta rentable atraer a un estudiantado que “ve en la Comunicación una carrera sin mayores dificultades académicas”.

En México, la oferta educativa en Comunicación y Periodismo se encuentra enormemente especializada, lo que implica la producción de perfiles profesionales de comunicadores muy diversos, hasta el punto de que se ha detectado un descenso en la elección de la carrera de Comunicación ante la aparición de carreras afines y ofertadas de modo atractivo como: Diseño Digital, Comunicación Multimedia, Producción Televisiva, Entretenimiento, Relaciones Públicas, Cine, Comunicación y Cultura, Tecnología Educativa…

La Región Brasil resulta ser un mosaico marcado por grandes diferencias, a pesar de que, desde 1982, el Ministerio de Educación impuso un currículo mínimo a fin de normalizar la enseñanza de la Comunicación. Se aprecian las desigualdades en la calidad, estructura, formato de los cursos y metodologías de enseñanza. Lo que responde a dos variables principales: acceso a tecnología y régimen de dedicación de los docentes. La calidad resulta superior –en términos generales– en las regiones del sur y sureste y en las universidades públicas federales, en las que se encuentran excelentes centros de enseñanza. A la vez, hay escuelas que adolecen de infraestructuras mínimas y solo cuentan con profesores contratados por horas, que deben trabajar en condiciones muy precarias, a menudo solo con “pizarra y tiza”.


Demanda y oferta: salidas laborales

Un interesante apartado del estudio de la Unesco es el dedicado a la salidas laborales de los graduados o licenciados, los egresados, que es bastante diferenciada por regiones y países. Se indica que un sector reducido de egresados en América Latina accede a puestos de alta productividad, estando en mejores condiciones los de universidades privadas o de universidades públicas antiguas o las que cuentan con sólidos contactos con el mundo empresarial.

En la Región Cono Sur parece que hay una importante demanda de egresados orientados a la gestión de la comunicación para empresas, consultoras, entidades gubernamentales, poderes locales, organizaciones políticas e incluso entidades de la sociedad civil.

En la Región Países Andinos, los egresados de Comunicación deben competir en desventaja con administradores, especialistas en marketing e ingenieros industriales. Las universidades y las facultades que forman comunicadores están preocupadas por la brecha que se evidencia entre los intereses de los estudiantes, de las instituciones y de sus profesores.

En la Región Centroamérica y el Caribe, un porcentaje significativo de egresados no logra conseguir puestos de trabajo acordes a su formación en comunicación o periodismo; empleándose en puestos vinculados a las ventas, mercadeo, relaciones públicas y gestión de imagen.

En la Región Brasil se ha intentado acercar las necesidades educativas a las demandas profesionales y sociales. Para ello, se han desarrollado proyectos de integración entre la enseñanza y el área profesional, principalmente en periodismo, publicidad, relaciones públicas, cine y audiovisuales.

En la regiones Andina, Centroamérica y el Caribe y en México, las instituciones de enseñanza de Comunicación cuentan con escaso presupuesto, debido –entre otros factores– al inestable posicionamiento de la carrera frente a otras disciplinas tradicionales, la precariedad de las condiciones de empleo de los profesores y la lenta y difícil puesta al día de los planes curriculares. Caso contrario ocurre en la Región Cono Sur y la Región Brasil para las universidades privadas que mostraron un proceso de inversión en equipos e infraestructura e innovación de los planes curriculares. Las universidades públicas en estas dos regiones tienden a mantener un alto grado de prestigio y son las que más revistas académicas en comunicación publican o más investigaciones desarrollan.


Carencias y obstáculos

Los perfiles en la formación son variados y no responden, en general, a estudios del medio local, regional o del país, sino a necesidades y modas del momento. En el caso de Bolivia, el peso de los temas sociales e históricos –propios de las ciencias sociales– es mayor en las universidades públicas. En el caso colombiano, el ámbito de la comunicación política resulta importante, así como los temas de inclusión social, especialmente en las universidades del interior. En el caso ecuatoriano, el peso de las universidades privadas es significativo, así como su orientación muy pragmática. En Perú, las diferencias extremas entre universidades públicas y privadas han derivado en amplias distancias de calidad entre unas y otras. En Venezuela, los factores políticos se convierten en determinantes y están muy presentes en la formación periodística; existe bastante desconexión académica entre las facultades y pocos programas de intercambio académico-científico y de investigación.

Sobreabundancia de  escuelas y programas y consideración de disciplina ligera

Para el contexto mexicano, principalmente, pero también para el resto de las regiones, una de las debilidades que afectan la calidad de la enseñanza en Comunicación recae principalmente en la sobreabundancia de escuelas y programas. Otra debilidad es que está considerada una disciplina ligera, apta para quienes no desean tomar en serio su formación profesional y que las universidades e instituciones educativas la empleen como espacios para engrosar sus filas de matriculados, dejando en libertad a otras carreras para aumentar sus niveles de exigencia.

El crecimiento de las facultades de Comunicación ha sido explosivo desde mediados de los años 90. Tal desarrollo puede explicarse por la demanda de nuevas competencias y habilidades en el mundo del trabajo, por el mayor reconocimiento del lugar de la comunicación en la vida pública y por el desarrollo económico y las empresas.

