Fundaciones y microempresas: nuevas formas de hacer periodismo
Civio, PorCausa, Quepo y Datadista son algunos de los proyectos que están impulsando un periodismo que busca nuevas formas de presentar y contar las noticias. Distintos temas, desde diferentes enfoques, pero siempre a partir de las reglas más básicas de la profesión: precisión, rigor y profesionalidad.
AURORA M. ALCOJOR*
Periodismo desde fuera de los medios, sin seguir la agenda informativa ni atenerse a las tradicionales secciones. Periodismo impulsado por fundaciones sin ánimo de lucro o pequeñas microempresas que buscan nuevas formas de presentar y contar las noticias. Entidades con un toque de activismo, con el objetivo de poner ciertos temas encima de la mesa e incorporarlos al debate público. Una forma de trabajar a la que podríamos poner un montón de apellidos, pero que, a fin de cuentas, no es más que periodismo, articulado en torno a las reglas más básicas de la profesión: precisión, rigor y profesionalidad.
Son fórmulas que han comenzado a asentarse en España muy recientemente, si bien ya tienen antecedentes firmes en otros lugares como los Estados Unidos y América Latina. Proyectos que no encajan en el periodismo ciudadano –las personas que están detrás de estas entidades son profesionales con una amplia carrera a sus espaldas–, pero tampoco en los tradicionales medios de comunicación. En España, encontramos proyectos como Civio –que promueve la transparencia de las instituciones por medio de la tecnología y el periodismo–, PorCausa –fundación dedicada a la investigación y el periodismo–, Quepo –activistas de la comunicación– o Datadista –proyecto basado en la investigación, análisis y explicación de la realidad–, por señalar algunas.
Firmes antecedentes en los Estados Unidos y América Latina
Los inicios
No es fácil poner una fecha de inicio al surgimiento de este tipo de plataformas, pero sí se pueden señalar algunos condicionantes que las hicieron posibles. Ramón Salaverría, director del Center for Internet Studies and Digital Life de la Universidad de Navarra, en la que es además profesor, señala que en España se han dado dos importantes fenómenos que se entrelazan entre sí: “Por un lado, la enorme y rápida evolución tecnológica de los últimos años, que ha permitido el acceso a herramientas que hasta hace muy poco solo estaban al alcance de las grandes empresas y, por otro, la crisis económica, que afectó enormemente a los medios de comunicación y que se tradujo en un buen número de profesionales con enorme experiencia que de repente se encontraban al margen del mundo laboral”.
A esto se une, según el profesor Marcos García Rey, miembro del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y coordinador del máster en Periodismo de Investigación, Datos y Visualización de la Universidad Rey Juan Carlos, un contexto de redacciones muy rígidas, cerradas a las nuevas plataformas, muy poco porosas a las nuevas tecnologías y aún menos dispuestas a dejar espacio a las propuestas de los nuevos talentos. Todo ello, en un contexto en el que los medios tradicionales siguen trabajando dentro de un modelo un tanto anticuado: “No digo que esté agotado, pero sí se aleja de lo que piden los consumidores. Creo que el hecho de que los lectores se estén desligando de los medios que habitualmente leían no es tanto por las componendas políticas de unos y otros, que las ha habido siempre, sino porque los productos informativos que ofrecen están alejados de la gente”.
Es en esta situación en la que periodistas muy cualificados y expertos de otros campos profesionales comienzan a unirse. “Obviamente, estos profesionales no se quedan de manos cruzadas. Muy pronto comienzan a unirse, invertir y, además, lo hacen ateniéndose a sus propias aspiraciones e inquietudes”, explica Salaverría.
