01/03/2021

Más transparencia y mejor relación con la audiencia

Alan Rusbridger: cómo reconstruir la confianza en las noticias

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Escrito por Alan Rusbridger

Por su interés, con el consentimiento expreso del Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo, a continuación se reproduce la conversación entre Alan Rusbridger, exdirector de The Guardian, y Rasmus Nielsen, director de dicho Instituto, con motivo del lanzamiento del nuevo libro de Rusbridger, News and How to Use It. El autor sostiene que los periodistas deberían ser más transparentes y replantear su relación con la audiencia.


ALAN RUSBRIDGER y RASMUS NIELSEN*

El tema
La transformación tecnológica y la polarización social han contribuido a erosionar la confianza en el periodismo, llevando a muchos a preguntarse qué podría hacer la industria de la información para recobrar la confianza de su audiencia. En este episodio del pódcast Future of Journalism [El futuro del periodismo], Alan Rusbridger analiza estas cuestiones fundamentales y si el concepto de periodista ha cambiado.

Los invitados
El anfitrión es Rasmus Nielsen, director del Instituto Reuters. El invitado es Alan Rusbridger, exdirector de The Guardian y director del Lady Margaret College de la Universidad de Oxford. Alan acaba de publicar el libro News and How to Use It [Las noticias, qué son y cómo usarlas].

Sobre la necesidad de examen de conciencia del periodismo

Rasmus: Quería comenzar con una observación que hace en el prólogo de su libro, así que voy a leerle algunas líneas para que pueda desarrollar una de las afirmaciones que hace. Escribe que “el periodismo siempre ha luchado por presentarse a sí mismo como honesto, si es que alguna vez lo ha conseguido. Mientras que hubiera lectores y el resultado final fuera positivo, no parecía haber mucha necesidad de lavar los trapos sucios en público y, de todas formas, buena parte de ello era demasiado complicado para investigarlo. Si sumamos la malsana omertá que a veces proporciona un escudo contra el incómodo escrutinio que los directores tanto acostumbran a ejercer en los demás, muchos aspectos del periodismo quedan extrañamente sin examinar”. ¿Por qué cree que la profesión y la industria han sido tan reacias a examinarse a sí mismas de la misma manera que lo hacen con otras instituciones?

Alan: Creo que una de las respuestas es la que ha funcionado durante 250 años, o cuando sea que se feche el origen del periodismo. Había ingresos, audiencia, los periodistas tenían un altavoz o eran dueños de la imprenta. Era una posición muy bonita de cuasimonopolio. Parecía que no había mucho sobre lo que cuestionarse. Y creo que esto se puede aplicar a todos los periodistas que ahora tienen más de 40 años. A pesar de que es una industria muy competitiva en gran parte del planeta, también había una especie de sensación de que el perro no se comía al perro y era un viejo oficio duro. Odio tener que decirte esto, Rasmus, pero los académicos que estudian el periodismo, ya sabes, no eran muy respetados. Se pensaba, bueno, ya te imaginas: “¿Qué saben ellos de esto?”.

De este modo, la falta de cuestionamiento sobre el periodismo existió durante mucho tiempo. Por supuesto, en los últimos diez o 15 años, casi todo ha sido desmontado o cuestionado. Y por supuesto, esto es algo muy difícil cuando llegas a cierta edad y has trabajado durante diez o 15 años como periodista; probablemente, te sientas inseguro y asustado. Y tener que replantearte tu relación con la audiencia es muy duro.

Rasmus: Sobre esa sorprendente observación acerca de que los académicos no han sido respetados por cierta parte de la industria, no por toda ella, estoy convencido de que así es. No obstante, me pregunto si le gustaría comentar los términos que emplea y la cita que le acabo de leer. Una cosa es afirmar que la profesión no ha querido someterse a su propio escrutinio y otra, hablar de trapos sucios y de omertá. Creo que eso es algo que asociamos con el crimen organizado. Se trata de palabras duras que van más allá de una ausencia de escrutinio.

