18/09/2014

Debate sobre su idoneidad y posibles mejoras

Lectura crítica de los estudios universitarios de Periodismo

Escrito por Carlos Díaz Güell

¿Son mejores profesionales los titulados? ¿Sirve de algo el título para ejercer el periodismo? ¿No sería más adecuado que el Periodismo fuera una especialización o grado de otras carreras? Mientras las empresas culpabilizan a las instituciones universitarias de licenciar un número de periodistas que son incapaces de absorber, las universidades cargan contra los medios por despreciar la profesión contratando mano de obra barata y no titulada.


CARLOS DÍAZ GÜELL*

Ni el órgano hace la función
ni el hábito hace al monje

Desde que en 1971 un decreto ministerial¹ diera entrada en la Universidad española a los estudios de Periodismo, cerca de 80.000 licenciados han salido al mercado. Y pese a que el número de parados en el gremio no hace más que aumentar, los candidatos a ejercer el oficio no retroceden, hasta el extremo de que, según algunos estudiosos, en 2013 los matriculados aumentaron en un 9,4 % con respecto al año anterior.

Desde entonces hasta ahora, los planes de estudio –dicen sus “rapsodas”– han tratado de adecuarse a los cambios de la sociedad y de la profesión, si bien en ningún caso se ha conseguido silenciar el profundo debate generado en torno a la necesidad de que el periodismo deba tener un nicho exclusivo en el mundo de la Universidad. Tampoco se ha logrado paralizar el alto grado de desempleo que desangra a la profesión mediante la búsqueda de soluciones de futuro, que seguramente las hay, pero que hasta ahora nadie se ha dedicado a buscar.

Pese a todo, la afición no decae, como lo demuestra que en 2012 fueron los estudios de Medicina, Diseño, Periodismo, Psicología y Derecho los que registraron una mayor demanda de grados por parte de los estudiantes. Nada que ver con las necesidades reales del mercado: telecomunicaciones, técnicos comerciales, ingenieros de calidad y responsables de compra.

Las preguntas, hoy como ayer, se repiten con la misma vehemencia y reiteración: ¿son mejores profesionales aquellos que han obtenido un título específico en la Universidad? ¿Sirve de algo un título universitario para ejercer el periodismo? ¿No sería más adecuado que el Periodismo fuera una especialización o grado de otras carreras como Derecho o Económicas?

Respuestas las hay para todos los gustos, pese a que hay que convenir que no todas están guiadas por los mismos intereses; algunos de ellos, ciertamente espurios en la medida de que unos y otros defienden intereses distantes, aunque no siempre igualmente respetables.

Se gradúan más de 3.000 periodistas al año, y solo se emplea a 600

Las posiciones de quienes están a favor y en contra de la formación del periodista en una facultad ad hoc parecen irreductibles. Ante ello solo cabe, a modo de situar el problema, exponer unos datos básicos que ayuden al lector a posicionarse para poder participar en el debate.

• Entre 1995 y 2010, según el Informe Anual de la Profesión Periodística de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), el número de estudiantes matriculados en las carreras de Ciencias de la Información pasó de 29.895 a 52.396.
• Periodismo es la carrera que más estudiantes matriculados tuvo el curso 2009-2010, con 16.306, 2.100 más que en 1998. La segunda es Publicidad y Relaciones Públicas, con 14.979, y, por último, Comunicación Audiovisual, con 11.070.
• El curso 2009-2010 fue el año en el que más alumnos se matricularon en Periodismo, pese a que la nota de corte para poder estudiar esta carrera subió del 6,10 al 6,80 de media. La nota de corte más alta está en Valencia, con un 8,37, y la más baja en Murcia y Baleares, donde solo hay que obtener un 5 en Selectividad.
• Las universidades españolas gradúan a más de 3.000 periodistas al año, pero el mercado solo emplea a 600 de ellos.
• El último informe de la APM refleja que, desde mediados de 2008 hasta noviembre de 2013, se han destruido 11.151 empleos en los medios, 4.433 solo en el último año de ese periodo. El mismo documento muestra que 10.560 periodistas estaban registrados como parados en septiembre de 2013.
• Pese al desolador panorama, la carrera de Periodismo sigue atrayendo a miles de jóvenes y las universidades continúan egresando cada año nuevos/futuros profesionales: entre 2008 y 2012 salieron de las facultades 13.800 nuevos licenciados en Periodismo; solo en 2012, 2.909.
• En España hay 41 universidades públicas y privadas (37, según datos de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación –Aneca–) que imparten los estudios de Periodismo y que concentran la nada despreciable cifra de 19.000 alumnos.
• A pesar de todo, se siguen ampliando las opciones de estudiar esta carrera o los grados que se han puesto en marcha de acuerdo con la normativa europea y que están relacionados con Periodismo. En los 80 se abrieron siete centros; en los 90, doce facultades; en la década de 2000, 16 más. Hoy, el número de titulaciones que incorporan Periodismo como complemento son incontables.
• Hay que constatar un año más el atractivo que ofrecen los estudios relacionados con los medios de comunicación, como muestra el que sean 21.204 (un 4,6 % más) los alumnos matriculados en el curso 2012-2013 en Periodismo, y 18.385 (un 3,1 % menos) los que lo han hecho en Comunicación Audiovisual.
• Así pues, y como sea que en los últimos tres años contabilizados se destruyeron casi 7.000 puestos de trabajo periodísticos, todos los interrogantes continúan vigentes. Uno de ellos, el más trascendental, gira en torno a la relación entre formación y empleo en el periodismo, máxime cuando todo esto ocurre en un momento en que las empresas están pasando por sus horas más bajas y ello comporta su propia desaparición o drásticas reducciones de sus plantillas.

41 universidades, con 19.000 alumnos en total

Un análisis posiblemente incompleto y superficial, pero bastante extendido, nos llevaría a una valoración especialmente descarnada. Trataría de encontrar respuestas en la existencia de una demanda ficticia, que acoge a muchos estudiantes sin especial criterio o con demasiadas dudas sobre su futuro y que optan por una facultad “barata” que requiere personal docente poco especializado.

Con todo, un resultado: más del 80 % de los periodistas que trabajan en España tienen la titulación universitaria, según un estudio dirigido por el profesor Farias, y cada vez más arrecia la controversia sobre el modelo educativo y su utilidad, el ciclo adecuado para la formación, la orientación de los programas y las materias, la calidad del profesorado y el resultado final en el aprendizaje. Tanto es así que hace tiempo que se acuñó una frase referida a los estudiantes de Periodismo y que ha alcanzado un cierto predicamento en los círculos familiares, universitarios o empresariales: “Que estudie una carrera de verdad”.