A finales de 2011 surge el germen de lo que será Civio, de la mano de David Cabo, actual director, y Jacobo Elosua, hoy presidente de la fundación. Cabo y Elosua se conocen en iniciativas relacionadas con tecnología y transparencia, como AbreDatos, desde la que se incitaba a la apertura de los datos públicos por parte de la Administración y al desarrollo de aplicaciones para que los pudieran usar los ciudadanos. Ambos tenían experiencia en temas de transparencia y habían visto cómo funcionaba en otros países. Se preguntaban por qué en España no existían iniciativas similares y, con el referente de iniciativas como Sunlight Foundation, MySociety o Ciudadano Inteligente, dan forma a lo que será Civio. En febrero de 2012 ya están constituidos oficialmente como fundación sin ánimo de lucro, con el objetivo de “trabajar por una transparencia real y libre acceso a los datos públicos”, según explican en su web. En un principio tenían un enfoque mucho más tecnológico que periodístico. La idea era crear herramientas para mejorar el acceso a la información pública, aunque pronto comprendieron que para que la gente consuma ese tipo de información técnica es necesario ofrecer contexto, no solo datos. Desde entonces, creció la parte periodística y de análisis y ya han lanzado proyectos de gran envergadura, como “El BOE nuestro de cada día”, “España en llamas”, “El indultómetro” y “Quién cobra la obra”.
La Fundación PorCausa, otro de los referentes, se constituye oficialmente en septiembre de 2013. Es un proyecto que ya llevaba meses forjándose en la mente de sus creadores, Gonzalo Fanjul, economista especializado en pobreza y desigualdad, y Gumersindo Lafuente, exdirector de Elmundo.es y exrresponsable del cambio digital de El País, entre otras cosas. A ellos se suman desde el principio Carlos Martínez de la Serna, profesor en la Universidad de Stanford, y Lucila Rodríguez, consultora de comunicación con amplia experiencia en el tercer sector. Su enfoque era común: la preocupación por el escaso nivel de la información periodística en España y la intención de mejorarla. Su propuesta, además, aunaba la visión de periodistas e investigadores, trabajando juntos desde la primera fase de la investigación para analizar en profundidad temas a los que los medios tradicionales no conceden la atención que merecen, como la pobreza, la desigualdad y las migraciones. Era, digámoslo así, un experimento para crear y ofrecer otro tipo de periodismo. Y solo podía hacerse “desde fuera de la maquinaria del mercado de la información”, según explica Elena Cabrera, coordinadora del área de Periodismo de PorCausa.
Años antes, en 2007, había nacido, también muy alejado de la “maquinaria de la información”, Quepo, una “agencia de comunicación, distribuidora y, sobre todo, un colectivo de activistas”, que trabajan la comunicación como “herramienta de información, denuncia y sensibilización para concienciar”. Comunicación entendida en su más amplia acepción: “Una asamblea o el Parlamento, una discusión política con un amigo o una película de ficción, un artículo en prensa o un videoclip. Todo son espacios o herramientas de comunicación”, explica Pablo A. Zareceansky, uno de los fundadores de la organización. Su primer documental fue El proceso de lo posible, un análisis político y humano sobre el Foro Social Mundial.
Y en diciembre de 2016 ha terminado de tomar forma definitiva Datadista, un proyecto que nace con el lema “Datos y narrativas para salir del ruido” y del que sus creadores, Ana Tudela y Antonio Delgado, ambos periodistas con una larga experiencia en diversos medios, ya han ido ofreciendo píldoras, como sus “Cuadernos de la corrupción”, que dan buena muestra de lo que será el producto final. Son cuatro ejemplos, muy diferentes pero con puntos en común, para ayudarnos a entender qué es este nuevo tipo de periodismo para el que, quizás, todavía no tengamos un nombre.
Buscando una definición
“No somos una ONG ni un nuevo medio. Somos una cosa distinta”, explica Elena Cabrera, de PorCausa; “pero sí podemos definirnos: hacemos periodismo independiente y de servicio público, basado en la investigación social”. En Datadista, por su parte, se definen como un “proyecto periodístico basado en la investigación, análisis y explicación de la realidad que nos rodea”; mientras que desde Civio hablan de “tecnología abierta, contexto y periodismo para el poder ciudadano”, y en Quepo se refieren al “diseño de estrategias emancipadoras para la transformación social”. No obstante, quizás, detrás de todas estas definiciones se esconda algo mucho más sencillo, algo que se podría llamar periodismo, a secas.
Un referente claro para muchos de ellos es ProPublica
Un referente claro para muchos de ellos es ProPublica, que desde 2008 funciona como una agencia de noticias independiente en los Estados Unidos y que ha publicado reportajes de gran envergadura, hasta el punto de que una de sus reporteras fue galardonada en 2010 con el Pulitzer en la categoría de periodismo de investigación.