Alan: Sí, bueno, cuando era el director de The Guardian tuve que dejar de lado esto. Llevaba seis años en el cargo, seis años desactualizado, era consciente de que muchos de mis colegas no querían pasar por ello, porque no consideraban que fuera correcto que la industria de la prensa escrita escribiera sobre los demás. Especialmente, como sabes, cuando los periódicos estaban atravesando un periodo de dificultades. Así que cuando escribimos sobre temas como el hackeo de móviles fue rechazado, porque se consideraba que eran trapos sucios que no debían salir a la luz. Odiaban el hecho de que el Informe Leveson fuera el resultado de todo eso y que, desde entonces, la gente empezó a hacerse muchas preguntas sobre las prácticas de la prensa.

No iría tan lejos, por supuesto, de comparar esto con la mafia; no obstante, en aquella época recibí muchas amenazas o demandas de editores rivales que no querían que se publicara la información. Creo que es un secreto a voces que teníamos acuerdos recíprocos: “No escribiremos sobre ti, si no escribes sobre nosotros”. Por lo tanto, cualquiera que quisiera escribir sobre los medios -y creo que se debe escribir sobre ellos, pues es un poder importante en la sociedad- terminaba por, digamos, desanimarse.

Rasmus: O sea, echando la vista atrás, ¿afirmaría que la profesión, la industria, permitió que la audiencia se decepcionara por esta falta de autoescrutinio? Usted escribe que, de alguna manera, los periodistas esperan que la audiencia sea capaz de distinguir entre lo bueno y lo malo y que sepa reconocer que no todo el periodismo es igual. Incluso, a pesar de que el periodismo nunca haya estado siempre dispuesto a examinarse a sí mismo.

“No puedes tener poder sin que este sea examinado”

Alan: Bueno, creo que lo hicimos, por las razones que ya he señalado. Si tienes una gran fuerza en la sociedad, que es muy poderosa -y creo que a muchos periodistas les gusta pensar que son poderosos-, entonces considero que no puedes tener poder sin que este sea examinado. Esto es algo malo para la sociedad si pensamos en cualquier otra forma de poder, así que creo que no es bueno formar parte de un poder que no es examinado. Y creo que esto está decepcionando a la audiencia, porque, verdaderamente, ahora hay un abismo de confusión entre lectores, audiencias y periodistas en cuanto a qué es el periodismo. Sobre lo que se puede hacer, lo que no, qué dice ser y qué es en realidad. Esa es parte de la razón por la que escribí este libro, para intentar llenar algunos de los vacíos, tanto para los periodistas como para los lectores.

Sobre la ciudadanía llenando los  vacíos del periodismo

Rasmus: Algunos de los ejemplos de este problema suponen una completa ilegalidad, como el caso del hackeo de móviles. Pero imagino que algunos pensarán que este tipo de temas son mucho más complejos. Así que, por ejemplo, pensemos en cómo los americanos negros han utilizado los teléfonos móviles y las redes sociales para sacar a la luz la violencia policial. No solo porque sean temas urgentes sobre los que quieran llamar la atención, sino también porque sienten que, durante mucho tiempo, no se han visto recogidos en los medios, ni han sido respetados por los principales medios de comunicación de los Estados Unidos, incluso entre los más liberales y progresistas. Y en su lugar han recurrido a diversas formas de “periodismo ciudadano”. ¿Es esto una especie de ajuste de cuentas, por así decirlo, el cual, en cierto modo, también refleja la falta de autoescrutinio en el pasado?

Alan: Creo que lo es. Hay un par de temas subyacentes en la pregunta. Uno es que, aunque odiemos el término de “periodista ciudadano”, en realidad describe lo que está sucediendo. Y no es otra cosa que, en miles de noticias que se producen cada año, las personas que aparecen primero en la escena del suceso o que graban imágenes o que consiguen las imágenes más determinantes no son periodistas, sino personas que realizan actos periodísticos. Por ejemplo, a través de testimonios y grabaciones. Claramente, esto es un desafío para el periodismo, siendo capaz de contraponerlo frente al periodismo profesional. Pero, igualmente, pone de manifiesto lo que planteas: distintos enfoques que el periodismo no cubrió, lo que ha supuesto que haya comunidades que no se vieron representadas, ni se sintieron reflejadas en el periodismo convencional.