EL MODELO
¿Profesión u oficio? La crisis del sector ha propiciado, con más fuerza si cabe, que todo lo referente a los estudios de Periodismo esté sujeto a revisión. Desde los planes de estudio, en los que se detectan sustanciales carencias, hasta la composición de los claustros de profesores, muchos de ellos copados por colectivos profesionales que han encontrado en estas facultades agradecidos yacimientos de empleo, pero que poco o muy poco de utilidad pueden aportar a los miles de estudiantes cuya principal amenaza cuando terminen sus estudios es formar parte de las listas del paro.

Llegados a este punto, Universidad y Empresa se someten a un fuego cruzado sobre la vigencia de los estudios de Periodismo. Los primeros señalan que la reforma de los planes de estudio está sujeta a la voluntad del Ministerio de Educación, buscando dar respuesta a las exigencias del mercado laboral, de las organizaciones profesionales y de la sociedad, arguyendo que las actividades prácticas son cada vez más y los convenios con empresas se han multiplicado en los últimos años. Por su parte, empresas y estudiantes denuncian carencias en los estudios universitarios por lo que respecta a actividades prácticas, idiomas y tecnología y una falta de calidad media que resulta más que constatable.

Al final, el debate se enquista. Mientras las empresas culpabilizan a las instituciones universitarias de licenciar un número de periodistas que son incapaces de absorber, las universidades cargan contra los medios por despreciar la profesión contratando mano de obra barata y no titulada.

En los años en que desempeñé la docencia en la Universidad solía provocar a mis alumnos con algún tipo de cuestiones para conocer su grado de implicación con la carrera u oficio que había elegido. Una de esas cuestiones consistía en preguntar a los alumnos de quinto curso qué periódico habían leído el día que les formulaba la citada pregunta, que coincidía con la primara jornada lectiva. La respuesta solía resultar estremecedora: de un colectivo aproximado de medio centenar de estudiantes, no más de dos o tres habían leído o leían un periódico habitualmente. Era aún más deprimente cuando se les preguntaba sobre quién se levantaba por las mañanas escuchando los informativos de la radio. Simplemente, ninguno.

Con esa premisa como base, sería bueno no solemnizar en demasía las opiniones de los alumnos, que, por regla general, se quejan de las pocas prácticas que realizan durante sus estudios, las cuales suelen identificar con manejar una cámara de televisión y usar los estudios de radio. De forma sorprendente, no las identifican con manejar con destreza la lengua española o con otro tipo de conocimiento sobre la realidad que les rodea.

Entre el abanico de posiciones adoptadas sobre los estudios universitarios de Periodismo, se pueden seleccionar respuestas de todo tipo. Desde la de Jorge Meneses, radical defensor de que el periodismo “se aprende en la universidad de la calle. Así de sencillo. ¿Pero qué les van a enseñar en la Universidad? Si lo que les enseñan en la facultad es lo que normalmente se enseña en el bachillerato”, hasta la del respetado y fallecido James Reston, del New York Times, que dejaba escrito que “el futuro de la información depende de comunicar inteligentemente lo que está ocurriendo en el mundo. Un mundo cada vez más complicado. No se puede comunicar meramente la verdad literal. Hay que explicarla”.

Una buena formación humanística, requisito sine qua non para ejercer

En el lado opuesto y utilizando la etiqueta #SinUniMalPeriodismo y en respuesta a Meneses y otros colegas de opinión similar, el profesor Víctor Núñez, doctor en Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), lanzaba una campaña a través de Twitter para defender la necesidad de profesionalizar a los periodistas mediante la educación universitaria.

El recientemente fallecido García Márquez, por su parte, calificaba al periodismo como “el mejor oficio del mundo”, a la vez que se quejaba de que las universidades ofrecían cursos y materias irrelevantes para la práctica de un periodismo de calidad y desvinculadas de la realidad del trabajo y de los problemas vitales de la gente, quejándose de “la exigencia de rapidez y de la dependencia de la tecnología que hacía que los periodistas oyeran pero no escucharan”.

Desde entonces hasta ahora, poco se ha avanzado en lo que a contenido de los estudios se refiere. Aunque el sistema ha generado cambios profundos, hasta el extremo de que se han desarrollado diferentes fórmulas de formación, como el universitario de titulación específica, el universitario de titulación doble (por ejemplo, Derecho + Periodismo), el de empresas editoras y universidades, las escuelas profesionales y la formación en las empresas.

El nobel y periodista colombiano abogaba por talleres prácticos, que él mismo llevó a cabo en su país; y fue ese modelo sobre el que se crearon hace 26 años los másteres de la Universidad Autónoma de Madrid-El País. Con el tiempo, estos se convirtieron en un negocio altamente rentable. Entre otras cosas, debido a la alta calidad de sus enseñanzas, muy pegadas al terreno e impartidas por profesionales en activo de primer nivel, algo que en los estudios hiperreglados suele brillar por su ausencia.
En lo que todos coinciden es que una buena formación humanística es requisito sine qua non para ejercer, aunque sin olvidar lo que alguien acertadamente dijo: “Estamos en medio de una revolución y las revoluciones destruyen mejor que construyen”.

Ángel Benito, uno de los decanos de la UCM, habla de cuatro aspectos fundamentales que considera que deben incluirse en los planes de estudio: cultura general (Literatura, Historia, Geografía, Ciencias Políticas y Sociales, Idiomas...), “una disciplina de la inteligencia, de base filosófica y en muchos casos también teológica”, “un dominio científico de las técnicas del oficio tanto en los aspectos teóricos como prácticos” y “un conocimiento concreto de los problemas específicos de la prensa y demás medios informativos, en los órdenes nacional o internacional”.

No es Benito el único que se posiciona sobre los contenidos de los estudios de Periodismo en la Universidad; si bien es general el interés y la preocupación por la enseñanza del Periodismo, una cosa es predicar y otra dar trigo.

Potenciar la inclusión al mercado laboral, problema mundial

La bloguera Morales Castillo dejó testimonio de todo ello con motivo del Tercer Congreso Mundial de Periodismo y Educación dedicado a “Nuevas ideas para impartir Periodismo”, que se celebró en Bélgica, al señalar que de los más de 350 profesionales de 57 nacionalidades que acudieron al congreso, tan solo había representación de dos universidades españolas: Mondragon Unibertsitatea y Universitat Pompeu Fabra.

El congreso parece ser que dio mucho de sí. Puso de relieve la preocupación sobre cómo enseñar Periodismo a las generaciones futuras, qué tipo de herramientas, habilidades y conocimientos necesitan los estudiantes o de qué modo se puede potenciar la inclusión al mercado laboral de los jóvenes, un problema no solo español, sino mundial.