Asimismo, existen modelos, y muchos, en el mundo hispanohablante. De hecho, en América Latina se encuentran algunos de los que más impacto y repercusión tienen. Casi todos citan a Plaza Pública (Guatemala), La Silla Vacía (Colombia) o El Faro (El Salvador) como medios que les sirven de inspiración a la hora de trabajar. “Medios que reciben financiación de diferentes fundaciones para hacer periodismo crítico, de servicio público y sin presiones”, explica Cabrera.
Porque, en este campo, Latinoamérica nos lleva la delantera. En buena medida, gracias al impulso que desde Colombia está dando la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), creada por Gabriel García Márquez en 1995, y el apoyo que reciben de organizaciones de los Estados Unidos. En general, están haciendo periodismo de muy alta calidad, y el caso de El Faro, reconocido mundialmente por sus reportajes sobre la violencia, las maras y las migraciones en Centroamérica, es especialmente ilustrativo.
Por supuesto, también están los clásicos, como The Guardian, “por la pasión que tienen por el periodismo”, señala Ana Tudela. “Aunque lleven toda la vida, se arriesgan a hacer cosas que otros no harían, como mandar a dos personas a ver qué ha pasado después del derrumbe del Rana Plaza en Bangladesh”, explica. Y medios nuevos, diferentes, como 538 y Quartz, que se atreven con formatos
y enfoques muy novedosos. Incluso, por qué no, youtubers que inspiran formas diferentes de comunicar y conectar con el gran público, para contar algo interesante y de forma divertida, tal como comentan los fundadores de Datadista.
¿Cómo se financian?
El problema del periodismo de calidad es siempre el mismo: cómo financiarse para garantizar la sostenibilidad sin poner en riesgo la independencia y el rigor. El profesor García Rey lo tiene claro: “De momento, estas organizaciones conviven gracias al tesón, la pasión y el trabajo de sus propios miembros”. El periodismo de investigación es caro: lleva mucho tiempo y hacen falta recursos, unos recursos que ni siquiera los grandes medios le dedican. “El problema en España es que no existe cultura de mecenazgo entre las grandes empresas. Y las que lo tienen no consideran el periodismo como un servicio público, como algo que pueda redundar en beneficio de la sociedad”, resume.
Vías básicas de financiación: apoyo ciudadano, subvenciones y prestación de servicios
Así que la sostenibilidad es compleja. De momento, se vislumbran tres vías básicas de financiación. Por un lado, el apoyo ciudadano como base para el mantenimiento estructural: son los “cómplices”, “pioneros” o, sencillamente, “socios”, según la terminología de cada entidad. Personas que aportan una cantidad de forma periódica y que dan cierta estabilidad al proyecto. Además, tal como explica Javier de Vega, responsable de Comunicación de Civio, “son personas que te conocen, difunden los proyectos, te apoyan y, al mismo tiempo, contactan directamente contigo si algo no les gusta”. A esta vía se suma lo recibido en crowdfundings [financiaciones colectivas] o llamamientos puntuales que responden a proyectos concretos. El problema es que, siendo una vía imprescindible, es también minoritaria en los presupuestos.
Los otros dos ejes de financiación vienen en forma de subvenciones o becas (grants), por parte de entidades nacionales o internacionales, y de la prestación de servicios. En el caso de las subvenciones, organizaciones como la Open Society Foundations y la mencionada FNPI son clave para el desarrollo y mantenimiento de estas fundaciones, aunque en ocasiones reciben también financiación de entidades públicas.
En cuanto a la prestación de servicios, se realiza a través de diferentes vías. En el caso de Quepo, reciben peticiones externas, generalmente de otras ONG u organizaciones similares, para campañas y proyectos concretos. En Civio ofrecen la posibilidad de adaptar sus herramientas de open data a las Administraciones, y en PorCausa también realizan proyectos concretos junto con otros medios. Además, todas ellas ofrecen formación, ya sea a otros periodistas, a empresas de comunicación o a la propia Administración: talleres, cursos y seminarios especializados en nuevas narrativas, periodismo de datos o enfoques para tratar la pobreza, por ejemplo.
En el caso de Datadista, que nace como empresa, las vías de financiación difieren: los socios son Ana Tudela y Antonio Delgado, que también han puesto el dinero “suficiente, pero muy alejado de los presupuestos mastodónticos con que nacen otros medios, para que pueda funcionar durante un tiempo”, explica Tudela. A partir de ahí, “los lectores decidirán”, asume.
