¿Cómo se debe informar éticamente sobre los suicidios?

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Escrito por Milagros Pérez Oliva

Durante mucho tiempo los medios de comunicación han evitado hablar de los suicidios, excepto en casos de personas relevantes, por la creencia de que la publicación de este tipo de noticias provocaba un efecto llamada o imitación. Esta creencia estaba muy arraigada y tenía cierta justificación.

Cuando se publicó la novela de Goethe Las desventuras del joven Werther en 1774, sobre el suicidio de su atribulado protagonista después de un fracaso amoroso, se observó que otros varones jóvenes utilizaban el mismo método para quitarse la vida. De ahí que en la literatura psiquiátrica se hable del efecto Werther para referirse a la secuela de imitaciones que puede comportar la difusión de un suicidio que alcance notoriedad.

El clima de la época era proclive a los suicidios románticos, pero el mismo efecto se observó en otras obras publicadas en un contexto muy diferente. Fue muy polémica la publicación del libro Final Exit, de Derek Humphry, en el que se plantea el suicidio como liberación en caso de enfermedad terminal y explica diferentes métodos para quitarse la vida. Tras su publicación, se observó un aumento de los suicidios en la ciudad de Nueva York utilizando los métodos descritos; aunque en este caso, más que un efecto imitación propiamente dicho, lo que el libro provocó es una concentración de suicidios previamente planificados al disponer de las herramientas para hacerlo.

Con el tiempo, lo que parecía una evidencia consolidada se ha puesto en cuestión. Estudios más precisos permitieron acotar que, efectivamente, en algunos casos, las informaciones sobre suicidios producían un cierto efecto imitación en población vulnerable; pero el análisis de las coberturas permitió aclarar que el problema no estaba tanto en informar sobre los suicidios, sino en la forma de hacerlo, especialmente en los medios audiovisuales. En cambio, el silencio impuesto en aras a evitar el efecto imitación comportaba la ocultación del problema y contribuía a crear un tabú que dificultaba la prevención.

Para poder identificar los factores de riesgo que inciden en un problema social y poder articular una respuesta que permita evitarlos, es preciso que tenga visibilidad social. Sabemos que para que un asunto se incluya en la agenda política es preciso que antes figure en la agenda informativa. Sin conciencia y conocimiento del problema, difícilmente puede desarrollarse una política de prevención.

Para poder identificar los factores de riesgo que inciden en un problema social y poder articular una respuesta que permita evitarlos, es preciso que tenga visibilidad social

Por eso, en los últimos años, desde el ámbito de la salud y del periodismo han surgido diferentes iniciativas para promover buenas prácticas en la información sobre los suicidios, las cuales permitan sensibilizar a la población sin caer en el sensacionalismo y protegiendo al mismo tiempo el derecho a la intimidad.

Una cobertura rigurosa y adecuada es siempre mejor que el silencio, porque permite abordar la dimensión social del problema y contribuye a la prevención. Así lo estima también la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en el año 2000 recomendó dar visibilidad a los suicidios y elaboró una serie de parámetros para una buena cobertura informativa. En 2021 lanzó el programa Live Life (Vivir la vida), una guía sobre prevención del suicidio destinada a evitar la mayor parte posible de las 700.000 muertes que se producen cada año. En España, el suicidio es la principal causa de muerte no natural.

Una cobertura rigurosa y adecuada es siempre mejor que el silencio, porque permite abordar la dimensión social del problema y contribuye a la prevención

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2021 se quitaron la vida 4.003 personas (2.982 hombres y 1.021 mujeres), unas once al día. Conforme a la OMS, la prevención del suicidio no se ha abordado adecuadamente en muchos países por la falta de conciencia de que se trata de un problema de salud pública, lo cual impide que quienes están en riesgo busquen ayuda y dificulta que el entorno intervenga a tiempo por la incapacidad para identificar las situaciones de riesgo.

El reto está, pues, en aplicar una serie de criterios éticos que eviten los efectos nocivos y contribuyan a la prevención. Diferentes iniciativas han permitido elaborar un corpus deontológico sobre cómo debe ser el tratamiento informativo de los suicidios, entre las que merece especial mención el código ético elaborado por la Asociación de Periodistas de Baleares en 2018.

En síntesis, las noticias sobre suicidios deben abordarse como un problema de salud pública e interpretar cuidadosamente las estadísticas, evitando expresiones como “epidemia” u “ola” que sugieran una tendencia. Aunque sean preocupantes, las cifras no justifican ese tipo de metáforas que conducen a una percepción errónea del suicidio como un fenómeno social inevitable. Es importante contextualizar bien los datos y recurrir siempre a fuentes especializadas para valorarlos.

Las noticias sobre suicidios deben abordarse como un problema de salud pública e interpretar cuidadosamente las estadísticas

Otra regla importante es evitar las generalizaciones a partir de casos concretos o datos de evidencia limitada. Cuando la noticia afecta a una personalidad conocida, se han de evitar las especulaciones morbosas sobre su vida y sobre las causas. Todos los expertos coinciden en que el suicidio, aunque pueda tener factores desencadenantes, es un fenómeno multicausal, y que raras veces hay una sola motivación que lo explique. Hay que evitar también hacer juicios de valor y presentar el suicidio como algo comprensible o esperable en la persona afectada. También hay que tener en cuenta el sufrimiento que la publicación de los detalles puede provocar en personas allegadas.

En ocasiones, el suicidio aparece relacionado con patologías mentales, como la depresión severa. En estos casos, es importante dejar claro en la información que la depresión es una enfermedad tratable.

En general, en todas las noticias sobre personas que se han suicidado es importante evitar cualquier enfoque morboso o sensacionalista. Solo deben ofrecerse los datos informativamente relevantes, evitando siempre recrearse en la explicación del suceso, reproducir imágenes o descripciones detalladas del lugar y los métodos utilizados.

Solo deben ofrecerse los datos informativamente relevantes, evitando siempre recrearse en la explicación del suceso

Una buena cobertura, que incluya elementos esperanzadores, puede ayudar a la prevención. Por ejemplo, dar a conocer los factores de riesgo y las señales de alarma puede ayudar a las personas del entorno de alguien con ideaciones suicidas a identificar el peligro. La divulgación de este problema médico puede incluir detalles de cómo actuar en esos casos. También es importante facilitar información sobre los servicios de ayuda disponibles. Se debe tener presente que muchas de las personas que se suicidan no quieren realmente morir, sino acabar con un sufrimiento emocional que les resulta insoportable.

 

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