Los enseñantes españoles que no asistieron al congreso se perdieron experiencias dignas de tener en consideración sobre nuevas vías que se están explorando en todo el mundo respecto a los estudios de Periodismo y de las que se hizo eco la bloguera citada.

Así, Dan Gillmor, del Knight Center for Digital Media Entrepreneurship, que imparte el curso “Alfabetización de los medios de comunicación”, plantea a sus estudiantes que creen un blog sobre un tema del que saben mucho. En él, los alumnos deben ser críticos con las noticias que los medios han ofrecido sobre el tema que ellos tratan en su blog. ¿El objetivo? Enseñar a los alumnos a valorar, interpretar y analizar la información de los medios con un criterio propio.

Mary C. Schaffer, de la Universidad Estatal de California, aplica el método 3-2-1 al acabar cada una de sus clases. ¿En qué consiste dicho método? Los alumnos deben anotar tres conocimientos que han aprendido, dos puntos en los que les gustaría profundizar más y sugerir un aspecto que cambiarían. Esta mecánica proporciona un inmediato feedback [retroalimentación] sobre la metodología y motiva a los estudiantes.

Michael Bruce, de la Universidad de Alabama, trata a sus alumnos como empleados de un medio de comunicación. Para hacerles sentir como tal, al iniciar el curso les entrega material personalizado en un sobre que incluye un contrato laboral, una carta de notificación de empleo y el manual del empleado. Todo ello, relacionado con los objetivos de la asignatura que van a realizar. ¿Qué mejor manera de simular la experiencia real de un trabajo?

Michael Huntsberger, del Linfield College, apuesta por convertir a los estudiantes en detectives de historias. En una clara apuesta por la formación en métodos de investigación histórica, este profesor sugiere a sus alumnos investigar un suceso familiar para involucrarlos en la historia de un medio de comunicación.

Karel van den Berg, de la Windesheim School of Media, trata de enseñar a sus estudiantes nuevas técnicas de pensamiento para aportar más creatividad a las salas de redacción. La creatividad obliga a romper patrones establecidos, a transformar respuestas en nuevas preguntas, a partir de hechos conocidos para descubrir otros nuevos.

En España parece ser que somos más pretenciosos a la hora de buscar alternativas, como así lo reflejaba ABC hace ya casi siete años al publicar que este momento histórico de transformación del periodismo se antojaba una oportunidad para más de 50 profesores de una docena de universidades españolas públicas y privadas que participaron en Barcelona en la primera jornada sobre “Ciberperiodismo, docencia e investigación”. De lo que se trataba no era de un asunto menor: que las universidades españolas lideraran los estudios de Periodismo en el sur de Europa. Y ello, sobre la base de una experiencia docente de más de 30 años, la buena sintonía investigadora con Iberoamérica y la mayor producción bibliográfica, por detrás de Brasil, que compensa la exigua publicación académica en lengua inglesa y refuerza la oportunidad de liderazgo de las universidades de nuestro país. No se tiene conocimiento de que el asunto tuviera continuidad alguna.

Se habló de desaprender para avanzar, ya que, como se señaló en alguno de los papers [comunicaciones] que se manejaron a raíz de todo ese proceso que tendía al ciberperiodismo, era necesario conseguir una mayor interdisciplinariedad y profundizar en el diálogo con los tecnólogos sin caer en el determinismo, lo que permitiría facilitar la investigación aplicada a la industria con la docencia como trasfondo. Tras destacar el irrelevante papel de los periodistas frente a los informáticos e ingenieros en telecomunicaciones, los docentes coincidieron en que esta circunstancia obligaba a los académicos españoles a enseñar con la tecnología como herramienta transversal, y no limitarse a impartir una asignatura de tecnología.

Los congresistas reunidos en Barcelona planteaban que, tras esta labor “evangelizadora”, la convergencia de medios (texto, hipertexto, vídeo, audio, etcétera) y otros artilugios como los buscadores obligaba a la unificación de los estudios de Periodismo y Comunicación Audiovisual como primer paso de confluencia del mundo académico con el real.
Contaban las crónicas que los expertos rechazaron el modelo de prensa escrita como referencia y opinaron que la pérdida del interés entre la ciudadanía por la Galaxia Gutenberg “hay que atribuirla no a internet ni a los gratuitos, sino a la baja calidez humana del responsable”, sentenció la catedrática Amparo Moreno. A su juicio, “se trata de redefinir la finalidad del periodismo y su papel en la sociedad” ante el abismo abierto entre la formación técnica e instrumental.

A partir de ahí, el desiderátum. Incluso se llegó a manejar en ciertos círculos una especie de plan de estudios en el que encajar el ciberperiodismo y aparecieran materias como “Relaciones con la mundialización e inmediatez de la comunicación”, “Análisis, resultados y audiencias en los cibermedios”, Hipertextualidad: Software, “Principales programas que pueden ayudar al cibernauta”, “Retos, debates y problemas del ciberperiodismo”, “El ciberperiodista: competencias y habilidades”, “Fases para el diseño y producción de mensajes ciberperiodísticos”, Teorías del Hipertexto o “Arquitecturas de información en mensajes ciberperiodísticos”.

No parece que la tercera vía haya encontrado acomodo en los planes de estudios de las facultades de Periodismo.

Como colofón, una cita inevitable del evitable Ignacio Ramonet en La Habana con un sugerente subtítulo: “De los medios de masa a la masa de medios”. “Estamos en un momento –decía Ramonet– en que el periodismo está estallando, literalmente estallando, y está estallando esencialmente porque ha recibido el impacto de internet”.

“En Estados Unidos, en los últimos años, 35.000 periodistas han perdido su empleo y, sin embargo, las facultades de Periodismo y Comunicación en Europa o Estados Unidos siguen formando cada año a centenares de miles de profesionales que en general van a ser muy explotados.

Los estudiantes califican la carrera con un “aprobado” o suficiente bajo

En muchos países se están creando cantidad de diarios en la web y, en los Estados Unidos en particular, los periódicos que existen en la web han cambiado la manera de hacer periodismo. Se crean periódicos, mientras otros de nuevo tipo aparecen, ya que quienes los están leyendo también pueden contribuir; es decir, que no hay una función fija de emisor y receptor, sino que todo emisor es receptor y todo receptor es emisor. Entonces, hay una perspectiva de que se cree en este momento una nueva generación de diarios electrónicos, una nueva generación de periodistas electrónicos, lo que hace que cambie la concepción de la información en una perspectiva más positiva”.