La extensión y crecimiento de las facultades de Comunicación se expresa también en la especialización. Fue en los años 70 del siglo pasado cuando se pasó de la formación de periodistas a la de comunicadores sociales. A partir de los 90, crece la especialización en campos como el periodismo (económico, ambiental, político, espectáculos, deportivo), el audiovisual (radio, cine, televisión), la comunicación institucional, empresarial y de desarrollo, así como el digital.


Como Bolonia, medidores

El énfasis en lo profesional recogería la adopción por parte de las universidades latinoamericanas de los ejes del Plan Bolonia, principalmente en lo que respecta a modelos de enseñanza-aprendizaje basados en el desarrollo de competencias más que en la entrega de contenidos. El modelo del Plan Bolonia tiene aplicaciones parciales en el Cono Sur en otros de sus ejes, como son la movilidad estudiantil y la formación continua.

El organismo integrador en este contexto es la Red Iberoamericana de Acreditación en Calidad de la Educación Superior (Riaces), que propicia el encuentro entre los estándares de calidad definidos por cada institución y acompaña el desarrollo de los procesos de aseguramiento de la calidad en los diferentes países que la conforman para gestar la movilidad y conexión, al igual que Europa, entre los diferentes sistemas educativos.

La tarea que actualmente desempeña la Riaces en el ámbito iberoamericano es el intento de búsqueda de la consolidación de un espacio de Educación Superior, similar a la Declaración de Bolonia en Europa. Sin embargo, los procesos de acreditación en calidad allí aún se encuentran en un nivel incipiente.

Otro medidor es el Claep, dedicado a fomentar y promover la excelencia en la enseñanza profesional del Periodismo y la Comunicación. Fue creado por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Se interesó por la formación en Periodismo en el continente y en 1995 sentó las bases de lo que después se convertiría en un sistema de acreditación internacional para los programas universitarios, con la participación de académicos y profesionales de los medios de comunicación como pares evaluadores. El Consejo se creó con la idea de “promover una capacitación más práctica, profesional y multidisciplinaria”. Y considera que los alumnos de las universidades que cursan una carrera de Periodismo pueden prepararse mejor en el ejercicio profesional si la institución se rige por estándares internacionales de calidad específicos para la educación en Periodismo y Comunicación. Para cumplir esta meta, el Consejo establece requisitos y estándares y ofrece un programa voluntario de evaluación dirigido por profesionales y académicos para otorgar la acreditación a aquellas entidades que cumplen con esos estándares.

También ha tenido un papel fundamental en el proceso de institucionalización de los estudios de la Comunicación en América Latina otro medidor: el Centro Internacional de Estudios Superiores de Periodismo para América Latina (Ciespal). Creado en 1959 en Quito (Ecuador), se puso verdaderamente en marcha en 1960. Igualmente con el apoyo de la Unesco y la Organización de los Estados Americanos (OEA), orientó sus trabajos en tres áreas: enseñanza del periodismo y la comunicación, documentación e investigación.

Al principio, Ciespal centró sus funciones en el asesoramiento, capacitación y formación de especialistas y profesores latinoamericanos dedicados a la enseñanza del periodismo y los medios de información. A la vez, producía material de enseñanza y trataba de incrementar la difusión y la producción de conocimiento del campo de la comunicación en Latinoamérica.


Cada vez más Comunicación

Se han ido creando malentendidos y enfrentamientos por la progresiva asimilación o sustitución entre Comunicación y Periodismo. Fueron las escuelas norteamericanas las que cambiaron el título a los estudios de Periodismo, pero la homogeneización más rápida se produjo en América Latina, a finales de los años 60 del siglo pasado.

En un artículo de 2012 se muestra la evolución de las escuelas de Comunicación en Latinoamérica[3] entre 1940 y 2005. Lo más significativo es el paso de las tres que había en 1940 a las 1.742 en 2009. Resulta un cuadro curioso de una progresión geométrica.

En abril de 2005, la Felafacs tenía registradas 1.026 escuelas de Comunicación, distribuidas en 22 países de la región. Solo en Brasil (con 348 escuelas) y México (con 321) se concentraba el 65 % del total de escuelas latinoamericanas. Hasta el año 2005, América Latina registraba un incremento en la oferta educativa universitaria superior (pregrado) del 350 %.

Si en España el modelo son las facultades –envuelto en la polémica sobre su idoneidad, el segundo ciclo y la especialización o formación continua y profesionalizada que ofrecen los estudios relacionados con Periodismo o Comunicación Audiovisual, con un reparto cercano al 50 %: 21.204 alumnos matriculados en el curso 2012-2013 en el primer caso y 18.385 en el segundo–, el escenario en Latinoamérica es más complejo. Lo es por la mixtura con que las entidades universitarias han enfrentado los términos comunicación social y periodismocasi desde el principio de la formación de estos profesionales. En efecto, la educación de los periodistas ha estado marcada por una convivencia continua entre las técnicas de reportero y la comunicación, que se arrastra desde que empezó a ganar terreno la comunicación. De hecho, en la mayoría de los países latinoamericanos se considera al periodista como un comunicador social. Así es el título que les define y así se llaman las facultades de donde salen.

