21/01/2022

Experiencias de los exdecanos en sus etapas

Conmemoración del 50.º aniversario de la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense

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Con motivo del 50.º aniversario de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), se incluyen a continuación textos de los exdecanos Javier Fernández del Moral, Javier Davara, Carmen Pérez de Armiñán y José Luis Varela**, que sirven como recorrido histórico de la primera facultad de Periodismo que surgió en España. Por sus aulas han pasado más de 60.000 profesionales. En la actualidad, cuenta con 300 profesores y más de 5.000 alumnos.


Experimentalidad, afán integrador, récord de alumnos y un nuevo edificio

 JAVIER FERNÁNDEZ DEL MORAL

Al acceder al Decanato en 1990, estaba decidido por amplios sectores del Consejo de Universidades, con intereses ajenos a las Ciencias de la Información y a las profesiones relacionadas con la comunicación, que las facultades de Información y Comunicación desaparecieran como tales y sus titulaciones pasaran a ser tan solo de segundo ciclo. La primera acción que se abordó con éxito fue evitar esa decisión, uniéndose desde el primer momento con sus colegas de otras universidades, comenzando por la decana de la Facultad de Bellaterra de la Universidad Autónoma de Barcelona, la profesora Fontcuberta. Se constituyó la Asamblea de Decanos con las facultades existentes, cinco públicas (Madrid, Barcelona, País Vasco, Santiago de Compostela y Sevilla) y tres privadas (Navarra, CEU de Valencia y Pontificia de Salamanca) y presidió la Asamblea de decanos durante los dos mandatos, en los que se consiguieron acuerdos históricos, poniendo en marcha el primer plan de estudios oficial de sus tres licenciaturas (Periodismo, Comunicación Audiovisual y Publicidad y Relaciones Públicas).

Otra aportación importante fue la de iniciar el camino de la experimentalidad. Nuestras facultades estaban consideradas como centros grado de experimentalidad nula, y conseguimos darle ya ese carácter. Ello supuso un incremento en las matrículas y, por tanto, un claro desgaste político, pero una inmediata respuesta en cuanto a dotaciones y aportaciones técnicas tanto de aparatos, platós, estudios y personal cualificado para su manejo. Así, se firmaron numerosos convenios de prácticas muy ventajosos, siempre remunerados, respetando un acuerdo al que habíamos llegado las facultades en un histórico encuentro en Cádiz con las asociaciones de la prensa, la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE; hoy, Asociación de Medios de Información -AMI-) y los sindicatos.

Se consiguió la frecuencia de radio para poder emitir al exterior, gracias a una donación de Radio Nacional de España, siendo su director Diego Carcedo. Igualmente, se puso en marcha Telecomplutense, que consiguió convenios con las televisiones locales para hacerse cargo de los informativos. Un acuerdo con Telecinco permitió producir un programa cultural en verano, sobre los cursos de El Escorial, que consiguió unos niveles de audiencia históricos en la franja horaria de madrugada en los que se emitían.

Durante este mandato, siempre destacó un afán integrador de las profesiones relacionadas con nuestros estudios y la facultad, procurando la presencia y la opinión de los profesionales de prestigio y de sus asociaciones. Se abrió un periodo de convalidaciones de los antiguos títulos de las Escuelas, mediante una tesina defendida ante un tribunal, que utilizaron numerosos y conocidos profesionales y, finalizado el plazo previsto, se negoció con la Universidad de La Laguna.

Se firmó un acuerdo con la AEDE creando la “Cátedra Ortega”, gracias a la cual pudieron pasar por la facultad como ponentes o conferenciantes la práctica totalidad de los profesionales de prestigio, convirtiéndose así en un lugar de encuentro y de debate obligado entre profesionales de muy diferentes sensibilidades y muchas veces de medios rivales.

Asimismo, se firmó un acuerdo con el Congreso de los Diputados por el que nuestra facultad fue la encargada de toda la señal audiovisual de la Cámara una vez que se renovó la tecnología, se robotizó el sistema y se impidieron los accesos directos de todas las televisiones, que una vez creadas las privadas resultaban imposibles de contener. El resultado fue una absoluta y sorprendente unanimidad de partidos políticos y profesionales, expresada en la mesa que se creó a tal efecto y en la que participaba el propio decano, sobre la excelencia del trabajo realizado íntegramente por profesores y alumnos de la facultad.