LA MATERIA

Aunque, como se decía al inicio, los resultados de los estudios elaborados sobre las opiniones de los estudiantes deben ser recogidos con cierta distancia, una investigación realizada en distintos países de lengua española permite concluir que la valoración promedio de los estudios universitarios de Periodismo alcanza la calificación de “aprobado” o suficiente bajo, lo que no impide que las facultades españolas reciban la segunda peor valoración, solo por detrás de las chilenas.

Entre las variables individuales destaca que a medida que el alumno avanza en su formación académica su valoración es más negativa, con el coeficiente de mayor peso.

Todos los estudios elaborados al respecto tienen como lugares comunes reforzar las nuevas tecnologías, la formación en idiomas, más prácticas y una poda de asignaturas repetitivas o innecesarias. Sin embargo, hay una constante en todos los informes demoscópicos elaborados sobre el asunto: la mayoría de los estudiantes creen apropiados los estudios de Periodismo como formación para su futura profesión, aunque casi una cuarta parte de los encuestados considera innecesario completar la titulación para poder ejercer la profesión.

Con objeto de profundizar en el mundo de lo concreto y abandonar lo abstracto, hemos tratado de centrar nuestra atención en la UCM y analizar con cierto grado de detenimiento las características que adornan a la enseñanza del periodismo en la mayor universidad de España y la que ocupa el puesto 147 del mundo, según el Ranking Web 2010 del Laboratorio de Cibermetría del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) o por encima del puesto 200 si se opta por el Ranking de Shanghái.

Y para que el lector pueda hacerse una idea de cómo está estructurada la carrera, ahí van los departamentos y asimilados que dan cobijo a los más de 300 docentes que imparten conocimiento en sus aulas; muchos de ellos, brillantes y que han merecido el reconocimiento de la comunidad universitaria.

• Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad I
• Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad II
• Departamento de Filología Española III (Lengua y Literatura)
• Departamento de Historia de la Comunicación Social
• Departamento de Periodismo I (Análisis del Mensaje Informativo)
• Departamento de Periodismo II (Estructura y Tecnología de la Información)
• Departamento de Periodismo III (Teoría General de la Información)
• Departamento de Periodismo IV (Empresa Informativa)
• Departamento de Sociología VI (Opinión Pública y Cultura de Masas)
• Sección Departamental de Biblioteconomía y Documentación
• Sección Departamental de Derecho Constitucional
• Sección Departamental de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales (Estudios Internacionales)
• Sección Departamental de Economía Aplicada IV (Economía Política y Hacienda Pública)
• Sección Departamental de Filosofía del Derecho Moral y Política I
• Sección Departamental de Sociología IV (Métodos de la Investigación y Teoría de la Comunicación)
• Unidad Docente de Comercialización e Investigación de Mercados
• Unidad Docente de Derecho Mercantil
• Unidad Docente de Fundamentos del Análisis Económico

Los citados departamentos y secciones departamentales son los órganos encargados de atender y alimentar una larga lista de asignaturas que conforman la carrera y que están repartidas entre obligatorias, básicas y optativas. Cuatro años para un total de 240 ECTS².

El rico refranero español da para mucho y es claro, también para retratar con acierto los estudios universitarios de Periodismo, cuando señala que el que mucho abarca poco aprieta.

Pocos pensamientos se ajustan tanto a la realidad de unos estudios universitarios que, a lo largo o ancho de casi 60 asignaturas repartidas entre las tres variantes señaladas, no han logrado terminar con el axioma de que el periodista sabe poco de mucho y mucho de nada.

En efecto, no es la de Periodismo una carrera al uso en el concierto universitario español. De ello dan fe unos planes de estudios en los que conviven áreas de conocimiento específicas del sector de medios de comunicación con otras que buscan dar una liviana pátina de cultura general para andar por casa a los estudiantes que recalan en estas facultades y que se ven obligados a hacer frente a un collage de asignaturas tratadas en demasiadas ocasiones de forma un tanto superficial.

Son muchos los que dicen que la de Periodismo es una carrera superficial, una especie de Trivial Pursuit que te prepara para saber un poco de todo y un mucho de nada, en la que se imparten con tesón asignaturas inservibles mientras se pasa de puntillas por muchas otras que, en teoría, serán de mayor utilidad para el futuro profesional del profesional.

Resulta temerario tratar de evaluar los planes de estudios de una carrera universitaria, así que ni siquiera lo intentaremos, aunque es difícil sustraerse a la idea de buscar una fórmula –lógicamente, subjetiva y cualitativa– que permita una aproximación a los contenidos y materias que son estudiados a lo largo de la carrera de Periodismo, conscientes de que a cada asignatura le son asignadas una fuerza de trabajo de entre 150 y 180 horas a distribuir entre clases lectivas, teóricas o prácticas, horas de estudio, horas dedicadas a la realización de seminarios, trabajos, prácticas o proyectos y las exigidas para la preparación y realización de los exámenes y pruebas de evaluación.

Valoración de profesionales
Lejos de aspirar a sustituir a la Aneca, convoqué a tres profesionales del periodismo en activo en torno a los actuales planes de estudios con la petición de que determinaran qué materias consideraban imprescindibles en unos estudios específicos de Periodismo, cuáles complementarias que podían estudiarse en otras carreras y cuáles deberían ser impartidas por profesionales con experiencia en medios de comunicación.

Con independencia de que se detectaran muchos casos en los que resultaba ciertamente difícil determinar la razón por la que una asignatura mereciera los honores de estar presente en un plan de estudios de Periodismo, salvo que se utilizara para que un docente descolgado tuviera posibilidades de cubrir sus expectativas de docencia, o que el tratamiento de una determinada asignatura se considerara insuficiente, como es el caso de Lengua Española (por qué no llamarla Gramática) o Derecho, y con independencia también de algunas ausencias clamorosas y de una tendencia a la floritura a la hora de establecer el enunciado de algunas asignaturas, la propuesta siguió adelante. No se trataba en ningún caso de alcanzar unos resultados que fueran avalados por método científico alguno.