El periodista, considerado un comunicador social en la mayoría de estos países

Es precisamente uno de los principales objetos de controversia entre quienes estudian el periodismo latinoamericano: qué se entiende exactamente por dicha área o disciplina. Entre el catecismo de la Unesco y el nombramiento de los estudios universitarios caben todas las confusiones. Pero la discusión viene exactamente desde la década de los 70, cuando Ciespal propuso homogenizar los programas universitarios en Periodismo con el rótulo genérico de Comunicación Social. Para Marques de Melo[4] (1997), “Ciespal comete la equivocación de transformar las escuelas pioneras de Periodismo en Facultades de Ciencias de la Información sin evaluar la coyuntura internacional y sin observar la naturaleza de los modelos vigentes en las sociedades capitalistas avanzadas”. Como consecuencia de lo anterior, explica Marques de Melo, se crearon “guetos comunicológicos” en las universidades, que en los años 80 “convirtieron las escuelas de Comunicación en fábricas de desempleados”.

Por su parte, Daniel Samper Pizano entró de lleno en esta polémica el 26 de enero de 2012, durante una tuitcam organizada por la FNPI en el marco del Hay Festival de Cartagena de Indias, en Colombia. “Tengo la idea de que lo que siempre llamamos Periodismo, en un momento dado se resolvió subirlo de estatus y ponerle corbata… Entonces se llamó Comunicación Social. Pero en aras de una discusión razonable, es evidente que hay otra serie de carreras como la Publicidad y las Relaciones Públicas que podrían considerarse Comunicación Social y, por lo tanto, serían hermanas de Periodismo”. Añade que la decisión de elevar el Periodismo al rango de Comunicación Social implicó que no se produjeran ni comunicadores, ni periodistas, ni publicistas, ni relacionistas, sino comunicólogos, “una gente tan experta en Comunicación Social que de lo único que podía vivir era de enseñar Comunicación Social. Estas universidades fabricaban, entonces, profesores de Comunicación Social, ninguno de los cuales era capaz de escribir una noticia”.

Samper coincide con lo que escribió García Márquez en su mítico discurso El mejor oficio del mundo: “En su expansión se llevaron de calle hasta el nombre humilde que tuvo el oficio desde sus orígenes en el siglo XV, y ahora no se llama Periodismo, sino Ciencias de la Comunicación o Comunicación Social”. Para el nobel colombiano, el resultado, en general, no es alentador, aparte de considerar la idea misma de la Comunicación Social como “la plaga de las facultades iberoamericanas”.

La ruta de los procesos formativos ha estado ordenada desde 1981 por la Felafacs. El mapa resultante ha creado itinerarios seguidos por una buena parte de las universidades del continente –en concreto, 450 facultades afiliadas de 22 países actualmente–, en un proceso lleno de debates a veces enconados y, según indican algunos estudiosos como Godoy (2006), citado por Jorge Manrique Grisales[5]: “Ha producido perfiles profesionales difusos o en conflicto, proyectos formativos indefinidos, apertura desmedida de programas de formación, teoricismo, formación generalista sin dominio del oficio, prácticas desarticuladas del entorno social, perfiles polivalentes, reducción de la comunicación a medios y de los medios a tecnología, entre otros asuntos”.

La indefinición persiste en buena parte de las instituciones universitarias, lo que lleva a que se establezcan dos polos entre teóricos y prácticos: como afirma Claudia Mellado (2010), hay quienes consideran que la incorporación de los estudios de Comunicación ha dañado la identidad de Periodismo y quienes aseguran que ha sido justamente la comunicación la que le ha dado al periodismo un estatus de profesión, y no de oficio. Esto es producto de la difícil conciliación entre la enseñanza de las técnicas periodísticas y las bases teóricas y el estudio de la comunicación.

Pero la disyuntiva entre Comunicación y Periodismo –a favor de la primera, con las consiguientes consecuencias de incomprensión y dudas, como las expresadas por Samper– tal vez no tenga sentido en los nuevos entornos digitales, que exigen la exploración de nuevos lenguajes y modelos editoriales y, por tanto, la renovación de todas las enseñanzas. Acaso no sea suficiente con deslindar Periodismo de Comunicación o reivindicar el nombre de aquel.

La Reunión Latinoamericana de Consulta sobre el Plan Modelo de Estudios de Periodismo de la Unesco de 2011 llamó la atención acerca de la falta de cursos de maestría y doctorado en Periodismo en América Latina, circunstancia que no ha contribuido a elevar la calidad de la formación que hoy se imparte en las facultades de la región.

El Plan modelo de la Unesco propuso crear más maestrías en Periodismo

Los docentes de Periodismo provienen en su mayoría de los medios de comunicación, pero no han tenido ni el tiempo ni los recursos suficientes para realizar un posgrado. En este sentido, la reunión sobre el Plan modelo de la Unesco propuso la apertura de más maestrías en Periodismo que permitan formar más profesores que después impartan cursos a nivel de posgrado.