Se batió un récord histórico en el número de alumnos, superando los 16.000

En esta etapa de la facultad, se llegó a batir un récord absolutamente histórico en el número de alumnos, que llegaron a sobrepasar los 16.000, entre ellos algunos tan ilustres como la que sería más tarde la reina Leticia. Fue necesario negociar duramente para conseguir lo que parecía imposible, un nuevo edificio, cuando estaba ya prácticamente cerrado el Plan Especial de Reforma Interior (PERI) que ordenaba la edificabilidad del campus de Moncloa. Se consiguió y hoy aporta a la facultad instalaciones de aulas, despachos, Salón de Actos y garaje, de uso habitual. Por cierto, el garaje del primer edificio resultaba tan escaso que se llenaba siempre con los primeros trabajadores de limpieza y cafetería que llegaban a la facultad. Este hecho originaba permanentes discusiones en la Junta de Facultad, porque los profesores tenían dificultades de acceso. Se resolvió, una vez pedido el nuevo edificio previsto, con un garaje más amplio, eliminando el antiguo garaje y construyendo en su lugar aulas informáticas avanzadas, que resolvieron el espacio de los primeros másteres y que hoy siguen en pleno rendimiento.

Durante este mandato, se celebraron los primeros 25 años de existencia de la facultad, cuyo padrinazgo aceptó el entonces príncipe Felipe, con un congreso científico y un concurso artístico que permitió dotarnos con una escultura en homenaje a la libertad de expresión, que hoy sigue adornando la entrada de la facultad. Libertad que el mismo decano defendió representando a los futuros profesionales del periodismo en la plataforma creada por los periodistas más importantes de nuestro país para defender el derecho de los ciudadanos a recibir información veraz, ante la amenaza del Gobierno de definir las denuncias como difamaciones y llevarlas al Código Penal. La plataforma la presidió inicialmente Manu Leguineche, al que sucedí más tarde.

Javier Fernández del Moral fue decano de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM de 1990 a 1998

 

Múltiples metodologías de trabajo y de estudio para un fecundo estatuto epistemológico

 FRANCISCO JAVIER DAVARA

Hace 50 años una grata noticia, esperada por muchos, saltaba a las grandes páginas de actualidad. El decreto 2070/71, del día 13 de agosto, establecía, por primera vez en la historia de España, la integración en la universidad de los estudios de Periodismo y demás medios de comunicación social. Cristalizaba así el viejo deseo de los profesionales de la información de conseguir el superior y necesario rango universitario.

Meses después, en octubre de ese mismo año, abría sus puertas la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Los fenómenos propios del Periodismo, la Comunicación Audiovisual, la Publicidad y las Relaciones Públicas iniciaban su deseada andadura universitaria. Un acontecimiento educativo y profesional de relevante trascendencia que posibilitaba a los nuevos estudiantes la obtención de los títulos de licenciado y de doctor, en las distintas especialidades, bajo el nombre unitario de Ciencias de la Información. Un cambio sustancial que rompía con experiencias anteriores y estrenaba un nuevo horizonte formativo todavía por descubrir. Todo un apasionante reto henchido de certezas y también de incertidumbres.

Yo era entonces un joven ingeniero que deseaba ser periodista. Al conocer la noticia, me dirigí al edificio de la nueva facultad, habilitado de forma transitoria en los locales de la Escuela Oficial de Cinematografía, en la madrileña Dehesa de la Villa, y formalicé mi solicitud de matrícula en el primer curso de Periodismo. Recuerdo que el éxito de la convocatoria superó las expectativas más optimistas. Más de 1.500 alumnos solicitamos ser matriculados en los nuevos estudios. Después de un examen de ingreso, del cual fuimos dispensados quienes estábamos en posesión de un título universitario, la primera promoción de la Facultad de Ciencias de la Información quedaba formada por más de 700 estudiantes, la mayoría de ellos adscritos a la sección de Periodismo. Una vez resueltas las cuestiones docentes y administrativas, las clases comenzaron en el mes de febrero de 1972.

