Libros

30/05/2023

Obras destacadas sobre periodismo

Libros

libros-periodismo
  • Deconstruyendo los medios. Cómo adaptar las empresas de comunicación al entorno digital (Pepe Cerezo), por Miquel Pellicer
  • El Periódico (María Ramírez), por José Francisco Serrano Oceja
  • La prensa libre no fue un regalo (José Antonio Martínez Soler), por Nativel Preciado
  • Los cuadernos Miquelrius (José Julio Perlado), por Marta Perlado
  • Periodistas extranjeras en la Guerra Civil (Bernardo Díaz Nosty), por Blanca Bertrand Mira

Para repensar y repensarnos

Si no estás dispuesto a cambiar tu forma de entender el periodismo ni tu medio de comunicación, no pierdas el tiempo leyendo el último libro de Pepe Cerezo. Así de claro. Hay que estar dispuesto a repensar el periodismo, los modelos de negocio y las relaciones con la audiencia. Deconstruir los medios significa para Cerezo separar las diferentes partes de interés y de desarrollo para un futuro pos-COVID. El autor nos da una retahíla de buenas respuestas sobre la adaptación de las empresas de comunicación en estos tiempos líquidos, volátiles e incendiarios.

Deconstruyendo los medios. Cómo adaptar las empresas de comunicación al entorno digital (Almuzara, 2022) está pensado como un manual con diferentes niveles de lectura. Podríamos decir que este libro sirve, como mínimo, en tres ámbitos que giran en torno a los cambios que está experimentando la profesión en lo que podríamos llamar la transformación digital. Primera capa, para aquellos que quieren repensar las empresas periodísticas y aprender el camino de su evolución. Segunda capa, para aquellos que quieren entender las tendencias del periodismo. Y finalmente, tercera capa, para los que están dispuestos a variar su forma de entender el oficio del periodismo y la perspectiva respecto a la audiencia y los lectores.

En este último término, en las páginas de la obra de Cerezo, es fundamental subrayar, literalmente, algo como el concepto de “comunidades de interés”. Hablamos de esas audiencias con una visión común de los temas y asuntos y que “se articulan en torno a una marca informativa”. Poner a los consumidores de medios en el centro, algo que en inglés llamamos user centrics, nos da una perspectiva amplia para hablar de valores, de distribución, pero también de confianza, credibilidad y, por supuesto, de valor diferencial.

Propuestas diferenciales
Diversificación, hibridación e innovación son pilares fundamentales de la estrategia del negocio digital. Y sobre negocio digital, no hablamos puramente de medios de comunicación. Hace muchos años ya de aquel Y Google, ¿cómo lo haría?, de Jeff Jarvis, en el que se intentaban recoger los aprendizajes de la empresa estadounidense en muchos campos diferentes, entre ellos, el de los medios de comunicación. Y es obvio que siempre acabamos mirando al negocio digital de las grandes empresas tecnológicas como Google, Amazon, Facebook (ahora Meta) y Microsoft. Pero aquí Cerezo da suficientes pistas para mirar a las tendencias del periodismo y a aquellos medios e iniciativas que se han lanzado a innovar y a trascender en el ecosistema mediático. Miramos a proyectos, con permiso de los legacy The New York Times o The Washington Post, como Axios, Tortoise Media, The Ferret, The Information, Grid, The Ken o The Athletic.

La COVID-19 fue una maldita disrupción en un contexto de transformación digital en el que habían surgido muy buenos proyectos innovadores que ya habían empezado a repensar territorios comunes como su estructura organizativa, sus modelos de negocio, la implementación de herramientas y tecnologías, así como su relación con dichas comunidades de interés.

Nuevas redacciones y nuevos periodistas
Este libro es una evolución de un primer informe que Cerezo realizó sobre La transformación de las redacciones pos-COVID desde la agencia Evoca Comunicación e Imagen. “Con el inicio de las políticas de distanciamiento social como respuesta a la crisis provocada por la COVID-19, las salas de redacción se han tenido que reconfigurar rápidamente como espacios digitales distribuidos”, afirmaba Cerezo entonces. Lo cierto es que los medios de comunicación de todo el mundo han repensado los usos de sus oficinas por una cuestión de gastos fijos. Por ejemplo, Warner Media y BuzzFeed subarrendó cientos de miles de pies cuadrados de espacio de oficinas en Nueva York y Vox Media trabajó en un plan para el espacio no utilizado, según se explicó en Digiday (“Media companies downsize office spaces in NYC”).