No es fácil abarcar la realidad de los estudios de Periodismo en un subcontinente tan amplio como América Latina. Las líneas marcadas por la Unesco indican un procedimiento, un marco teórico y una aspiración. Desde el siguiente ladillo, se analiza un estudio cualitativo resultante de la consulta a una veintena de periodistas egresados de otras tantas universidades principales que representan a las diferentes regiones. Indican qué estudios han hecho y qué relación directa o indirecta con la práctica del periodismo. El hecho de que la encuesta personal esté realizada durante un curso de aprendizaje en la FNPI, una institución no universitaria pero modélica y referente en el aprendizaje del periodismo, nos completa la aproximación a unos estudios en los que manda la comunicación.


Experiencias docentes destacadas

Una encuesta entre periodistas egresados de algunas de las universidades más punteras, públicas y privadas, de México, Argentina, Colombia, Ecuador, Chile, Venezuela, Nicaragua y Perú nos aporta experiencias, competencias, disciplinas y seguimientos que nos dibujan un panorama en el que el periodismo aparece como una rama más de la comunicación. Todos participaron en el taller Cómo se escribe un periódico impreso o digital, con Miguel Ángel Bastenier, organizado por la FNPI en Cartagena entre el 21 de junio y el 15 de agosto de 2014.

Todos son periodistas que trabajan ya como tales en medios impresos o digitales, emisoras de radio o televisión, pero en el título de la mayoría de ellos pone comunicador social. Las universidades en las que han estudiado son de prestigio: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); la San Martín de Porres, de Lima; la Universidad Autónoma del Caribe, de Barranquilla; la Universidad Jaime Bausate y Meza, de Lima; la Universidad Centroamericana (UCA), de Managua; la Universidad Católica Andrés Bello, de Caracas; la Universidad Diego Portales, de Santiago de Chile; la Universidad de las Américas, de Quito; la Universidad del Norte, de Barranquilla; la Universidad Nacional de Tucumán (UNT); la Corporación Universitaria Minuto de Dios, de Bogotá, y la Universidad Politécnica Salesiana (UPS), de Cuenca (Ecuador). Unas son privadas y otras públicas, todas principales en los estudios de Comunicación, y la mayoría de ellas acreditadas. La excepción a casi todas es la Universidad de Antioquia, de Medellín, que ha apostado por Periodismo.

Todas tienen un denominador común, la fama, la consideración, la duración de los estudios según indica el Plan de la Unesco, su especialización en Comunicación, el nombre de sus facultades y el título con el que salen los egresados. Cinco años divididos en diez cuatrimestres, de los que hay dos de estudios comunes, dos de cierta especialización y los últimos dedicados a la maestría o al trabajo de fin de grado. En la mayoría, salvo contadas excepciones, exigen prácticas que debe buscar el alumno; y los profesores o son docentes que apenas han ejercido el periodismo o son periodistas sin maestría, muchos contratados a tiempo parcial.

En la Facultad de Ciencias Políticas, la UNAM ofrece la carrera  de Ciencias de la Comunicación, que tiene como especializaciones: Producción Audiovisual, Comunicación Organizacional, Publicidad, Periodismo y Comunicación Política, tras un tronco común de dos años que luego se diversifica. Los títulos dicen Ciencias de la Comunicación y llevan como apellido la especialidad.

En la primera especialización repiten patrones de la televisión mexicana, con una aproximación al cine pero muy teórica. Tiene firmado un convenio con Televisa para que la gente que no esté titulada estudie una diplomatura de seis meses llamada “Creadores de contenidos. Un viaje al proceso televisivo”.

En el caso del Periodismo, cada año se estudian los géneros, y los estudiantes saben que la universidad dispone de una base de datos para ayudarles a buscar las prácticas.

Al tratarse de una escuela pública, los alumnos deben hacer seis meses de servicio social y se procura que tenga que ver con la carrera.

En México hay una gran proliferación de universidades privadas, todas con licenciaturas de Ciencias de la Comunicación. Sin embargo, casi no hay fundaciones o escuelas. Apenas una de la radio MVS o la del diario Reforma, que tiene un laboratorio de periodismo en el que hacen talleres.

En la San Martín de Porres, de Lima, privada, está la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología, en la que se realizan estudios de Comunicación, con dos años y medio troncales y después se elige la especialización entre Relaciones Públicas y Publicidad, Comunicación Audiovisual y Periodismo. Existe un circuito interno de talleres, en el que se hace el periódico de la universidad, otro de radio para producir programas y otro de vídeoblogs. Son opcionales y son parte de los créditos. Dentro del octavo o noveno semestre hay una bolsa de trabajo, producto del acuerdo de la universidad con diferentes medios.

También en Lima está la Universidad Jaime Bausate y Meza, privada. Se trata de una escuela de Periodismo, perteneciente a la Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP). Lleva funcionando desde el año 1945, se financia con pensiones y matrículas. Es uno de los centros de referencia. Su plan de estudios es de cinco años, por semestres. El primer año y medio: estudios generales, pero desde el principio hay cursos de periodismo y también prácticas. Había muchos periodistas como profesores, aunque la nueva ley exige que el docente tenga una maestría.