Estoy orgulloso de ser el primer alumno de esta facultad que tuvo el honor de ser decano

Por aquel entonces, quien me iba a decir que, con el correr de los años, además de oficiar de profesor de Periodismo, iba a ocupar el cargo de decano de la facultad, desde 1998 a 2009, elegido por mis compañeros durante tres mandatos consecutivos. Si de algo estoy orgulloso y satisfecho, en mi larga carrera universitaria, es de ser el primer alumno de la Facultad que ha tenido el honor y el privilegio de dirigir nuestro centro complutense.

Foto: UCM

Hoy en día, 50 años después, la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, prestigioso ámbito académico de obligada referencia, pionero de la enseñanza universitaria de periodistas y comunicadores, configura una institución dinámica y avanzada. A lo largo de 45 promociones, ha formado a más de 70.000 estudiantes, entre los que figuran los más importantes profesionales del periodismo español, del universo de los medios y de la comunicación pública y colectiva.

Puedo afirmar, sin lugar a dudas, que en nuestra facultad han germinado múltiples metodologías de trabajo y de estudio, que conforman un significativo y fecundo estatuto epistemológico de las actuales enseñanzas superiores del Periodismo y de la Comunicación. Un revelador estatuto científico por el cual discurren las líneas maestras de la docencia, tanto teórica como práctica, y de la más rigurosa investigación, profunda y sistémica, de los distintos procesos comunicativos.

Con una mayor diversidad de grados, másteres y doctorados sobre los actuales oficios del Periodismo, la Comunicación Audiovisual, las Relaciones Públicas y la Publicidad, la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid camina por modernos y creativos rumbos educativos, fuera y lejos de los siempre cómodos senderos trillados. No en vano, ha cumplido medio siglo de docencia universitaria, de investigación y de transferencia de los saberes periodísticos y comunicativos. ¡Feliz 50 aniversario!

Francisco Javier Davara fue decano de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM de 1998 a 2009

 

Constante presencia en los ámbitos de la actividad profesional de las tres titulaciones

 CARMEN PÉREZ DE ARMIÑÁN

Cuando me pidieron unas líneas sobre mi etapa de decana en la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM, tengo que confesar que me asaltó la pereza. No soy de volver la vista atrás, quizás muchos años de navegación me habituaron a mirar más hacia el horizonte. Pero el motivo, celebrar el 50 aniversario de una facultad que he visto nacer y crecer, a la que he dedicado casi toda mi trayectoria académica y a la que quiero más de lo imaginable, hacía que valiese la pena recorrer esos ocho años, de 2009 a 2017, como primera decana de nuestra facultad.

Tras doce años como vicedecana de “casi todo”, conocía muy bien el centro, sus problemas y posibles soluciones, sus necesidades y también a su gente, tanto a profesores como a estudiantes y personal de administración y servicios.

Posiblemente, fue esa larga dedicación previa lo que animó a mis compañeros a que confiaran en mí, en unas reñidas elecciones a las que concurrimos cinco candidatos.

Hice de mi lema de campaña, “liderazgo compartido”, el motor de actuación durante los ocho años en los que tuve la responsabilidad de nuestra facultad. Cualquiera pudo comprobar personalmente como la puerta de mi despacho siempre estuvo abierta para atender cualquier problema sin escatimar dedicación, ya que lo que se hace con ilusión nunca se percibe como esfuerzo, ni siquiera como trabajo.

Tuve a mi lado un gran equipo de profesores y de personal de administración y servicios con los que debo compartir el mérito de lo bueno que se hizo en aquellos años.

Mi preocupación al llegar al Decanato se centró en dos vertientes, una hacia el exterior y otra volcada en el trabajo interno.

Consideré desde el principio que había que recuperar la proyección hacia afuera de una Facultad de Ciencias de la Información que era la más antigua, la más grande y la mejor facultad de comunicación de España, pero que en los últimos tiempos se había encerrado en sí misma. De ahí la necesidad de volver a acercar a los grandes profesionales que se habían formado con nosotros y que podían aportar mucho a nuestros estudiantes, no solo conocimientos, sino también el orgullo de formarse en la misma facultad que las figuras que nos visitaban. También era importante que quienes volvían a recordar sus años de formación comprobaran los grandes cambios que se estaban produciendo en nuestro centro, se sintieran orgullosos y contribuyeran a transmitirlo fuera de nuestras paredes.

Contribuimos a crear la Asociación de Universidades con Titulaciones de Información y Comunicación (ATIC), nos incorporamos a distintas asociaciones profesionales y la presencia de la facultad fue una constante en los ámbitos de la actividad profesional de nuestras tres titulaciones.

