El mito del lector deja paso a la ‘caza’ del usuario
Aún retumba en la memoria el eco de la ponencia de Pepe Cervera en el pasado Congreso de Huesca, el foro primaveral de referencia para el periodismo digital en español. El autor mostró que, más allá del fracaso del negocio, los medios estamos fallando en lo esencial: comunicar correctamente en internet. La explicación es que, como animales de costumbres, nos obcecamos en repetir en todas las plataformas lo que hemos aprendido en el papel y, en consecuencia, tratamos al público como a lectores. El empecinamiento profesional no nos deja ver que estamos tratando con lo que Cervera llama “usuarios”, que no es lo mismo.
FÉLIX BAHÓN*
De alguna manera, la nostalgia y el elogio social, que carga de prestigio al viejo lector, impide analizar las dimensiones del gran cambio. Muchos medios tratan a sus usuarios en la red con displicencia y, en ciertos casos, de manera denigrante. Hasta que llegan las cuentas de resultados y en las redacciones se habla por enésima vez de la muerte del papel. Hay que atraer internautas a todas las plataformas digitales de las cabeceras, sean en forma de página web o aplicaciones para tabletas o móviles. Conseguir el ansiado clic se ha convertido en objetivo esencial. Y ahora sabemos que el tráfico no llega por la home (página principal). Porque la pasividad del antiguo lector ha sido sustituida por un usuario activo, que no encaja bien el tradicional monólogo del periodismo. Quiere participar en el diálogo y, lo que es importante para directivos y programadores de medios, diseña su propio itinerario informativo. No es fiel a uno solo ni entiende de jerarquías noticiosas. Para Cervera, mientras la lectura tiene connotaciones de soledad, la navegación del usuario por la red es una práctica social, gregaria y participativa. La difusión del conocimiento, y también de la información, se debería adaptar a los tiempos, razona el ponente.
La comunicación, titulada Elogio del usuario, está disponible en la red, en la página del Congreso de Huesca y también en el Blog de Pepe Cervera. La conclusión es clara: “Los medios digitales deben abandonar el mito del lector y empezar a trabajar en productos que puedan satisfacer y resolver los problemas del usuario y, a través de ellos, los problemas de la sociedad en su conjunto. De lo contrario, no solo acabaremos por desaparecer, sino que nadie nos echará de menos”.
FUENTES: www.congresoperiodismo.com, http://blog.rtve.es/retiario
Otra forma de entender la objetividad
Al grito de “no hace falta salvar los periódicos, pero es imprescindible mantener un periodismo digno” se han alzado ya numerosas voces. Una de las más autorizadas es la de Jay Rosen, profesor de Periodismo en la Universidad de Nueva York, considerado uno de los mayores representantes del periodismo cívico, quien no se ha cansado de repetir una y otra vez que lo estamos haciendo mal. Rosen plantea desde hace un par de décadas que es necesario implicar a los lectores en los asuntos públicos para fortalecer la democracia. En su libro What are journalists for?, publicado en 1999, propone que los medios revisen la función y la importancia de los comentarios que los usuarios hacen a las noticias y columnas periodísticas. Es partidario de que los periodistas intensifiquen su presencia en esos mensajes de ida y vuelta, lo que contribuirá, en su opinión, a reducir comentarios ofensivos y aumentará la calidad del contenido del medio.
Pero no todo el mundo en la profesión está de acuerdo con Rosen. ¿Es lícito que el profesional del periodismo vaya más allá de contar una historia hasta agotarla para comenzar el nuevo ciclo de la búsqueda de otras nuevas? Para el crítico profesor estadounidense, no solo lo es, sino que pide además a los profesionales que contribuyan a “catalizar el debate público”, que es una forma de producir necesarios cambios en la sociedad. La participación de los usuarios en la red va abriéndose paso. Hoy pocos la ponen en duda, pero al principio se publicaron comentarios airados en cabeceras tan influyentes y poco sospechosas de inmovilismo como The New York Times y The New Yorker. No es para menos, porque se cuestiona el sacrosanto principio de la objetividad, al menos como lo hemos entendido hasta ahora. Los comentarios sin control en un texto podrían convertirse en una pesadilla para el medio y desviar el sesgo informativo de la información. La propuesta es interpretar el concepto de interacción, actualizarlo y despojarlo de inmovilismos ideológicos. Rosen lo plantea como único camino para superar la situación crítica en la que está inmersa la profesión.