En Perú también tienen muchas universidades con facultades de Comunicación, especialmente en las principales ciudades. La Universidad de Lima, privada, en audiovisuales, y la de San Marcos, pública, en periodismo escrito, serían la competencia.

En la Universidad Autónoma del Caribe, de Barranquilla, tienen en su Facultad de Ciencias Sociales y Humanas un programa llamado Comunicación Social y Periodismo, igualmente de cinco años, diez semestres. Es en los últimos cuando los alumnos pueden elegir la especialización, y tienen dos posibilidades: Comunicación Educacional y Comunicación Político Económica.

El principal periódico de Barranquilla, El Heraldo, tiene un convenio con la Universidad del Norte, también privada. No obstante, la Autónoma ha sido la potencia local en formación de periodistas, con el programa más antiguo. Tienen convenios con la Universidad de Sevilla.

En la Universidad del Norte, su programa de Comunicación pertenece a la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades y su liderazgo está en la Comunicación Institucional.

La Universidad de la Costa, conocida anteriormente como la Corporación Universitaria de la Costa (CUC), es la tercera universidad de Barranquilla en la que se estudia Comunicación Social. No hay universidad pública de Comunicación.

En la Corporación Universitaria Minuto de Dios, de Bogotá, se imparte en su Facultad de Ciencias de la Comunicación la carrera de Comunicación Social y Periodismo, que comparte título con otras dos especialidades: Comunicación Social para el Desarrollo y Cambio Social y Periodismo Ciudadano. También ocupan nueve semestres.

La UCA, de Managua, institución de los jesuitas, tenía una facultad de Periodismo, pero hace diez años se unificó con la de Humanidades. Hoy ofrece la carrera de Comunicación Social. Como comunicador hay más posibilidades de manejar las herramientas de la comunicación, de modo que esa es la tendencia de la mayoría de las facultades. Se desarrollan habilidades más amplias, aunque el foco principal es el periodismo. Hay clases de redacción y prácticas en los periódicos, radio y televisión. Las clases comienzan a las siete de la mañana y duran hasta la una de la tarde, de modo que el alumno puede ir a las dos de la tarde al medio correspondiente. Al final, el periódico da su certificado de pasantía, porque la carrera exige un número determinado de horas de prácticas. El tercer año, de radio y televisión; y el cuarto, historia de las relaciones públicas. Por último, el trabajo de fin de carrera o tesis.

La UCA está subvencionada: el 60 % de su población estudiantil tiene beca. Es la única acreditada de Nicaragua. Su competencia son la Universidad de Ciencias Comerciales (UCC), también de gran prestigio, y la Universidad del Valle, que igualmente contempla el Periodismo en la carrera de Comunicación. Ambas privadas.

La Universidad Católica Andrés Bello, de Caracas, también pertenece a los jesuitas. En la Facultad de Humanidades y Educación se alojan los estudios de Comunicación Social, con tres posibilidades de título: Periodismo, Publicidad o Comunicación Audiovisual. Los estudios duran cinco años: tres años de materias humanísticas, antropología y sociología y dos años de especialización. Contempla la figura del becado, una especie de beca-trabajo de seis horas laborales en la universidad y así no tienen que pagar nada.

En Caracas, la Universidad Central es la pública más importante, con renombre, aunque con signos de decaimiento. Realiza estudios de Comunicación Social, si bien no tiene la especialización.

En Venezuela ha aumentado considerablemente la oferta de estudios de Comunicación. El número de estudiantes se ha duplicado en los últimos años. Santa Rosa de Lima, Monteávila y Santa María son las tres universidades privadas que también imparten la carrera de Periodismo.

La Universidad Diego Portales, de Santiago de Chile, privada, otorga el título de periodista con la Licenciatura en Comunicación Social, tras superar diez semestres en su Facultad de Comunicación y Letras. La particularidad de esta universidad es que desde el primer día se hace clase práctica y taller, y los estudiantes deben salir al centro de la ciudad y volver con una noticia. Deben hacer dos prácticas principales: una organizacional en comunicación, no en medios, y la segunda sí que tiene que ser en medios. La universidad lo ofrece, aunque no tiene convenio.

En los últimos diez años han surgido en Chile muchas universidades, algunas sin mucha regulación y, desde luego, sin acreditar. La Universidad Católica y la Universidad de Chile son las de más prestigio. Ambas exigen una prueba para ingresar.

En la UPS, de Cuenca, se estudia la carrera de Comunicación Social. Hasta el segundo año se imparten estudios comunes de Comunicación y Desarrollo; luego, las opciones son Periodismo y Publicidad.

La única universidad ecuatoriana con maestría en Periodismo es la Universidad de las Américas, de Quito, privada. Todos los centros tienen unas horas obligatorias de prácticas, como créditos, que deben buscar los estudiantes en diferentes medios. La universidad apoya con certificados. En este sentido, la ley de comunicación exige que los periodistas estén titulados y cobren como titulados. Un titulado, a partir de 800 dólares; si no es titulado, 600 como mínimo.