Por esta razón decidieron hacerlo ellas mismas y se han convertido en las creadoras de sus propios medios de comunicación. Y creo que los directivos de los medios se están dando cuenta de que esto no es buen periodismo. Si no se está cubriendo de manera adecuada a las comunidades, se está haciendo mal periodismo. Además, existe la amenaza comercial, especialmente de los lectores más jóvenes. Tomemos por ejemplo el cambio climático. Creo que los jóvenes piensan: “No tengo nada que aprender del tipo de visión escéptica y de la falta de suficiente cobertura que los medios de comunicación más tradicionales están ofreciendo sobre este tema. Así que voy a ir a las fuentes alternativas, que lo hacen mucho mejor”. Por tanto, se va a convertir en una amenaza comercial y periodística.

Sobre lo que es ser periodista

Rasmus: Está hablando de actos periodísticos y de periodismo, por lo que llegamos al momento de la verdad. Usted ha sido periodista y director durante gran parte de su vida profesional, yo dirijo un instituto que estudia el periodismo. Me pregunto si los dos, entre nosotros, podríamos responder a la pregunta que formula en su libro y que dice quién o qué es un periodista.

Alan: Bueno, es bastante difícil. Es difícil porque es una palabra que describe tanto lo que hace una persona en The Sun o en The New York Times. O, por ejemplo, un periodista de Fox News se consideraría a sí mismo periodista; pero, ciertamente, lo que hace es muy diferente a lo que hace uno en la BBC. The Daily Mail es un excelente periódico en ciertos aspectos, si bien es muy diferente, por ejemplo, de, no sé, el Frankurt Allgemeine. Es decir, que hay cosas extraordinariamente diferentes en la naturaleza del oficio o en el enfoque que le dan los periodistas o sobre lo que escriben o sobre los estándares éticos que tienen, y todos ellos se consideran periodistas.

Esto ya estaba ahí antes incluso de que apareciera la gente que graba con el móvil, o los blogueros o tuiteros o los Julian Assange o Tommy Robinson, una especie de matón fascista que se describe a sí mismo como periodista. Entonces, existe esta tremenda vaguedad en torno a esta palabra, y no estoy seguro de que usted y yo la vayamos a resolver en los próximos cinco minutos. Pero, aun así, puede comprender por qué los lectores luchan por identificar qué es un periodista o por qué son necesarios.

Rasmus: ¿Qué está en juego, en su opinión, al responder a la pregunta? Es decir, ¿importa que el término sea ambiguo o se pierde algo si no llegamos a un acuerdo sobre él?

Alan: Creo que probablemente los dos estemos de acuerdo en que vivimos, en el sentido más amplio, un tiempo de caos informativo que está probablemente yendo a peor tras los cuatro años de Donald Trump [en el Gobierno], lo que desde luego no ha ayudado. Y los estudios que ustedes y otros elaboran muestran una gran confusión acerca de en quién confiar y qué creer. Por lo tanto, creo que es útil tener, en un mundo ideal, a personas que son profesionales de la información y que puedan afirmar “esto sucedió en realidad y esto no. Esto es verdad y esto no”. Y ponerles nombre a esas personas.

De nuevo, uno de los cambios de los últimos 250 años es que el modelo económico que existía anteriormente -que, en cierto modo, desdibujó las líneas entre el entretenimiento y la información y la necesidad de obtener grandes audiencias para atraer la publicidad- parece estar desapareciendo; y hay mayor sed de información, que podría considerarse más como un servicio público. Así que creo que esto ayuda, que sería de gran apoyo aclarar lo qué es el periodismo y lo que quiere conseguir; reconociendo que hay personas que llevarán a cabo valiosos esfuerzos por mantener informada a la ciudadanía en diversos asuntos sin que sean periodistas en el sentido más estricto del término.