“El periodista debe cultivar más la democracia mediática”, piensa Rosen. En sus clases de Pensamiento Digital entrena a sus alumnos para que compartan información y opiniones en redes sociales como Facebook, así como para que presten atención a los dispositivos móviles, sobre todo a las aplicaciones –cambian, según dice, a velocidad de vértigo y han de mostrar contenidos diferentes a los ofrecidos en papel–. E igualmente, les induce a que estén atentos a nuevas experiencias de negocio: les invita a investigar en el periodismo de datos; a aprender nociones de analítica web, con el fin de comprender mejor el comportamiento de las audiencias y para que sepan actuar ante ellas sin convertirse en esclavos de los números; a estar atentos a eventos organizados por instituciones punteras como la Fundación Nieman y su Nieman Lab y a experiencias pioneras como las de Gigaom o Techdirt, y, por supuesto, les pide que no pierdan de vista los movimientos de nuevos medios estadounidenses sin ánimo de lucro como ProPublica, Texas Tribune o MinnPost.
FUENTES: www.journalism.org, http://nieman.harvard.edu, www.americanpressinstitute.org
¿Quién influye en quién?
Jay Rosen es muy consciente de que las grandes empresas de información han desplegado sofisticadas herramientas digitales para seguir a la audiencia por medio de cookies (también llamadas “galletas informáticas”, que llevan información de interés sobre la navegación de un ordenador). En este sentido, aconseja también a sus alumnos seguir la pista de Google, verdadero maestro en su uso comercial. Todos los medios parecen mirar hacia estos microarchivos de datos como una de las posibles vías para llegar a la deseada audiencia.
El planteamiento informático de las cookies es bastante sencillo, pero, desde el punto de vista del periodismo, nos pone frente al enésimo reto, que, como tantos otros, acabará por cambiar la forma de interpretar y jerarquizar la información. Un estudio realizado por la Universidad de Texas en colaboración con la de Minnesota muestra que si hace años los periodistas se resistían a considerar las opiniones de la audiencia, son cada vez más conscientes de que los usuarios deciden mucho. La forma de navegar más usual es ahora a saltos y pasa por encima de
cabeceras. Las nuevas métricas de la red así lo demuestran. También nos enseñan, como dice el estudio, firmado por Angela M. Lee, que hay una gran diferencia entre lo que quieren los periodistas y lo que busca el público. La consecuencia, expresada en las conclusiones, es que las preferencias del usuario afectan y se tienen muy en cuenta en la jerarquización –y colocación en página– de la noticia.
Además, esta influencia no es estática, sino que se intensifica durante el curso del día debido a los efectos virales de la red. Y es curioso que en las secciones de opinión los editoriales no ejerzan la influencia esperada. Conforme a este estudio, las opiniones que los usuarios dejan plasmadas en un medio pesan mucho en la elaboración de la línea editorial, algo que no ocurre a la inversa.
Las implicaciones de estos hallazgos pueden ser trascendentales, aunque aún hay mucho que debatir. Google, por ejemplo, se replantea en este momento su política de cookies en Google +. La métrica digital demuestra que millones de potenciales usuarios de la red social no lo son en realidad. Al darse de alta en otros servicios del buscador, GMail por ejemplo, la empresa ha incorporado a gran cantidad de internautas que luego no tienen actividad alguna. Los algoritmos estadísticos han destapado la pequeña trampa.
Sea como fuere, la cuestión planteada en la Universidad de Texas abre paso a nuevas investigaciones sobre el cambio de paradigma de la influencia en los medios. La falta de suficientes estudios empíricos en esta dirección impide que las hipótesis percibidas se consideren probadas. Lo que ya se puede dar por cierto es que “la potencial audiencia percibida” y sus opiniones, muchas veces palpadas a través de frívolos trending topics (tendencia o tema del momento en la red), condicionan muchas decisiones editoriales: desde la jerarquización y su colocación en la página web a imperceptibles sesgos en la opinión, pasando por la repercusión en la publicidad de la cabecera.