En la UNT, de Argentina, se obtiene en su Facultad de Filosofía y Letras, tras cuatro años, la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Un licenciado que estará “capacitado para diseñar, conducir y evaluar proyectos de comunicación tendentes a optimizar procesos institucionales y el desarrollo social desde la comprensión y el respeto de las realidades locales en continuo diálogo con lo transnacional y lo global”.

Como vemos, las facultades están incrustando las carreras de Periodismo en una parte del bosque de la Comunicación. Por ello, sorprende que la Universidad de Antioquia, de Medellín, haya hecho justo el viaje contrario. Fraccionó hace doce años la antigua carrera de Comunicación Social y Periodismo y apostó por el último. Esta y la Universidad del Rosario, de Bogotá, son las únicas que se han atrevido a enseñar el Periodismo como una carrera completa y separada de la Comunicación.

Su programa de pregrado tiene hoy 230 estudiantes inscritos y en esta docena de años ha graduado a 220 nuevos periodistas. Un certificado del Ministerio de Educación de Colombia indica que los periodistas de la Universidad de Antioquia son de alta calidad. Según el Consejo Nacional de Acreditación, el programa de pregrado, único entre las universidades públicas del país, destaca por el sistema de evaluación docente, la flexibilidad del plan curricular, el sistema de comunicaciones, el enfoque del programa y su apuesta por un periodismo investigativo.

Se trata de un caso paradigmático por su radical apuesta por el periodismo, que se ha convertido en una referencia. Su estrategia pedagógica: la utilización de los medios de comunicación como elementos didácticos, ya que son los encargados de escribir la historia todos los días. Cuenta con un plan de estudios estructurado en cuatro grandes áreas de materias: Periodismo, Historia y Actualidad (contexto), Humanidades (estudios interdisciplinarios) y la Investigación.


El caso de la FNPI

La Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano es una institución pionera en el aprendizaje del periodismo, un referente mundial como cantera de buenos periodistas, que basa su actividad en una propuesta pedagógica original y propia. Está orientada a abrir oportunidades de educación y formación a periodistas informados y capaces; dirigida a promover el periodismo basado en la investigación exhaustiva y en el rigor informativo; y centrada no en la enseñanza, sino en el interaprendizaje.

García Márquez fundó la FNPI, preocupado por la deriva que iba tomando el periodismo, de pérdida de calidad y rigor. Ideó una fórmula para recuperar y promocionar la tradición del periodismo latinoamericano, caracterizada por la capacidad de narrar y la investigación.

Dados los resultados obtenidos, su prestigio mundial y el hecho de que la mayoría de los periodistas reconocidos del continente han pasado en algún momento por sus aulas, podría pensarse que se trata de la obra de un visionario. Y probablemente lo sea, pero partió de la experiencia periodística latinoamericana.

La primera manifestación pública del proyecto pedagógico fue su célebre discurso pronunciado ante la 52.ª Asamblea de la SIP, en Los Ángeles (EE. UU.), el 7 de octubre de 1996, titulado: El mejor oficio del mundo. En él dejó plasmados muchos de sus remedios para la enseñanza del periodismo: “Toda la formación debe estar sustentada en tres pilares maestros: la prioridad de las aptitudes; la certidumbre de que la investigación no es una especialidad del oficio, sino que todo el periodismo debe ser investigativo por definición; y la conciencia de que la ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón”. Y ya apuntaba allí su método: “Un grupo de periodistas independientes estamos tratando de hacerlo en Cartagena de Indias, con un sistema de talleres experimentales e itinerantes que lleva el nombre nada modesto de Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano. Es una experiencia piloto con periodistas nuevos para trabajar sobre una especialidad –reportaje, edición, entrevistas de radio y televisión…–, dirigidos por un veterano del oficio”.

Los valores de la marca eran el prestigio de sus maestros, una propuesta didáctica original a base de sus talleres, una fuente de oportunidad para jóvenes talentos y un espacio de encuentro de la comunidad de periodistas iberoamericanos.

El primer taller de la FNPI en Cartagena de Indias lo dictó la prestigiosa periodista Alma Guillermoprieto entre el 3 y el 8 de abril de 1995 y trató sobre la crónica como género. El propio nobel colombiano dirigió uno sobre los reportajes entre el 24 y el 28 de mayo de ese mismo año. Y la máquina empezó a rodar.