Conscientes, pues, de las indudables carencias del método elegido, los cuatro profesionales determinamos una tabla de equivalencias según la cual:

in - INCLASIFICABLE
p - IMPRESCINDIBLE IMPARTIR POR UN PROFESIONAL CON EXPERIENCIA EN MEDIOS
E - A IMPARTIR POR UN ESPECIALISTA EN LA MATERIA
IN - INSERVIBLE
I - IMPRESCINDIBLE EN CUALQUIER CASO EN UNOS ESTUDIOS DE PERIODISMO
P - PRESCINDIBLE EN UNOS ESTUDIOS ESTRICTOS DE PERIODISMO, AUNQUE NECESARIOS COMO FORMACIÓN COMPLEMENTARIA

1. Ciencia Política y Relaciones Internacionales: P-E
2. Documentación Informativa: I-p
3. Estructura y Sistema Mundial de la Información: IN
4. Historia del Mundo Actual: P-E
5. Historia del Pensamiento Político Contemporáneo: P-E
6. La Empresa Informativa y su Relación con los Sistemas Políticos: I-p
7. Lengua Española: I-p
8. Relaciones Exteriores de España: P-E
9. Sociología: P-E
10. Teoría de la Comunicación: I-E
11. Teoría de la Empresa Informativa: I-p
12. Teoría y Práctica del Periodismo: in
13. Derecho: P-E
14. Economía Aplicada al Periodismo: IN
15. Estructura Constitucional del Estado Español: P-E
16. Ética y Deontología Profesional: I-p
17. Historia de la Comunicación Social: I-E
18. Historia del Periodismo Universal: IN
19. Historial del Periodismo Español: I-E
20. Literatura y Medios de Comunicación: IN
21. Marketing Aplicado al Periodismo: in
22. Políticas de Información y Comunicación en la UE: I-E
23. Pragmática y Discurso en el Periodismo: IN
24. Psicología de la Comunicación: IN-E
25. Semiótica de la Comunicación de Masas: E-in
26. Teoría de la Información: I-E
27. Análisis de Textos Periodísticos: el Relato: I-p
28. Arte Español Contemporáneo: P-E
29. Comunicación y Género: P-E
30. Cromatismo e Infografía en Medios Impresos: I-p
31. Derecho de la Información: I-E
32. Edición, Tipografía y Diseño de la Información Escrita: I-p
33. Fotografía Informativa: I-p
34. Gabinetes de Comunicación: I-IN
35. Influencia Sociocultural y Medioambiental de las Tecnologías de la Información y la Comunicación: IN
36. Información en Radio: I-p
37. Información y Comunicación Política: P-p
38. Literatura y Prensa Periódica: IN
39. Medios Audiovisuales y Educación: P-E
40. Movimientos Artísticos Contemporáneos: P-E-in
41. Multimedia: I-p
42. Redacción Periodística: Géneros Narrativos y Dialógicos: I-E
43. Sociología Política: P-E
44. Tecnologías de la Información Impresa: I-E
45. Análisis de Textos Periodísticos: el Artículo y el Ensayo: I-p
46. Dirección y Gestión de las Empresas Periodísticas: I-p
47. Evolución de la Información en los Medios Audiovisuales: IN
48. Historia de la Propaganda: I-E
49. Información en Televisión: I-p
50. Información Periodística Especializada: I-p
51. Metodología de la Investigación Social en Comunicación: I-p
52. Opinión Pública: I-E
53. Periodismo Especializado en Ciencia y Cultura: P-p
54. Periodismo Especializado en Economía y Medioambiente: P-p
55. Periodismo Especializado en Educación y Deporte: P-p
56. Principios de Financiación y Gestión de los Contenidos Informativos: in
57. Redacción Periodística: Géneros de Análisis y Opinión: I-p
58. Tecnologías de la Gestión Periodística de la Información Digital: I-E-in

Intentar solventar una carrera universitaria a base de mezclar asignaturas como Historia del Mundo Actual, “Historia del pensamiento político contemporáneo”, Derecho o Historia del Periodismo Universal, cuando cualquiera de ellas requeriría un curso completo a dedicación plena, con otras cuyo enunciado resulta tan banal como inescrutable, dice poco de unos planes de estudios que están lejos de una formación universitaria especializada, sólida y rigurosa. A eso se llama en lenguaje de la calle “vestir el santo”.

LOS ENSEÑANTES
Un alumno tiene escrito en su blog que en la facultad se ha encontrado con “buenos, regulares, malos y malísimos profesores, pero se notaba muy bien la diferencia entre los que seguían en la brecha y los que o nunca habían estado en ella o la habían abandonado hace tiempo”. El alumno, incluso, glosaba la figura del profesor pluriempleado –todo sea por alcanzar los créditos suficientes que le permita mantener el nivel retributivo– que llega a impartir tres asignaturas distintas y hasta cambia de asignatura de un año para otro en un criticable ejemplo de lo que debe ser la especialización en el mundo de la Universidad.

En 2012, año en el que se celebró el 40 aniversario de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM, el centro contaba con nueve departamentos y seis secciones departamentales que agrupaban a 330 profesores: 47 catedráticos de Universidad, 106 titulares, 43 contratados doctor, once ayudantes doctor y 123 contratados en distintas modalidades.

No sería lícito hablar de profesorado o de claustro sin volver la mirada hacia quienes han regido la Facultad de Ciencias de la Información, desde sus orígenes y que han dejado su indeleble huella profesional en el actual centro universitario de la UCM.

Sin necesidad de extenderse demasiado ni de glosar ni adjetivar sus perfiles profesionales³, el lector puede formarse una opinión sobre los decanos que han dirigido la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM y su extracción universitaria. El número de profesionales del periodismo con experiencia, como se puede comprobar, es ciertamente exiguo y retrata fielmente lo que es una constante en todo el claustro de profesores, en el que la proporción de profesionales con experiencia en esto del periodismo frente al de docentes en otras “materias” mundanas debe de ser de uno a siete. La lista de decanos es la siguiente:

-Adolfo Muñoz Alonso: realizó estudios de Teología y Filosofía en Roma, en donde obtuvo el doctorado en Teología en 1937. Y en 1941, el de Filosofía por la Universidad de Murcia
-Juan Beneyto Pérez: doctorado en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad de Bolonia. Fue uno de los fundadores del diario falangista Arriba
-Juan Iglesias: catedrático de Derecho Romano. Se licenció en Derecho en la Universidad de Salamanca
-Gonzalo Pérez de Armiñan: catedrático de Economía Política de la Facultad de Derecho de la UCM
-Pedro Orive Riva: doctor en Pedagogía, licenciado en Periodismo, graduado social y maestro de enseñanza primaria. Formó parte de las redacciones de La Gaceta del Norte, El Correo Español-El Pueblo Vasco, El Pensamiento Alavés, Pueblo y Nuevo Diario, del que fue director durante ocho meses. Ganó por oposición la plaza de pedagogo de escalafón de especialistas de los Tribunales Titulares de Menores
-José Luis Varela: doctor en Filología Románica por la UCM y catedrático de Literatura Española en La Laguna, Valladolid y Madrid
-Miguel Lara
-Ángel Benito: estudió Filosofía y Letras, doctorándose con una tesis sobre la obra del pintor andaluz Daniel Vázquez Díaz. Fue el primer catedrático numerario de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM
-Javier Fernández del Moral: doctor en Ciencias Químicas, periodista y licenciado en Ciencias de la Información
-Javier Davara
-Carmen Pérez de Armiñan: doctora en Geografía e Historia por la UCM, es profesora titular de Universidad

La procedencia universitaria de los decanos puede resultar un elemento para el debate y su procedencia solo es explicable dada la juventud de los estudios, aunque su resultado final resultaría impensable en carreras como Medicina, Derecho o Arquitectura.