El de la función de gatekeeper (guardabarreras de la información) es otro principio del periodismo tradicional que necesitamos aclarar debidamente, tanto por las implicaciones que tiene sobre la información y opiniones ofrecidas por el medio como por la repercusión que inevitablemente tiene en el tráfico de las páginas y en la publicidad. A primera vista no parece que la métrica de la red vaya a favorecer un periodismo más limpio y desinteresado, pero la cuantificación del impacto de informaciones es un elemento valioso de benchmarking editorial (proceso sistemático y continuo de evaluación de los productos, servicios y procedimientos de trabajo de las empresas). Una sugerencia de los autores de la investigación, que piden ampliar el estudio, es que también existen métodos para manipular los trending topics y, por tanto, la percepción de la audiencia.
FUENTE: https://online.journalism.utexas.edu/
Un ojo en las redes y otro en las novedades del sector
Las redes sociales resultan esenciales para que los medios capten a la audiencia y, como señala el articulista Ken Doctor desde la Fundación Nieman, dependiente de la Universidad de Harvard, esto no solo ocurre para la prensa. La radio y la televisión buscan nichos de oyentes y televidentes que llegan a ellas a través del intercambio que hacen los usuarios de Twitter y Facebook. Para este analista, es importante, además de la nueva clientela, la fuente de contenidos gratuitos que las empresas periodísticas encuentran en estas plataformas.
Desde la Universidad de Luisiana, Steve Buttry, considerado otro de los grandes analistas de medios estadounidenses, va más allá. Apuesta por Twitter frente a Facebook para buscar nuevas fuentes de ingresos, al margen de las suscripciones y contratos publicitarios tradicionales. Ve en Vox y Cir.ca los ejemplos más claros para innovar la producción informativa.
Vox es una apuesta por el periodismo explicativo y el intercambio de noticias entre usuarios que acaba de cumplir su primer año de historia. Fundado por Melissa Bell, experiodista de The Washington Post, quien ha fichado a algunos antiguos compañeros para este proyecto, que ha demostrado que se puede rentabilizar el archivo periodístico sin recurrir al refrito. Historias antiguas, aunque de temática vigente, se actualizan gracias a nuevos titulares, reconstrucción de contexto y aporte de noticias complementarias y enlaces. Finalmente, estas nuevas piezas se envían a las redes sociales, donde se genera una amplia respuesta, incluso con informaciones que antes habían pasado inadvertidas y que adquieren así una nueva dimensión.
En abril de este año, la editora Vox Media ha dado un paso más para saber qué características de una historia periodística generan interés en las redes. Para ello, ha adquirido OpBandit, un software cuyo algoritmo diferencia si la interacción se produce a causa de clics realizados en la propia información o en los retuits y comentarios asociados a esta. Esta tecnología funciona con todas las redes sociales, y se implementará en varias plataformas digitales de la empresa, como Curbed y The Verge, además de con Vox.com.
Cir.ca, el otro ejemplo a seguir según Steve Buttry, es una aplicación que nació a finales de 2012 en el entorno de Apple. Cuando se escriben estas líneas, va por la versión 3.1.3. Con el lema “Todas las noticias en segundos”, ofrece un dificilísimo ejercicio de contención entre los textos periodísticos largos y las pantallas pequeñas. Cada día ofrece un cuidadoso resumen de las noticias más importantes apropiadamente tratadas por el equipo redaccional. Después, con un funcionamiento parecido a un agregador de RSS, el usuario puede actualizar los nuevos datos informativos que van apareciendo, sean estos citas, fotos, mapas o estadísticas.
Esta aplicación permite que los boletines se transformen a una pantalla mayor, lo que investiga sobre una experiencia de lectura más allá del móvil. El diseño se adapta, además de a teléfonos inteligentes, a ordenadores y tabletas. La idea quiere optimizar la utilización de redes sociales, por lo que permite, e incluso invita, a compartir los artículos por correo electrónico, mensajería, Facebook y Twitter. Una vez inscrito a la función de seguimiento (following), la web envía notificaciones de actualización de las informaciones que más interesan al usuario.