Los medios de comunicación de todo el mundo han repensado los usos de sus oficinas por una cuestión de gastos fijos

Deconstruyendo los medios va de negocio, de tendencias y de una perspectiva diferente que evoluciona para entender nuestra profesión, en cuanto a nuestras competencias o perfiles, y la cultura organizativa de nuestra redacciones o espacios de trabajo. El libro de Pepe Cerezo es, por tanto, una mirada delante del espejo, de autoevaluación, pero también de ir más allá del puro reflejo.

Vale la pena dedicarles tiempo a estas casi 200 páginas de una obra que nos puede dar una perspectiva nueva y muchas relecturas al cabo del tiempo para repensar y repensarnos.

Miquel Pellicer
Periodista y antropóogo. Director de Comunicación Digital de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)

 

El periódico

A medio camino entre el ensayo y las memorias, María Ramírez (Madrid, 1977) levanta acta de los cambios acelerados que ha sufrido y está sufriendo el periodismo en su último libro, El periódico. Cambios que van más allá del modelo de negocio y que han trasformado la cultura periodística desde el punto de vista profesional. Acta de 25 años de la reciente historia del periodismo, principalmente en España y en Estados Unidos, y que han marcado a una generación puente de periodistas que aprendieron a hacer periodismo con los teletipos y con las rotativas y que ahora son punta de lanza de los nativos digitales, de la integración, del multimedia. Protagonistas y víctimas, también hay que decirlo, de una trasformación más que cultural de la profesión. Una transformación que discurre al compás de lo que determina el siempre complicado tándem de la economía y la tecnología.

El libro, escrito en tiempos de pandemia, arranca con una escena ocurrida en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense en diciembre de 1992. Mario Tascón, treintañero y responsable del departamento de Infografía de El Mundo, explicaba a los jóvenes estudiantes qué era, y sería, eso del “periódico electrónico”. Entonces, un joven intervino para aclarar que el ordenador es un ordenador y que la magia de ir al quiosco, comprar el papel y llevárselo a casa no tenía fecha de caducidad. “Creo que una pantalla de ordenador no es un periódico”, concluyó el espontáneo.

Hacer memoria es un ejercicio necesario en tiempos de fugacidad y aceleración. María Ramírez recuerda cómo el Raleigh News and Observer, de Carolina del Norte, había sido uno de los primeros periódicos del mundo en tener una página web. Una semana antes de que El Mundo se atreviera con sus primeras elecciones generales en internet, el 22 de enero de 1996, había arrancado la página web de The New York Times. En España, las primeras ediciones digitales fueron de periódicos locales y se pusieron en marcha en 1995: El Comercio de Gijón, Avui, El Periódico. En otoño de ese mismo año arrancaron La Vanguardia, ABC y El Mundo. El País salió con una edición en internet el 4 de mayo de 1996.

Después llegaron las peleas digitales entre El País y El Mundo. Vino la década de los 2000, denominada la de los go-go years. Y el 11 de septiembre de 2001, el momento en el que se suele decir que fue el antes y el después del cambio en las redacciones. En el periodo que va de 2000 al 2005, despegaron los medios digitales, entraron en escena los nativos y los legacy media dieron muchos tumbos hasta encontrar la fórmula que permitía adaptarse al nuevo ecosistema.

Fue la primera década del nuevo siglo, incluida la crisis de 2008, la que hizo que el eje en el universo mediático cambiara de lugar. Recordemos que entre “2000 y 2012, los anuncios en papel en los periódicos de Estados Unidos cayeron un 71%. Entre 1990 y 2017, la difusión de los diarios cayó en un 50%, a pesar de que la población creció un 30%. En España, solo entre 2008 y 2015, desaparecieron al menos 375 medios, algunos de ellos también digitales, según un informe de la Asociación de la Prensa de Madrid. El País cerraría 2020 con una circulación diaria de 70.000 ejemplares y El Mundo, con apenas 40.000. Habían perdido el 80% de su difusión en papel en apenas diez años”, se lee en las páginas 127 y 128.

En España, el periodismo en abstracto no existe. Existen tradiciones de entender y de hacer periodismo, con los nombres de las cabeceras y los apellidos de destacados profesionales

A lo largo del libro se mantiene un equilibrio entre los datos de contexto y la narración autobiográfica, que sería el texto en una adecuada comprensión hermenéutica. La autora, que lleva el periodismo en las venas y que no puede negar que, aunque haya estudiado en prestigiosos centros docentes, pertenece inicialmente a la escuela de su padre, Pedro J. Ramírez, va pasando las hojas en el calendario de su vida profesional. En gran medida, en España, el periodismo en abstracto no existe. Existen formas articuladas, tradiciones de entender y de hacer periodismo, que llevan los nombres de las cabeceras y los apellidos de destacados profesionales.