Para completar el cuadro docente conviene traer a colación sucintos perfiles profesionales de los cerca de 40 catedráticos que conforman la nómina de tan selecto club, aunque con seguridad no están todos los que son:

-Jesús Timoteo Álvarez: catedrático de Historia de la Comunicación Social. En su web se autocalifica como periodista (1972-82) y técnico de Comunicación y Marketing (1982-87)
-José Luis Arceo Vacas: doctor en Publicidad y Relaciones Públicas. Catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la UCM
-Juan Benavides Delgado: doctor en Filosofía y Letras. Catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad
-Fermín Bouza Álvarez: licenciado en Filosofía y en Psicología. Catedrático de Sociología
-Enrique Bustamante Ramírez: doctor en Sociología. Licenciado en Periodismo. Catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad. Fundador y director de la revista de investigación en comunicación Telos
-Rafael Calduch Cervera: doctor en Ciencias Políticas y Económicas. Catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales
-María José Canel Crespo: doctora en Ciencias de la Información. Catedrática de Comunicación Política
-Ubaldo Cuesta: doctor en Psicología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Catedrático. Exdirector de Publicidad y Relaciones con Agencia en Citroën. Presidente del Instituto Internacional de la Comunicación y la Salud (INICyS)
-José Luis Dader García: doctor en Ciencias de la Información. Catedrático de Periodismo
-Raúl Eguizábal Maza: catedrático de Universidad. Crítico literario, colaborador de Diario 16. Director de la revista Publifilia
-María Jesús Casals Carro: doctora en Ciencias de la Información. Catedrática de Universidad. Ha ejercido el periodismo en radio y televisión. Directora del “Máster en periodismo profesional y prensa de calidad” de ABC-UCM para licenciados universitarios
-Javier Fernández del Moral: doctor en Ciencias Químicas. Periodista y licenciado en Ciencias de la Información. Catedrático. Ejerció el periodismo científico en varios medios escritos y audiovisuales
-Emilio Carlos García Fernández: doctor en Ciencias de la Información. Catedrático de Comunicación Audiovisual
-Francisco García García: doctor en Ciencias de la Información. Catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad
-Juan Francisco Fuentes: doctorado en L’École des Hautes Études en Sciences Sociales de París y en la UCM. Catedrático de Historia
-Joaquín Garrido Medina: doctor en Lingüística Hispánica. Catedrático de Lengua Española
-Jesús González Requena: doctor en Psicología. Catedrático de Comunicación Audiovisual
-Luis Ángel Gutiérrez-Vierna Espada: doctor en Derecho. Doctor en Ciencias Políticas. Doctor en Ciencias de la Información
-Teodoro González Ballesteros: doctor en Derecho
-Mercedes López Suárez: doctora en Filología Románica
-José López Yepes: doctor en Filosofía y Letras. Catedrático de Documentación
-Jorge Lozano Hernández: doctor en Historia. Catedrático de Teoría de la Información
-Antonio Lucas Marín: doctor en Ciencias Económicas. Catedrático de Sociología
-Julio Montero: doctor en Filosofía y Letras. Catedrático de Historia de la Comunicación Social
-Cándido Muñoz Cidad: doctor en Economía. Catedrático de Economía
-Félix Ortega Gutiérrez: catedrático de Sociología
-Cristina Peña-Marín Beristain: Licenciatura: Semiótica verbo visual y Teoría de la Información. Catedrática de Teoría de la Información
-José Luis Piñuel Raigada: doctor en Psicología. Doctor en Filosofía. Catedrático de Universidad
-Alejandro Pizarroso Quintero: catedrático de Historia del Periodismo
-José Ignacio Población Bernardo: doctor en Ciencias Económicas y Empresariales. Catedrático de Periodismo
-Fernando Quirós Fernández: doctor en Ciencias de la Información. Diplomado en Sociología del Desarrollo y Documentalista Especializado
-Eduardo Rodríguez Merchán: doctor en Ciencias de la Información. Catedrático de Universidad de Comunicación Audiovisual. Fotógrafo de prensa en la revista Cambio 16. Jefe de la Sección Gráfica del periódico Diario 16. Coordinador gráfico, jefe de Sección de Fotografía y redactor de Cultura en la revista La Calle. Director-editor del semanario de información educativa Comunidad Escolar
-Justo Villafañe: doctor en Ciencias de la Información. Catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad
-Antonio Vivar Zurita: doctor en Ciencias de la Información. Catedrático de Tecnologías de la Información y la Comunicación Audiovisual
-Alfonso Fernández Miranda: doctor en Derecho. Catedrático de Derecho Constitucional

El caso de la doctora en Periodismo María Antonia Paz Rebollo resulta especialmente reseñable por cuanto su carrera puede calificarse como paradigma de lo que algunos docentes y la Aneca aspiran a convertir a la Universidad española: un gueto endogámico. Catedrática de Historia de la Comunicación Social por la UCM, la doctora Paz Rebollo imparte las asignaturas de Historia del Cine Documental e Historia de la Comunicación Social y, salvo un pequeñísimo paréntesis como profesora contratada en el CEU en 1987, su carrera se ha desarrollado íntegramente entre las cuatro paredes de hormigón armado de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM. Así, comenzó su andadura como becaria durante el periodo 1982-1986; posteriormente, desempeñó labores como ayudante de Facultad, titular interina, titular de Universidad, secretaria docente, coordinadora de doctorado y, finalmente, la meta deseada: catedrática de Universidad en 2006.

No es el objetivo de este trabajo profundizar en la actividad curricular de los catedráticos que imparten docencia a los futuros periodistas, ni sacar porcentajes, ni valorar la calidad de sus trabajos o evaluar sus asistencias y participaciones a congresos, seminarios y reuniones nacionales e internacionales. Eso queda para quienes tengan espíritu investigador y tengan tiempo de bucear entre los legajos de la Facultad. Lo que queda patente es que una mayoría no ha tenido relación contractual alguna con el periodismo real, con ese al que alguien llegó a tildar de “cuarto poder”.