La descarga de Cir.ca es gratuita en la AppStore. Para dar una idea de lo que significa, solo hay que leer los comentarios (todos de aprobación) de usuarios que la han instalado y la usan. Para los estudiosos, resulta interesante la diferenciación que hacen sus desarrolladores entre “atomizar” (atomize) la información y “resumir” (summarize). Ellos atomizan, es decir, parten la información en pequeñas dosis y la ofrecen como hechos, estadísticas, mapas, artículos… No les gusta el resumen, que, a su criterio, es lo que hacen los demás cuando crean una versión más pequeña de un artículo o una historia de largo recorrido. Eso es cercenar la información. Se puede ahorrar tiempo de lectura sin perder la esencia del contenido. Es su compromiso.
FUENTES: www.theverge.com, www.poynter.org, AppStore
Facebook, cosa de viejos
Como el gran laboratorio social que es, internet obliga a ensayos de prueba y error, si bien facilita e
normemente el emprendimiento. Y todo va muy rápido. En la ISOJ del Simposio Internacional de Periodismo Digital (ISOJ, por sus siglas en inglés), celebrado en la Universidad de Texas en Austin, nos enteramos de que Facebook envejece mal. Para determinados medios, es preferible estar presentes en otras redes sociales, como Instagram, Snapchat, Tumblr y Pinterest. Son las redes sociales preferidas por los más jóvenes y hay que ir a buscarlos allí.
Helen Havlak, editora de The Verge (también del grupo Vox Media, comprador de OpBandit), explicó de nuevo a los asistentes al simposio que a la audiencia hay que ir a buscarla allá donde se encuentre, porque no llega a través de la página principal de la web. Dejó claro que cada una de las redes sociales tiene sus propias características y llega a públicos diferentes. Su cabecera intenta adaptarse en medio de la vorágine digital. Por eso, han decidido no centrarse en una sola red social. Puso como ejemplo que, cuando ocurre algún acontecimiento realmente interesante, se pone en marcha una cobertura por Snapchat, lo que a su juicio tiene beneficios. Han llegado a contar 15.000 visionados de un solo evento. Y las consecuencias son virales porque, como dice la periodista, los jóvenes son muy apasionados.
Trei Brundrett, compañero de Havlak como jefe de producto de Vox Media, asegura que estos aparentemente pequeños detalles empiezan a marcar la diferencia. La empresa cuenta con tres ingenieros que dedican su jornada laboral al completo a asegurar que la velocidad de carga de sus páginas sea óptima y se adapte a los dispositivos móviles que manejan estos jóvenes inquietos. Durante el lanzamiento del Apple Watch (el prometido reloj de la marca de la manzana), consiguieron una cobertura en directo mucho más rápida que cualquier página de la competencia. “Si tu producto digital no se carga en un segundo, inmediatamente pierdes la atención del usuario”, explica. Sin embargo, la mayoría de las webs informativas tardan una media de siete segundos en cargar. Se trata de una carrera contrarreloj y contra la impaciencia de los usuarios, que se han mostrado poco fieles a un dominio concreto.
FUENTES: www.niemanlab.org, nohacefaltapapel.com
… y de hombres apolíticos
En el mismo congreso, el encuentro internacional más relevante para estar al tanto de las novedades en periodismo digital, Fiona Martin (Universidad de Sidney, Australia) expuso el desafío que supone para los medios digitales verse expuestos a los comentarios de los lectores. Para ello, presentó un extenso estudio realizado en 40 medios del Reino Unido, Estados Unidos, Australia y Dinamarca. Muchas de sus reflexiones, como es natural, ya las habíamos escuchado en Huesca. Sin embargo, la atención de los presentes subió varios enteros cuando concluyó que solo el 3 % de quienes comentan en la web del Guardian se identifican como mujeres. Es más, en su estudio se demuestra que las mujeres no suelen presentarse como tales en la red. El uso de nicks (seudónimos) ambiguos se ha convertido en una práctica común con el fin de evitar reacciones machistas. Otro dato sorprendente revelado por la profesora Martin: los usuarios de Facebook, sean hombres o mujeres, no suelen hacer comentarios políticos sobre asuntos muy polémicos. El contacto con sus followers (seguidores) en la red social es demasiado estrecho y, para los autores del estudio, esto provoca autocensura.