La biografía de María Ramírez está jalonada de encuentros con otros profesionales, conversaciones, datos, detalles, anécdotas elevadas a categoría. Es el sustrato humano de este libro memoria e historia que apunta a una reflexión que la autora quiere compartir sobre qué es lo esencial en el periodismo, la base de este oficio, de esta profesión, y qué es lo que cambia y por qué cambia lo que cambia.

Los contextos del mundo vida de la autora, sus estudios iniciales en la Escuela de Graduados de Periodismo de la Universidad de Columbia, su paso por las redacciones de Efe, El Mundo, Corriere della Sera, Univisión, El Español y ahora elDiario.es, el reciclaje en el programa de la Fundación Nieman para el Periodismo, de la Universidad de Harvard, en un momento en el que quizá habría perdido el amor primero al periodismo y necesitaba reencantarse, dan vida a un libro que permite una visión de conjunto más que notable sobre lo vivido en nuestra profesión.

Pero también hay que dejar constancia de que este es un libro sobre cómo se enseña y cómo se practica el periodismo. Por tanto, un manual útil para las nuevas generaciones.

Ya en 2005 pensaba nuestra autora que “la mayor parte de nuestro trabajo y del resultado tiene que ver con la oportunidad, las prisas, el cansancio y la intuición”. De la investigación que A. G. Sulzberger hizo en el New York Times, denominada Innovation Report, en abril de 2014, destaca que una de las conclusiones más claras fue que las tareas importantes para el periodismo es mejor dejárselas a buenos periodistas.

Cuando Pedro J. hace balance de El Español, de sus momentos iniciales, de su primera época, asegura que “internet no funciona a golpe de grandes despliegues, sino de desarrollos progresivos. En realidad, los lectores apreciaban ideas mucho más simples y menos costosas”.

Cuando le pregunta al director general de Bostonglobe.com y Boston.com a qué métrica está ahora más atento para medir el éxito en examinar el comportamiento de sus lectores, Matt Karolian contesta: “Lealtad”.

Y cuando María Ramírez, que ha cubierto los últimos procesos electorales en Estados Unidos, se pregunta cuál es el papel de los periodistas en el momento en el que está en juego la democracia, se apasiona. La pasión por el periodismo que vuelve a marcar el paso en la historia.

José Francisco Serrano Oceja
Periodista y profesor

 

La prensa libre no fue un regalo

Cualquiera que se decida a leer La prensa libre no fue un regalo, de José Antonio Martínez Soler (JAMS), se convencerá definitivamente de que la transición española salió con grandes esfuerzos, enormes dificultades, continuos obstáculos, casi de milagro, a base de consensos pactados, más por miedo que por prudencia. Miedo legítimo a la revancha de los vencidos, a la violencia terrorista, a la persecución policial, judicial o profesional. Miedo incluso a la muerte. Hace falta una mirada limpia para admitir que aquella generación, como cuenta su autor, peleó día a día, minuto a minuto, palabra a palabra, para defender la libertad de expresión. El relato de JAMS tiene el enorme valor de un periodista que ha sido testigo, desde la primera línea de batalla, de hechos históricos acontecidos durante más medio siglo. En su caso, con el mérito añadido de ser, además de testigo, víctima de la brutal represalia de un comando asesino que intentó acabar con su libertad y hasta con su vida.

Pido disculpas si me implico demasiado en la historia, pero es que yo ese día estaba allí, en la redacción de Doblón, el semanario que dirigía entonces Martínez Soler, cuando varios individuos armados, cubiertos con pasamontañas, fueron a buscarle a su casa de Las Matas, le secuestraron y le llevaron a un lugar recóndito de la Sierra de Guadarrama para torturarlo hasta el anochecer. El búnker franquista decidió actuar por su cuenta. El comando quería saber las fuentes que le habían informado sobre la purga de mandos moderados en la Guardia Civil, un reportaje que apareció en Doblón firmado con seudónimo. Como no dio los nombres, le sometieron a un simulacro de fusilamiento. Le dejaron vivo a condición de que mantuviera silencio. Si contaba algo de lo sucedido, matarían a su mujer. Hasta muchos años después, no supimos con detalle lo que habían hecho con nuestro director; eso sí, vimos que tenía el rostro desfigurado.