Complicada relación con los medios
La relación de estas nuevas plataformas y los medios tradicionales podría definirse como complicada. Por un lado, todos vienen del mismo sitio, se conocen y hay una larga historia conjunta (en ciertas ocasiones, incluso se produce una simbiosis beneficiosa para ambos). En PorCausa y Civio, por ejemplo, realizan investigaciones que publican en sus propios canales, pero que también ceden a algunos medios sin contraprestación. El objetivo es dar visibilidad a los temas, lo que entronca con el componente activista de estas organizaciones.
“El objetivo es que, a partir de las investigaciones de PorCausa, podamos publicar de la manera que le convenga mejor a la historia. No buscamos la exclusividad, sino el alcance y el impacto. Tenemos un tema, trabajamos en él gracias a nuestra propia financiación y con nuestro enfoque, y se lo ofrecemos al medio que consideremos que mejor lo va a tratar. El medio no tiene que pagar por ello, pero tampoco tiene capacidad de decisión sobre lo que se publica”, aclara Cabrera. Algo similar sucede en Civio, algunos de cuyos proyectos se han replicado en medios nacionales e internacionales –en ocasiones, con más repercusión incluso fuera que dentro de España–, como fue el caso de Medicamentalia.
También en Quepo y Datadista buscan alianzas, no solo con otros medios, sino a través de otras vías de difusión: “Buscamos los canales más potentes que cada producto permite”, explica Zareceansky. Así lo hicieron por ejemplo con Interferencies, la primera película de ficción creative commons que entró en la cartelera del cine en España. También han estrenado documentales en televisión y el webdoc de “Projecte FAM”, con Critic y Eldiario.es.
De igual modo, Datadista, que también publica con licencia creative commons, busca el mejor medio para cada una de sus historias: “Utilizamos todos los canales a nuestra disposición. La web es importante, pero no es el único canal: nos valemos de redes sociales, colaboramos con otras fundaciones o medios y el contenido que elaboramos lo puede usar quien quiera. Ya hemos colaborado con Ctxt, por ejemplo. Lo interesante es que la difusión sea máxima. Nuestra filosofía es la de una start up [empresa emergente]: necesitamos masa crítica, que conozcan nuestro trabajo, que vean que es bueno”.
El riesgo, cree García Rey, es que los medios terminen vampirizando el trabajo de las organizaciones, pues no se implican en el proyecto ni lo financian, solo le dan visibilidad. Incluso así, de momento, parece ser la mejor vía paradivulgar sus contenidos.
Equipos multidisciplinares
La complejidad y la profundidad de los temas tratados llevan a que los equipos que integran estos proyectos sean generalmente multidisciplinares, con técnicos, periodistas y profesionales de otros perfiles. En el caso de PorCausa, por ejemplo, en el equipo de investigación cuentan con una politóloga, una antropóloga y un experto en relaciones internacionales. “Y cuando hablamos de periodistas, no buscamos tanto reporterismo puro como periodistas con formación o interés especial en temas más amplios, como puedan ser las migraciones internacionales”, apunta Cabrera.
En Datadista, el perfil es más periodístico, siempre que “no tengan miedo a aprender cosas nuevas, que lo mismo ‘hagan calle’ que levanten el teléfono o se pongan a investigar datos en un Excel”, cuenta Tudela. Profesionales, en resumen, convencidos de que el periodismo se puede hacer con cualquier tipo de herramienta o soporte: “A veces, el grueso de la investigación es leerte el sumario”, explica Tudela, quien lleva ya leídos unos cuantos... “Se trata de no repetir los titulares de todo el mundo, de darle otros enfoques al tema. Estamos en un mundo de periodistas leyendo a periodistas, políticos hablando para periodistas… y hay que salir de ahí. Pero, para atraer al público, hay que preparar muy bien los temas y contarlos con nuevas narrativas. A veces, pasas semanas estudiando datos para luego plasmarlo en un vídeo que parece sencillísimo”, añade.