Dos magníficos edificios, el principal de estilo brutalista y el aulario inaugurado en 2003, proporcionaban una enorme superficie que debía ponerse al servicio de alumnos y profesores. Todas las actuaciones tuvieron que abordarse con grandes dosis de creatividad y de imaginación, ya que la crisis económica que se inició en 2008 recortó drásticamente el presupuesto de gastos y también congeló la renovación de las plantillas tanto de personal docente e investigador como de personal de administración y servicios.

Fue imprescindible abordar un proceso de modernización y adaptación a las necesidades docentes

Consideramos imprescindible abordar un proceso de modernización de la facultad para adaptarla a las necesidades docentes del siglo XXI, siguiendo el impulso que se había iniciado con las reformas de Bolonia para incorporarnos al Espacio Europeo de Educación Superior y a la implantación de los nuevos modelos de Grado con tres titulaciones, Grado en Periodismo, en Comunicación Audiovisual y en Publicidad y Relaciones Públicas, de Posgrados y de Doctorado.

El trabajo fue intenso, pero los cambios y las mejoras fueron notables. Por citar tan solo algunos, se abordó la ampliación de la biblioteca y la digitalización de la hemeroteca para hacer de ellas un referente tanto en docencia como en investigación; los distintos platós y estudios de televisión se vistieron con instalaciones profesionales, y se adquirió material audiovisual y cámaras necesarias para la formación de nuestros estudiantes. En esta tarea no puedo dejar de mencionar la magnífica labor de Jorge Clemente, actual decano de nuestro centro.

Foto: UCM

Dotamos de ordenadores y medios audiovisuales a todas las aulas para facilitar una enseñanza de calidad.

Pensando en las necesidades de capacitar en la práctica profesional a nuestros estudiantes, más allá de la docencia reglada, se creó InfoRadio, radio digital gestionada de manera profesional por los propios alumnos con siete días de emisión a la semana. El periódico InfoActualidad, que cumplía una labor similar en la formación de los periodistas, recibió en 2015 el Premio Carlomagno del Parlamento de la Unión Europea. De forma más incipiente, también se puso en marcha la formación a través de una agencia de publicidad.

Entre las actividades audiovisuales que siempre tuvieron un gran éxito, cabe señalar la escuela de cine, que ofrecía coloquios con directores, actores, realizadores y guionistas en los preestrenos de sus películas en el salón de actos.

Se potenciaron, como actividades complementarias de la formación, las distintas asociaciones de estudiantes, así como el club deportivo que renació con fuerza.

La implicación de los estudiantes en la vida de la facultad quedó reflejada para siempre en los numerosos murales que poco a poco decoraron las paredes del centro, recogiendo una temática de las distintas enseñanzas que se imparten y que se han convertido ya en una seña de identidad.

La facultad volvió a estar viva y muy activa, gracias al excelente trabajo de los departamentos y de sus profesores que desplegaron un enorme dinamismo, que llenaba diariamente los numerosos salones de actos con congresos, conferencias, jornadas, talleres, seminarios, coloquios, proyecciones, encuentros…, ofreciendo a nuestros estudiantes una formación complementaria difícil de igualar.

Termino esta vista atrás con la satisfacción y el orgullo de haber dejado una facultad cohesionada y unida, muy distinta de la que recibí. No solo desde una perspectiva material, sino especialmente con unas mejores relaciones entre profesores y departamentos, todos ellos implicados en conseguir para la facultad el lugar de excelencia que le corresponde y comprometidos en la formación de los estudiantes para que estos adquieran las aptitudes y las actitudes que les permitan afrontar los retos futuros con la calidad que la sociedad demanda.

Carmen Pérez de Armiñán fue decana de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM de 2009 a 2017

 

* El siguiente texto llegó con posterioridad a la impresión del número 43 de ‘Cuadernos de Periodistas’. Así pues, se añade a continuación en la versión web de este artículo.