En estos escasos 20 años han pasado por sus aulas –de Cartagena y de todas las capitales de Latinoamérica, también de España– decenas de maestros, que han compartido sus experiencias, y cientos de alumnos seleccionados, que, con el tiempo, se han convertido a su vez en maestros o trabajan en los principales medios periodísticos. La lista de maestros impresiona: Ryszard Kapuscinski, Tomás Eloy Martínez, Germán Rey, Rosental Calmon Alves, Phil Bennet, Javier Darío Restrepo, Jon Lee Anderson, Daniel Santoro, Jean-François Fogel, Stephen Ferry, Miguel Ángel Bastenier, María Teresa Ronderos, Cristian Alarcón, Alberto Salcedo Ramos y Francisco Goldman, entre otros. Pero también entre los alumnos hay nombres que hoy están a la cabeza de medios importantes, son admirados y han sido premiados: Alejandro Almazán, Óscar Martínez, Juanita León, Héctor Abad Faciolince, Marcela Turati, Martín Caparrós, Boris Muñoz, Luz María Sierra, Patricia Nieto, Marta Ruiz, Leila Guerriero, Carol Pires… Comparten potencial, talento y capacidad de liderazgo en la comunidad periodística latinoamericana. Hay pocos periodistas con nombre, directores o fundadores de medios en la América Latina de hoy que no hayan pasado por esta fundación.

Al principio, la FNPI era una organización con el propósito de ofrecer alternativas de aprendizaje a periodistas con vocación y con experiencia, hoy se ha convertido en un espacio de encuentro y de interaprendizaje entre profesionales del periodismo. Desde un primer momento, apostó por la técnica del taller, que sigue siendo su eje fundamental; si bien, debido a la demanda y a las transformaciones en el campo de las nuevas tecnologías, la acción educativa se ha completado con seminarios, conferencias, foros, estímulos a la práctica en forma de premios y publicaciones, consultorio ético y producción intelectual.

Lo que García Márquez propuso fue recuperar y utilizar elementos fundamentales del oficio: el aprendizaje en la profesión, el ambiente de participación, la moral, el fanatismo por el trabajo, la amistad de grupo, la tertulia abierta y las cátedras ambulatorias y apasionadas vividas en las redacciones.

FNPI: talleres prácticos de periodistas veteranos que transmiten experiencias

Su sistema de talleres sustentados en la práctica, dirigidos por un maestro responsable, no busca ilustrar con dogmas teóricos, sino transmitir experiencias. No trata de enseñar a ser periodistas, puesto que los seleccionados deben serlo ya, sino mejorar con la práctica. No se propone un nuevo modo de enseñar, sino que se reinventa el viejo modo de aprender. Así que no se hacen exámenes ni evaluaciones ni se obtienen diplomas o certificados.

El esquema de trabajo había sido diseñado en el taller preparatorio realizado los días 3 y 4 de octubre de 1994 en Cartagena, en el que participaron el propio Gabo, Tomás Eloy Martínez y Jaime Abello, el actual director general: “El taller de periodismo se concibe como un sistema de capacitación no formal que busca brindar a buenos periodistas de Colombia y de otros países iberoamericanos la oportunidad de ser mejores, mediante el intercambio de prácticas y experiencias y la reflexión ética sobre el oficio, dentro de una serie de talleres de los que estarán a cargo maestros escogidos entre periodistas destacados de todo el mundo, preferiblemente de lengua española”.

Otra recomendación de aquel manual era que se trabajaría sobre la base de casos clínicos, como guías de discusión. Y además, todos los talleres, cualquiera que sea su tema, deben contemplar el sentido ético del periodismo.

Todos los talleres deben contemplar el sentido ético del periodismo

Así es el perfil del taller: el mejor maestro comparte lo que sabe con un reducido grupo de entre diez y 20 periodistas seleccionados. Estos son jóvenes, pero ya trabajan en un medio. La duración puede ser de tres días o hasta una semana, salvo excepciones, como el que dicta Miguel Ángel Bastenier en Cartagena, Cómo se escribe para un periódico, que dura un mes. En todos se combinan el aprendizaje aportado por las experiencias del maestro con los ejercicios prácticos que deben realizar los alumnos y el análisis de casos concretos. Siempre en un lugar cómodo, con todas las herramientas de la documentación y de la tecnología a disposición de los alumnos. La estancia se sufraga por la matrícula, una beca o el patrocinio de uno de los aliados, habitualmente empresas e instituciones de primer nivel del continente.

Atributos de la fundación. Es difícil acceder a sus talleres. Gracias a su trabajo, se han mejorado las prácticas periodísticas en América Latina. Ofrece programas únicos que no se encuentran en otras organizaciones. Es innovadora. Es indivisible del nombre del fallecido Gabriel García Márquez. Es elitista. Produce contenido (materiales, publicaciones) de interés para los periodistas. Es una organización que está a la vanguardia del periodismo. Tiene tres líneas principales de acción: formación de periodistas, promoción de prácticas periodísticas de calidad y gestión de redes de apoyo al periodismo.

El reconocimiento y prestigio de la FNPI viene porque, tras casi 20 años, se sigue distinguiendo por ofrecer programas diferenciados y de excelencia, con alto impacto en los periodistas y en los medios de comunicación. Asimismo, por potenciar las capacidades y valores fundamentales del periodismo en el contexto de la transición hacia los medios digitales y porque actúa como nodo de comunidades de periodistas latinoamericanos comprometidos con la excelencia periodística. Y por último, porque propicia el desarrollo de alianzas y crea oportunidades de generación de valor.