Cada proyecto tiene unas necesidades específicas, por lo que es necesario contar con expertos de otros campos
Los fundadores de Quepo eran principalmente cineastas, si bien actualmente cuentan con un equipo multidisciplinar y “en cada proyecto se buscan, cuidadosamente, profesionales especializados”, dice Zareceansky. Este es un punto en el que coinciden todos: cada proyecto tiene unas necesidades específicas, por lo que es necesario contar con expertos de otros campos. “Trabajar con datos es un tema complejo, que requiere técnicas de programación y herramientas muy concretas; a veces, hacen falta perfiles que hasta ahora no había en las redacciones”, esclarece Antonio Delgado, de Datadista. En PorCausa, cuando necesitan enfrentarse a cuestiones más técnicas, buscan aliados en organizaciones similares: por ejemplo, Populate, la organización que desarrolló las herramientas y el buscador para los papeles de Panamá.
En este sentido, en ocasiones, puede ser difícil encontrar ese tipo de perfiles, pues la formación reglada no ha avanzado tanto en este campo. “De momento, las facultades de Periodismo siguen con planes de estudios más anticuados; la universidad española es poco dada a los cambios”, sostiene García Rey. En el máster que él dirige, la mayor parte de los estudiantes son periodistas con experiencia que buscan nuevas herramientas para desenvolverse mejor en este nuevo mundo de datos.
Periodismo de servicio público
Todas estas organizaciones tienen un componente activista, más o menos marcado. “Apostamos por un periodismo de servicio público, que no es equidistante, ni objetivo, pero sí riguroso”, explica Cabrera, de PorCausa. En Civio tratan de influir en las políticas públicas, y su trabajo se hace de forma extremadamente transparente: en la web publican las reuniones y encuentros con otras organizaciones, partidos políticos o representantes de la Administración. En Quepo se definen como activistas y una organización integrada en la economía solidaria: “Todo lo que hacemos lo trabajamos desde el diseño de estrategias emancipadoras para la transformación social. Se trata de usar la comunicación desplegando todos los recursos y estrategias para alcanzar objetivos de cambio social y político”, afirma Zareceansky. Datadista, por su parte, se propone generar un debate sobre el futuro de la sociedad, estudiando y analizando problemas básicos del país a partir de los datos y la investigación: desde qué ha pasado con la hucha de las pensiones hasta cómo se llegaron a crear tan complejas redes de corrupción y clientelismo.
Un futuro incierto
Nadie se atreve a pronosticar un futuro, ya que son modelos que se encuentran en continuo cambio y revisión. Cada proyecto deberá ir adaptándose a una realidad cambiante y a veces caprichosa, que provoca contradicciones, como que la web Tuderechoasaber –un portal de Civio que permitía hacer peticiones de información pública a través de un simple correo electrónico– no pudiera seguir funcionando precisamente a raíz de la promulgación de la ley de transparencia. Curiosamente, a la vez que se elevaba ese “derecho a saber” a rango de ley, el legislador lo dificultaba imponiendo complejos criterios de identificación que hacían imposible las solicitudes por correo electrónico.
Los modelos de estos proyectos se encuentran en continuo cambio y revisión
A pesar de ello, no cabe duda de que la ley de transparencia, promulgada el 9 de diciembre de 2013 –con años de retraso respecto a nuestros vecinos europeos–, ha cambiado la situación para el periodismo de datos y de investigación en este país. De momento, sigue faltando el reglamento que desarrolle la ley, aunque ha sido un gran avance. De hecho, un buen número de estas investigaciones se basa en peticiones de información pública: es el caso de “España en llamas”, “Medicamentalia” y “Las autorizaciones de medicamentos para uso terapéutico en España”.
Además, los lectores dan pistas, sugerencias y filtraciones anónimas para que estas entidades se pongan a trabajar, ya sea a través de buzones como Fíltrala o directamente contactando con las plataformas. Del mismo modo, otros periodistas o investigadores pueden continuar con la investigación, pues estas plataformas liberan las bases de datos. La idea es, en palabras de Antonio Delgado, “fomentar la transparencia practicándola”.
El objetivo es, en definitiva, crear periodismo de investigación y análisis en profundidad, que trate temas que muchas veces se han dejado de lado y hacerlo de una forma innovadora, aprovechando los datos y las grietas por las que se cuela la información. Y quieren hacerlo con el apoyo y el empuje de la ciudadanía, que será, en última instancia, quien decida sobre el futuro de estas nuevas plataformas.