El papel de la Aneca
La Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación es un organismo de carácter autónomo, en forma de fundación estatal, que fue creada en 2002 en cumplimiento de lo establecido en la Ley Orgánica de Universidades (LOU).

Sus actividades, según sus estatutos, son la evaluación y acreditación de las enseñanzas conducentes a la obtención de títulos de carácter oficial y validez en todo el territorio nacional; la evaluación y certificación de las enseñanzas conducentes a la obtención de diplomas y títulos propios de las universidades; la evaluación de las actividades docentes, investigadoras y de gestión del profesorado universitario; la evaluación de sus complementos retributivos; la evaluación de los centros que imparten enseñanzas en España conforme a sistemas educativos extranjeros, y la evaluación de las actividades, programas, servicios y gestión de los centros para el fomento de la calidad docente e investigadora por parte de la Administración Pública, sin perjuicio de las competencias de los órganos de evaluación externa que hayan creado las leyes de las comunidades autónomas.

Abundan profesionales de distintas áreas de conocimiento

En este rígido y lógico sistema, el Periodismo, en su vertiente práctica y profesional, no parece tener un fácil acomodo universitario; todo lo contrario que otros colectivos como filólogos, psicólogos, lingüistas, licenciados en Derecho, historiadores, sociólogos, etc. Y a esa conclusión es fácil llegar tras leer la LOU de 2001 y los requisitos que hay que cumplir para acceder al puesto de catedrático, entre los que se encuentran haber sido profesor titular de Universidad o catedrático de Escuela Universitaria, estar en posesión del título de doctor, tener un mínimo de tres años de antigüedad, lograr la acreditación del currículum por parte de la Aneca y, por último, superar una prueba selectiva en la universidad de destino. Imposible objetivo para quien ejerce el periodismo y pudiera estar en disposición de participar activamente en la vida universitaria.

Por eso, en las nóminas de profesores de las facultades de Periodismo abundan en demasía profesionales procedentes de distintas áreas de conocimiento, mientras que el mundo propio del periodismo juega casi un papel testimonial.

La propia Aneca, a la hora de valorar y evaluar méritos para premiar la docencia, tiene principios y orientaciones a los que se dedican con fruición los profesores, entre los que priman la experiencia investigadora, las publicaciones científicas, los libros y capítulos de libros publicados, los proyectos de investigación obtenidos en convocatorias públicas y competitivas, la dirección de tesis doctorales, las contribuciones presentadas en congresos u otros tipos de reuniones de relevancia científica, la experiencia docente, las evaluaciones sobre la calidad de su docencia, la actuación como ponente en seminarios y cursos, el material docente y las publicaciones relacionadas con la enseñanza y, por último, la formación académica y la experiencia profesional.

Así las cosas, la “carrera” por investigar en el mundo del periodismo; por participar en cursos, congresos o seminarios, aquí y allá, o por escribir y publicar como sea se convierten en una obsesión en el mundo universitario para los profesores con aspiraciones y deseos de hacer su carrera en el ámbito de la Universidad. Y en ese mundo no tienen cabida ni reputados profesionales del periodismo que podrían transmitir conocimiento a raudales a poco que el sistema les permitiera acceder a ese coto cerrado cuyo guarda jurado es la Aneca, ni algunos premios nobel, tal y como denuncia el Comité de Expertos para la Reforma Universitaria.

El papel de la Aneca, así como el procedimiento que se ha venido aplicando desde hace años para las acreditaciones nacionales como requisito previo para la selección del Personal Docente e Investigador (PDI) funcionario y los principios que lo inspiran, recibieron en su momento un monumental varapalo al ser calificados de inadecuados por el Comité de Expertos para la Reforma Universitaria compuesto por notables miembros de la comunidad universitaria como Miras-Portugal, Alzaga Villaamil, Azcárraga Feliu, Capmany Francoy, Garicano Gabilondo, Goñi Urcelay, Puyol Antolín, Rodríguez Inciarte o Urrea Corres.

Este comité no se anduvo con contemplaciones a la hora de poner de manifiesto que todo el proceso de acreditaciones de la Aneca ofrecía serias dudas, tanto desde el punto de vista jurídico como desde el académico.

“Desde el punto de vista de la eficacia académica de la Aneca como sistema de selección de los mejores PDI, el baremo que regula y valora los méritos de los candidatos es notoriamente inadecuado. Baste decir que no permitiría acreditar como catedrático a más de un premio nobel y que perjudica muy especialmente a los jóvenes más brillantes, facilitando su expulsión del sistema universitario”, concluyeron los expertos.

En un intento de que entrara en el mundo universitario algo de aire fresco procedente de la calle, o si se prefiere de la profesión, la Ley Orgánica 6/2001, en su artículo 53, incorporaba al mundo de la Universidad la figura de los profesores asociados, que serían contratados con carácter temporal y con dedicación a tiempo parcial entre especialistas de reconocida competencia que acrediten ejercer su actividad profesional fuera de la Universidad.

Su figura estaba pensada inicialmente para atraer a la Universidad a personas provenientes del campo profesional (abogados, médicos, profesores de educación secundaria, ingenieros, periodistas...) que pudieran aportar sus conocimientos en algunas asignaturas específicas.

Por su propia naturaleza, se entendía que eran personas con un trabajo externo, con una vinculación a tiempo parcial con la Universidad y con un salario modesto por calificarlo de forma benigna (14 pagas de entre 250 y 500 euros al mes, según las horas de clase). En definitiva, se trataba de incorporar a profesionales de reconocido prestigio que estuvieran dispuestos a enriquecer con sus conocimientos a la comunidad universitaria a cambio de un simple reconocimiento que casi nunca se llegaba a plasmar.

Sin embargo, esta figura contractual fue utilizada de forma torticera por las universidades y aprovechadas sus ventajas para alcanzar otros objetivos, ya que resultaba mucho más barato contratar asociados que personal a tiempo completo (ayudantes, titulares, catedráticos...). También era mucho más fácil despedirlos, puesto que las plazas podían renovarse anualmente y, por el tipo de contrato, no comportaba ninguna indemnización. Así que las universidades se dedicaron a contratar cada vez a más personal eventual, que en algunas carreras llegó a suponer hasta el 50 % de la docencia, e incluso más, olvidándose del espíritu del legislador cuando se redactó el articulado de la LOU.

Al final, la crisis económica y los ajustes presupuestarios han hecho que esta figura pase a mejor vida. Muchos de los profesores asociados fueron despedidos o sus contratos no fueron renovados, aunque para entonces dicha figura ya se había convertido en una especie de subempleo que permitió que numerosos profesionales, ante esta nueva realidad, se ofrecieran a la Universidad como colaboradores honorarios.