Rasmus: ¿Cree entonces que la gente que se considera periodista debería protestar cuando otros se apropian de ese término o protestar cuando otros usan ese término? Es decir, en su respuesta afirma que la búsqueda de la verdad y dar cuenta de ella es una parte central de la definición de periodismo. ¿Hay algún momento en el que los que se consideran periodistas, que creen que eso es lo que están haciendo, deberían confrontarse con Tommy Robinson o Julian Assange, u otros, cuando intentan apropiarse del término? Y decirles: “No, puedes pensar que eres periodista, pero no lo eres”.

Alan: Creo que Tommy Robinson es probablemente un ejemplo más fácil que el de Julian Assange. El problema con alguien como Assange es que es un camaleón con múltiples identidades. Es un emprendedor de la información, es un editor, un denunciante, un activista, un anarquista y también un periodista. Y algunas de las cosas por las que ahora tiene problemas también le podrían estar sucediendo a los periodistas y son perfectamente defendibles. Creo que sobre otras cosas que hace Assange, los periodistas aguantan la respiración y dicen: “Bueno, esto no es lo que hacemos nosotros”. Así que pienso que es complicado atacar a este tipo de personas y afirmar que no son propiamente periodistas.

“Creo que la confianza en el siglo XXI se gana con una mayor transparencia”

Creo que el mejor enfoque es decir: “Mire, esta es la razón por la que debería confiar en nosotros”. En el siglo XXI no basta con decir: “Soy periodista, trabajo en el Daily Beast”. En realidad, sí hay algo que se llama Daily Beast, ¿no? Pero, igualmente, “trabajo para el Daily Bugle [diario de ficción] y, por tanto, tienes que confiar en mí”. Creo que la confianza en el siglo XXI se gana de otra manera, a través de una mayor transparencia. Probablemente, así, los periodistas deberían distinguir entre lo que ellos mismos hacen y lo que hacen otros.

Sobre la mejora de la comprensión  pública del periodismo

Rasmus: Este es tal vez el último asunto que me gustaría tratar. Ha escrito que los periodistas deberían esperar de sus lectores que fueran igual de escépticos con el periodismo como los periodistas deberían serlo con sus fuentes. Y que no deberían creer nada sin una evidencia sólida. ¿Cómo haría usted eso como ciudadano? Quiero decir, ¿cómo animaría a la ciudadanía o a la audiencia para que preste atención y pueda juzgar si puede confiar en un periodista concreto o en un proveedor de información?

Alan: Empezaría por enseñar a los niños alfabetización mediática a partir de los seis años para que, cuando sean adolescentes o jóvenes adultos, lleven tiempo pensando en cuáles son los significados de la verdad. ¿Qué puede haber tan básico como saber sobre las fuentes, que es algo esencial para cualquier clase de conocimiento? ¿De dónde viene esta información, quién la dice, cómo puedo evaluar esta fuente, existe verdaderamente la fuente? Ya sabes, en muchos casos, hay una suposición perezosa de que simplemente no es necesario nombrar quién es tu fuente. Los artículos están llenos de fuentes anónimas.

Pongamos como ejemplo a los abogados en Twitter. Yo estoy interesado en temas judiciales; en parte, porque me demandan muy a menudo. Y ahora hay un gran número de abogados y procuradores fantásticos que, desde que aparecieron los hilos en Twitter, pueden presentar razonamientos bastante complejos en esta red social. En general, lo que me interesa es que, cuando escriben un hilo, dicen: “Esto es lo que pienso o esto es lo que pasó”. Y luego incluyen un enlace o una captura de pantalla. Entonces lo que hacen es decir: “Bueno, no confíe en mi palabra solo porque soy abogado; aquí está la evidencia, vaya y compruébelo usted mismo. Y, por cierto, si me equivoco, vuelva y dígamelo aquí y le responderé”.