Hasta muchos años después, no supimos con detalle lo que habían hecho con nuestro director; eso sí, vimos que tenía el rostro desfigurado

A raíz del atentado, toda la prensa publicó el mismo editorial titulado “Impunidad”. La noticia del secuestro tuvo gran repercusión en la prensa internacional. Se produjo una respuesta unánime de todos los grupos editoriales contra la represión que seguía existiendo un año después de la muerte de Franco. Durante el ultraconservador mandato de Arias Navarro, político inmovilista que hizo lo imposible por impedir la transición a una democracia plena, se desató una oleada de brutales represalias contra los periodistas y, en general, contra todos los que defendían una libertad que, a pesar de las promesas, tardaba demasiado tiempo en llegar. Fue una lucha larga y difícil. Había que asumir el riesgo de cierres, secuestros, querellas, procesamientos, detenciones, interrogatorios y palizas. El ambiente no podía ser más hostil.

Del papel de la prensa en aquellos días de plomo, del referéndum de la OTAN, de los atentados de ETA, de la Constitución del 78, del golpe del 23-F y del resto de los acontecimientos de los que ha sido testigo escribe José Antonio Martínez Soler con conocimiento de causa. Además de director y fundador de Doblón, lo fue también de los diarios El Sol y La Gaceta de los Negocios, redactor jefe del diario El País, del semanario Cambio 16 y director general del periódico 20 Minutos, promotor del informativo Buenos Días y director de los Telediarios en Televisión Española. Y, como él dice, sigue vivo para contarlo.

La lectura de este excelente relato de Martínez Soler contribuye a recuperar la memoria histórica que forma una parte imprescindible del proceso democrático. Quienes lo lean comprenderán mejor por qué los españoles, hartos de la violencia padecida durante tantos años, rechazaron la ruptura radical con el pasado y eligieron la reforma para llegar pacíficamente a la democracia.

Nativel Preciado
Periodista y escritora

 

Entre las memorias del periodista, la ficción del escritor y la reflexión del hombre

“¿Y usted cómo escoge las palabras? ¿Cómo las elige? ¿Prefiere usted el sonido de las palabras o el fondo de la historia que escribe?”. Estas preguntas, realizadas por una joven periodista freelance al corresponsal y escritor José Julio Perlado (1936), son el recurso literario que el autor utiliza en Los cuadernos Miquelrius (Fonambulista, 2022) para desgranar, poco a poco, sus memorias, reflexiones, diarios y relatos. Se trata de un libro que mezcla autobiografía y ficción de manera inesperada, en una hibridación narrativa poco común.

En el texto se entrelazan diferentes caras del autor: el periodista, el creador, el cuentista y fabulador; el profesor de Redacción Periodística, que durante 30 años formó a varias generaciones de comunicadores desde la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. También, el novelista, el lector, el intelectual interesado por la cultura y el humanismo y, por supuesto, la persona, dueña de una existencia que recuerda sin nostalgia, con la calma de los años transcurridos y el pasar de una vida repleta de momentos especiales, de “relámpagos” y de otros instantes más corrientes, pero igual de esenciales.

Como periodista, el autor narra parte de su historia como corresponsal. Fue cronista en Roma, de 1963 a 1965, para los periódicos Madrid y el Diario de Barcelona, donde encuentra a figuras relevantes como Fellini o Stravinski; y en París, de 1968 a 1970, “la ciudad de la lluvia suave”, desde donde informa para ABC acerca de las revueltas de mayo del 68, y a las que 40 años después les dedica París, mayo 1968. Crónica de un corresponsal (2008).

Este oficio de informador le brinda la oportunidad de relacionarse con grandes personajes de la cultura, con los que adquiere destreza en un género que dominará: la entrevista

Precisamente, este oficio de informador le brinda, a lo largo de su vida, la oportunidad de relacionarse con grandes personajes de la cultura, como el filósofo Marcel, el cineasta Bresson o los escritores Cortázar, Hemingway, Baroja o Cela, con los que adquiere destreza en un género que dominará: la entrevista. “Solo hay dos tipos de personas a quienes hay que interesar en una entrevista: al entrevistado y al lector sencillo. Si se consigue interesar antes al personaje, y se logra extraerle cosas de interés, esas cosas interesarán siempre al lector corriente”, argumenta. Y precisamente a este formato periodístico también le ofrece un espacio más didáctico en Diálogos con la cultura, la entrevista periodística (2.ª edición, 2002).