LA PROFESIÓN
No es el objeto de este trabajo ni siquiera una aproximación a la situación del sector de los medios de comunicación. Baste decir que se está reinventando y, a lo mejor, es el momento de reinventar los procesos de formación de quienes en el futuro deberán desarrollar sus labores profesionales en ellos.

A modo de corolario, se estima en más de 30.000 los trabajadores de las plantillas de los medios principales, a los que habría que añadir un regimiento de profesionales de todo tipo y condiciones esparcidos por las televisiones y radios locales y municipales y medios escritos y digitales de la más variada guisa, agencias y gabinetes de comunicación.

Aún así, las cifras de paro registrado de periodistas (en primera opción) a las que se ha podido tener acceso alcanzan los 10.500 profesionales, 6.000 más que al inicio de la crisis, es decir, hace siete años.

Alguien tendrá que poner coto a esta locura colectiva o buscar algunas soluciones. Los egresados de este tipo de estudios no pueden, como hacen los de otras carreras, coger el petate y buscarse la vida en otros países, ya que el valor añadido de los estudios de Periodismo, en una primera lectura, es más bien escaso.

Pero no todo el mundo piensa igual y desde la Administración se siguen (seguían hace poco tiempo) haciendo proselitismo de los estudios de Periodismo para captar alumnos.

Baste con leer lo que dice –decía– el Ministerio de Educación a través de MEDIA, un proyecto que pretende dotar a los profesores y alumnos de enseñanzas medias de material on-line para abordar el universo de los medios de comunicación de masas.

Partiendo de la premisa de que ser periodista implica denodados esfuerzos, puesto que en muchas ocasiones los profesionales que eligieron esta carrera ponen en riesgo sus vidas por obtener información valiosa y, a pesar de eso, siempre están expuestos a la censura y a la crítica, el mensaje último es que actualmente puedes elegir la carrera de Periodismo, ya que en muchas universidades existe esta carrera, también denominada comunicación social.

La figura del profesor asociado se utilizó de forma torticera

En sus secciones, se ofrece al posible alumno todo tipo de información y especialmente la relacionada con las salidas profesionales, acerca de las que se afirma textualmente que “es conveniente que compruebes el amplio abanico profesional que se te abrirá en el caso de optar por seguir estos estudios y, sobre todo, ten en cuenta que un periodista puede realizar muchas funciones informativas en el marco de la comunicación, para todos los soportes o medios, y mediante multitud de fórmulas. Un periodista puede desempeñar, entre otras muchas y para no aburrirte, las siguientes labores profesionales: redactor, redactor web, coordinador, corresponsal, reportero gráfico, jefe de sección, redactor jefe, director adjunto, director, tanto en prensa impresa como en medios o ediciones digitales. En cuanto a los medios audiovisuales, las labores más usuales son: redactor, redactor web, guionistas, corresponsal, locutor (desde el musical al deportivo), productor, coordinador, director de informativos, director de programas, director de antena, director del medio, etc. ¿Dónde puedes desarrollar tu profesión?”.

No satisfecho con ello, MEDIA continúa: “En primer lugar, siempre puedes montar tu empresa y desarrollar la actividad periodística que creas conveniente en el área de la comunicación que más te interese o te resulte menos complicado.

Te puedes plantear trabajar para una empresa pública. Las más demandadas son: Radio Nacional de España, Televisión Española, la Agencia Efe y las radios y televisiones autonómicas y locales. En la mayoría de las ocasiones se accede mediante concurso oposición. También existen otros centros informativos importantes que cuentan con responsables de comunicación y/o información, gabinetes de prensa, jefes de prensa, etc. Son los organismos públicos, a los que también se accede por concurso oposición y, en algunos casos, por cuestiones de confianza. Son muchísimos y deberás tenerlos en cuenta, como por ejemplo: los ayuntamientos, las diputaciones provinciales, los cabildos insulares, las diputaciones forales, las comunidades autónomas, los ministerios públicos, las delegaciones y las subdelegaciones de Gobierno, la oficina del Defensor del Pueblo, las organizaciones internacionales, el Congreso de los Diputados, el Senado, las embajadas, empresas públicas, incluso la Moncloa o la Zarzuela.

Otra opción, la mayoritaria, es buscar empleo en las empresas privadas. En nuestro país nos encontramos un panorama, más o menos, como sigue: empresas de televisión (nacionales, autonómicas, regionales, provinciales, locales, por ondas, cable y satélite); empresas radiofónicas (nacionales, autonómicas, regionales, provinciales, locales, por ondas o digitales); periódicos y revistas de información general con distribución nacional, regional y local; prensa especializada, diaria y no diaria (económica, deportiva, del corazón o en temas informáticos); publicaciones digitales; agencias de información general (las hay que ofrecen una gran variedad de servicios) internacionales, nacionales, regionales y locales, de colaboraciones, de información gráfica; productoras de televisión y canales temáticos; empresas de publicidad y relaciones públicas; empresas de comunicación y de telecomunicaciones; empresas editoriales; organizaciones empresariales y entidades financieras; organizaciones internacionales con sede en España; gabinetes de comunicación, de imagen, de relaciones públicas, de prensa; delegaciones de prensa y medios audiovisuales extranjeros; corresponsalías de medios españoles, etc.

Por último, queda el recurso de fundaciones, federaciones, asociaciones, organizaciones no gubernamentales, organizaciones sindicales, partidos políticos, etc. Para conseguir un empleo en estos sitios se necesita, más que confianza, un compromiso político o con el proyecto a desarrollar en la mayoría de las ocasiones”.

En ese escenario, ¿quién no se va a apuntar a estudiar Periodismo?

 


¹ Sánchez Bella, Villar Palasí, Emilio Romero, Luis María Anson o Enrique de Aguinaga protagonizaron en algunos momentos una cierta disputa por su grado de participación en dar rango universitario a las actividades periodísticas “pretendiendo elevar el nivel de la profesión”
² Nada que ver con los anteriores créditos lectivos. ECTS es la sigla inglesa correspondiente al Sistema Europeo de Transferencia de Créditos y es el método adoptado por todas las universidades del Espacio Europeo de Educación Superior para garantizar la homogeneidad y la calidad de los estudios que ofrecen. Cada ECTS equivale a la medida del trabajo (25 a 30 horas) realizado por el estudiante para cumplir los objetivos del programa de estudios oficial correspondiente.
³ Para completar los perfiles profesionales de los decanos se ha recurrido a internet