“Todos los periodistas tendrán que pensar cómo ganarse la confianza de la audiencia”

Eso es casi lo contrario de lo que hacen muchos periodistas. Dicen: “Bueno, confía en ello, porque soy un periodista que trabaja para X. No voy a colgar un enlace, no voy a mostrarte las pruebas, no te voy a decir quién es mi fuente. Y, por cierto, voy a ponerte difícil que me digas que estoy equivocado o que me corrijas”. Me parece una herramienta de confianza del siglo XXI y es una época que está basada en la confianza, en la que, en realidad, a los periodistas no les importa demasiado si se confía en ellos. Creo que todos los periodistas tendrán que pensar “cómo puedo ganarme la confianza, en un oficio cambiante como es el periodismo, en lugar de asumir que en algún momento la audiencia volverá a mí”, lo cual no creo que suceda.

Sobre el periodismo cayéndose de su pedestal

Rasmus: Lo que describe es una situación en la que parece que su mayor miedo es que muchos periodistas no están tan interesados en la confianza como lo están en el respeto y el regreso a la relativa continuidad y comodidad de la época en que vivían en un entorno mediático donde se sentían los reyes. ¿Es esta una descripción ajustada?

Alan: Lo es. Y es totalmente comprensible y, por cierto, creo que es completamente humano. Hubo un tiempo en el que tenías un altavoz, que tenías la prensa escrita, las radios, y a los ojos de la audiencia estabas sobre un pequeño pedestal. Claro que podían escribir una carta [al director], pero tú decidías si se publicaba o no. Así que tenías casi el control total del sistema. Y luego, de repente, sucede todo esto: un tiempo en el que pueden escribirte, y si no lo publicas, pueden publicarlo en las redes sociales; pueden comenzar a criticarte, ser desagradables contigo. Con los comentarios abiertos en un artículo de un editor, por primera vez en sus vidas, los periodistas ilustres fueron cuestionados por personas diciendo: “En realidad, esto es una tontería” o “esto está mal” o “¿cómo se atreven?”. Y los periodistas realmente odian esto. En ocasiones, con razón, pues, ya sabes, la gente a veces no se porta bien en las redes sociales.

Creo que existía una incapacidad para concebir de qué se trata esto o por qué existen estos comentarios o por qué un editor permitiría que la gente comentara de esa manera en su medio. Por supuesto, muchos periódicos han cerrado sus comentarios y piensan: “No queremos ese tipo de discurso aquí”. Así que esto supone un gran desafío, como digo, para las personas que crecieron con el altavoz: descubrir de repente que son parte de una plaza pública que es mucho menos respetuosa, puede ser horrible, puede ser tóxica, puede estar llena de odio. No obstante, pienso que el problema más grande es simplemente reconocer un tipo diferente de relación horizontal entre las personas, en lugar de aquella época en que la gente respetaba al editor o al director porque eran las personas que, francamente, transmitían la información; ellos eran los gatekeepers [controladores del acceso a la información].

Rasmus: Ese control total ha desaparecido por completo, pero las noticias no lo han hecho. Si está interesado en saber más sobre las opiniones de Alan en estos temas, les recomiendo que lean su nuevo libro News and How to Use It [Las noticias, qué son y cómo usarlas]. Gracias, Alan, por participar en el pódcast Future of Journalism [El futuro del periodismo].

Alan: Gracias, Rasmus, así es. Y me retracto sobre lo que he dicho de los académicos de los medios de comunicación. Como sabes, los amo.

Rasmus: Es muy amable.

 

Este artículo fue publicado originariamente en el Instituto Reuters: https://reutersinstitute.politics.ox.ac.uk/risj-review/our-podcast-alan-rusbridger-discusses-his-new-book-and-how-rebuild-trust-news

TRADUCCIÓN: PATRICIA RAFAEL