Sin embargo, el consejo es abrir los comentarios. Una fórmula para usuarios reticentes a la exposición en la red es, según Fiona Martin, permitir también fórmulas intermedias, como poner nota a los comentarios. A muchos trolls (usuarios abusivos) no les es suficiente con tener que inscribirse. La regulación intermediada podría ofrecerse como solución (además de los filtros de software clásicos). Lo importante es que los medios sigan abiertos a la gran conversación.
FUENTES: www.niemanlab.org, nohacefaltapapel.com
Menos tabletas, más ‘newsletters’
En Austin, Ana Ramírez presentó el exitoso crowdfunding (financiación colectiva) que se ha llevado a cabo ante la salida de El Español, la cual en ese momento ya había pasado de los tres millones de euros recaudados y llegó a superar los 3.600.000. La ponencia se centró en la microfinanciación en Europa. Los ejemplos a seguir: el holandés De Correspondent, el alemán Krautreporter y el húngaro Direkt36. También mencionó la inspiración de la Radio Pública Americana (NPR), que combina financiación pública y privada.
Según la excelente crónica “minuto a minuto” que ella misma junto con Eduardo Suárez hicieron en el blog No hace falta papel (preparatorio de lo que será el diario digital que se lanzará este otoño), en los tres días del congreso se habló mucho de periodismo móvil; pero no de tabletas, un dispositivo que parece no obsesionar ya a los editores a un lado y otro del charco. Por ejemplo, las largas historias de Politico tienen una gran aceptación entre los usuarios de teléfonos inteligentes, lo que anula un prejuicio bastante extendido sobre la lectura de textos breves adaptados a las pantallas pequeñas.
Otra barrera que varios de los ponentes se encargaron de echar abajo es la de considerar el uso del correo electrónico como canal anticuado. Hasta Rosental C. Alves, fundador y director del Centro Knight para el Periodismo en las Américas, que organiza desde hace 16 años el simposio, concluyó que “el correo electrónico es la nueva home”. Para este profesor de la Universidad de Texas, la newsletter (boletín de noticias que los medios envían por correo electrónico a ciertos suscriptores) es una interesantísima forma de atrapar usuarios, pues se les da un magnífico y cómodo servicio informativo. Dos ejemplos de renovación de estos boletines digitales son Quartz y The Skimm, ambos proyectos nacidos en 2012 en Estados Unidos. El primero ya cuenta con ediciones para Europa y Asia y cuenta con 100.000 lectores al día, con una tasa de apertura del 50 %.
Como se expuso en el congreso, probablemente sean dos de las experiencias más exitosas e innovadoras del panorama actual. Se basan en lo que se ha venido en llamar la “curación de contenidos” (content curation), que no es ni más ni menos que filtrar y seleccionar la información desde el punto de vista personal de un periodista. Quartz lo escribe una persona y otra lo edita antes de enviarlo y The Skimm es un proyecto iniciado por dos periodistas, Carly Zakin y Danielle Weisberg.
Un equipo muy reducido, por tanto, para “preparar” cada día las noticias que van a enviar por correo electrónico a sus suscriptores. De las dos cabeceras, Quartz da más importancia a la web, mientras que The Skimm prefiere mantener el correo electrónico en primer plano. Sus secciones abarcan lo que ha sido noticia, lo que va a suceder, las polémicas más relevantes del día, más artículos destinados a sorprender al usuario y, a la vez que le in
forma, ofrecerle temas de conversación con amigos y colegas. Se trata de una forma de sintetizar, jerarquizar la información y ofrecerla diariamente en la carpeta del correo electrónico de los suscriptores, generalmente usuarios que desean ahorrar tiempo con la información.
FUENTES: www.niemanlab.org, nohacefaltapapel.com