 

Democratización, deseo de ayudar y programas adecuados a una facultad nueva

  JOSÉ LUIS VARELA

 No sé si para introducirme en un mundo nuevo o para enseñarme una variante de la universidad o facultad de que se trataba, la primera vez que accedí a la Facultad de la Información madrileña fue de la mano de su decano, Pérez de Armiñán, que me descubrió un pelele que centraba el vestíbulo y colgaba de su techo y quizá acompañado en las paredes de un aviso para extranjeros y advertencia para futuros decanos. Su humor (“soy yo, no cabe duda”, dijo, no ofreció más discurso) valió para quedarme advertidas las mañas y costumbres de los nuevos universitarios. Armiñán era, de cabeza a pies, un caballero; las alimañas y sus tretas eran evidentes.

Más tarde, tuve la dicha de ser yo el primer decano no comisario. Pero la elección no era de las alimañas, sino de los caballeros. El día frescamente soleado de mayo del 76 que, convocados por el rector, concurrimos a las urnas, se me acercó el último comisario, Carlos Seco Serrano, cuando accedíamos al rectorado, entonces un claustro de la Residencia, y me expuso brevemente sus razones para no esperar nada de tal votación, a lo que yo, que barruntaba e intuía un falso escepticismo, pasaba a una sanción nada inútil y menos negativa. La fortuna me sonrió, sin embargo. Aunque ni los muchos anuncios, ni la resolución, con ser favorable, no era nada desdeñable ni antirreglamentaria. Fui pues decano por decisión y consenso mayoritario de los reunidos en el Rectorado. Donde parecía no haberlo era “arriba”. Porque el subsecretario de Educación, que me había advertido, a modo de enhorabuena, que lo mejor era dejar que Seco terminara el curso, que ya iba en caída libre, que terminara con su volapié y que yo comenzara de nuevo otra vez con esperanza y futuro.

Recuerdo perfectamente mis primeras clases en la facultad. Ocupaban un lugar preferente unos seis individuos que, apenas iniciado mi curso sobre el Padre Feijoo, abrían su periódico en primera fila (era, sin duda, El País) y se ponían a leerlo. Silencio. Que era luego seguido de fumata blanca. Terminada la clase se dirigían a mí y me ofrecían el tabaco rubio que habían fumado, mientras yo dirigía mi discurso sobre los “discursos” del benedictino. Luego venía la ofrenda: ¿no quería yo acompañarlos lo que me ofrecían en pitillera de plata, que era rubio? Les identifiqué como los protagonistas de la “muerte” del decano Armiñán y de los que, viéndome entrar y salir de la facultad, preparaban mi defenestración.

Mi actividad primera fue la de ir soltando poco a poco la calderilla de sobra que los ministerios habían colocado entre el profesorado

Mi actividad primera fue la de ir soltando poco a poco la calderilla de sobra que los distintos ministerios (Turismo, Educación, etc.) habían ido colocando entre el profesorado. No era, claro está, por deseo de mejorar el resultado de la mezcla; más bien, era el deseo de ayudar a los que tenían necesidad de una promoción o escabel donde situarse o ayudar con premio a los prestigios adquiridos. Pero también es de recibo entender que otras facultades tenían individuos a los que concurrir en demanda de una mayor profesionalización o especificidad.

Otra necesidad inaplazable parecía también precisa: programas adecuados a una facultad nueva con una cierta limitación temporal. Empezando por mí mismo: ¿interesaba, por cierto, lo que en la Filología pasaba con los orígenes de la lírica o debíamos partir de Feijoo y los comienzos del ensayo y la prensa escrita? ¿España contemporánea o España moderna?

Y otros muchos temas que se debatieron en mayoría, como el del acceso al Periodismo desde la profesión inicial: fotografía, libre formación del escritor, sección de Imagen, etc., etc. Todo un enfoque profesional y técnico.

Pero mientras el tiempo nos devoraba con nuevos problemas y tiempos, el catedrático de Literatura de la Autónoma de Madrid, don Enrique Moreno Báez, se murió. Tuve una entrevista con su rector en la que, entrando en mi ayuda, don Gratiniano Nieto me dijo que, si lo quería, tenía un destino para mí: el vicerrectorado. Pero no pude ayudarle. Gratiniano cambió su cátedra a otra facultad de Bellas Artes, luego también se murió. Lo fui con Schuler, pero esto desborda ya cronológicamente mi camino. Mi camino fue democratizar en varios sentidos lo vivido por otros fuera y dentro de nuestro país.

José Luis Varela fue decano de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM de 1976 a 1977

 

** El actual decano, Jorge Clemente, declinó la invitación a participar por no disponer de tiempo.