Para participar en un taller o seminario, hay que ser periodista en activo que haya publicado en los últimos seis meses, tener alguna vinculación con un medio, llevar tres años como mínimo ejerciendo como periodista, demostrar experiencia relevante, tener menos de 30 años y presentar una autobiografía escrita con un estilo que demuestre buena narración.

El caso de la FNPI no tiene parangón en los estudios de periodismo de Latinoamérica. Se dan algunos casos, como en la región centroamericana, en los que los centros de formación no universitaria son, en su gran mayoría, los colegios o asociaciones de periodistas de cada país. Los recursos para desarrollar los cursos –cuyos públicos son los miembros de las asociaciones de periodistas, estudiantes universitarios, periodistas de medios comunitarios o comunicadores de instituciones públicas– provienen de fundaciones y organismos de cooperación internacional, interesados en temas particulares.

En la región andina, cada vez son más numerosos los cursos de corta duración para formación de periodistas, en asuntos técnicos y especialización temática. También resulta frecuente que los propios medios convoquen a especialistas para dictar cursos a sus periodistas, sobre todo en las áreas de periodismo digital, o a organismos no universitarios, sean estos las propias asociaciones de periodistas (especialmente en Bolivia) o centros privados.

Alguna iniciativa interesante más. En la Universidad de Panamá, por ejemplo, se han establecido relaciones de cooperación con la Corte Suprema de Justicia y el Consejo Nacional del Periodismo para impartir un diploma en periodismo judicial. Además, esta universidad ha establecido formas de colaboración con empresarios, directivos y profesionales de medios para evaluar los planes de estudios y también canalizar prácticas profesionales de los estudiantes en las empresas de comunicación.

En el caso de El Salvador, la mayoría de las universidades promueven que sus estudiantes hagan trabajo de servicio social en diferentes organizaciones. En Colombia hay proyectos de periodismo cívico y de gran trascendencia, así como de periodismo digital; en Bolivia, experiencias periodísticas en zonas rurales. En Perú hay acercamientos de las regiones con los temas medioambientales; y en Ecuador, relaciones con el mundo rural.

 


REFERENCIAS

  • Alba, G. y Buenaventura, J.G. (1997). “Facultades de Comunicación en el ojo del huracán”. Signo y Pensamiento, núm. 16. Bogotá (Colombia)
  • Arias Marín, J.G., Monroy Polanía, E.R. y Tovar, J.P. (2010). “El periodista frente a su formación”, Signo y Pensamiento, núm. 56. Bogotá (Colombia)
  • Martínez Monterrosa, A.E. (2010). “Periodismo cognitivo como estrategia en el aula de clase”. Signo y Pensamiento, núm. 56. Bogotá (Colombia)
  • Ciespal (1963). Las escuelas de Periodismo en América Latina, informe del IV Curso Internacional de Perfeccionamiento del Periodismo
  • Claep (2012). Manual de acreditación del Periodismo en América Latina
  • Felafacs-Unesco (2012). Mapa de los centros y programas de formación de comunicadores y periodistas en América Latina y el Caribe
  • León Duarte, G. (2012). “El papel de la Ciespal en el proceso de institucionalización de los estudios de Comunicación en América Latina”. MHCJ, año 3. Universidad de Sonora, en México
  • Manrique Grisales, J. (2012). “Enseñar periodismo para leer y narrar la sociedad del siglo XXI”. Cuadernos de Información, núm. 30. Pontificia Universidad Javeriana Cali, en Colombia
  • Mellado, C. (2010). “La voz de la academia: reflexiones sobre periodismo y comunicación”. Signo y Pensamiento, núm. 29. Bogotá (Colombia)
  • Unesco (2007). Plan Modelo de Estudios de Periodismo (http://www.comiunesco.org.pe/doc/10/)
  • Unesco (2011). Reunión Latinoamericana de Consulta sobre el Plan Modelo de Estudios de Periodismo de la Unesco. Informe final (http://www.wordpress.com/2011/08/informe-final.docx)
  • Kapuscinski, R. (2003). Los cinco sentidos del periodista. Fondo de Cultura Económica. México
  • Marques de Melo, J. (1997). “Enseñanza del periodismo en América Latina. Singularidades del modelo brasileño”. Signo y Pensamiento, núm. 26. Bogotá (Colombia)
  • Samper Pizano, D. (2012). Tuitcam de la FNPI en el Hay Festival de Cartagena de Indias (Colombia)


[1]
    Durante el taller que dictó Kapuscinski, en octubre de 2002, en Buenos Aires (Argentina), organizado por la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI)
[2]    El mejor oficio del mundo, discurso de Gabriel García Márquez leído en Los Ángeles (Estados Unidos), el 7 de octubre de 1996, en la 52.ª Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)
[3]    León Duarte, Gustavo Adolfo (2012). “La Ciespal y la comunicación en América Latina”, MHJC, núm. 3, págs. 13-38
[4]    José Marques de Melo, periodista y comunicador, dirigió la Cátedra Unesco de Comunicación en la Universidad Metodista de Sao Paulo y es profesor emérito de la Escuela de Comunicación y Artes de la Universidad de Sao Paulo
[5]    En su artículo “Enseñar periodismo para leer y narrar la sociedad del siglo XXI”