La mixtura entre realidad y ficción, los recuerdos anudados con la invención recuerdan a Heródoto; también a Truman Capote en A sangre fría, o a Norman Mailer en La canción del verdugo, a los que alude como muestra de esta combinación de sucesos e imaginación, “porque nunca dos y dos son cuatro, sino que pueden llegar a ser cinco…”.

Así, en este libro de recuerdos y de pensamientos, Perlado recurre a la fantasía para relatar cuentos, otro de los géneros al que consagra parte de su tiempo como creador de historias. En esta faceta es autor de varios relatos cortos y de novelas como El viento que atraviesa (1968), Contramuerte (1984), Lágrimas negras (1996) y Mi abuelo, el premio nobel (2011).

En Los cuadernos Miquelrius revela varias de sus referencias literarias en el proceso creativo, del que habla en diferentes momentos en la recreación de los diálogos con la periodista. Proust, Joyce, Dostoievski, Woolf. Las memorias de Mastroianni o de George Perec, entre otros muchos.

José Julio Perlado también es estudiante, amigo, hijo, marido, hermano y padre, y hay espacio para ese recuerdo; pero, sobre todo, para la reflexión de toda una vida en la que, ahora, ama lo corriente. Desde esta perspectiva, subraya el valor del esfuerzo y de la paciencia, y ensalza la esperanza como alternativa ante el conflicto, del que huye, como lo hace de la vanidad.

En su blog Misiglo.es, con más de dos millones de visitantes, escribe casi a diario sobre el arte, la mirada y la palabra, sobre el tiempo y la belleza en la literatura, y continúa apuntando en sus cuadernos grandes de cuadrícula y tapa dura -de la casa Miquelrius, los de toda la vida- hoy un cuento, mañana un pensamiento; una historia, en definitiva. Lo hace siempre a mano y con rotulador de punta fina y negra. Curioso que esto último se haya convertido también en costumbre para otras.

“¿Y usted escribe en su despacho?”, continúa perseverante la periodista freelance.

Y ahora lo recuerdo bien en el bosque de hayedos, en Villagarcía de Arosa, en agosto, y en el coche, escuchando a Beethoven y Vivaldi. En la Biblioteca Nacional, frente a mí. Y me asombra que escriba desde siempre, ahora con su edad, y que mantenga la ilusión por crear. Que conserve su sentido del humor, a pesar de sus años, y que recoja, en este libro extraordinario, vivencias tan corrientes. “Me acuerdo de los títeres que hacía a mis hijos para que se durmieran y como ellos esperaban en fila en el pasillo para entrar en lo que llamaban ‘el teatro’; me acuerdo de un periodista amigo en Roma, en Via Margutta, y del paseo que me di por Villa Borghese con un escritor mexicano…”.

Marta Perlado
Decana de la Facultad de Comunicación y Artes de la Universidad Nebrija

 

'Periodistas extranjeras en la Guerra Civil' o la narrativa de género en los años 30 del siglo XX

El libro Periodistas extranjeras en la Guerra Civil es, per se, una constatación de que el relato de la guerra civil española no está todavía completo. Esta afirmación puede parecer una butade, ya que se trata de la guerra más mediática de la historia hasta ese momento, con una enorme profusión historiográfica que alumbró miles de títulos. Pero no lo es: la investigación de su autor, Bernardo Díaz Nosty, pone al descubierto que falta por incorporar a la crónica colectiva de la guerra de España la narrativa generada por las cerca de 200 periodistas que la cubrieron o escribieron sobre ella durante o después de la misma.

Una narrativa abordada, además, desde un punto de vista que difiere del de sus colegas masculinos. Los relatos de estas cronistas “aportan matices imprescindibles para entender en toda su dimensión la catástrofe humanitaria iniciada en 1936”, se afirma en el libro. Esa mirada femenina sobre los hechos no ha sido tenida en cuenta en la historiografía; ha sido, simplemente, obviada. Nada nuevo, es la misma marginación que se registra en casi todas las esferas de actividad.

Han tenido que pasar más de 80 años para que un estudioso haya sentido la necesidad de elaborar un censo exhaustivo de las periodistas extranjeras que, tras el golpe militar de julio de 1936, se desplazaron a España para informar sobre los acontecimientos bélicos posteriores. Esa necesidad surgió, según el propio autor, cuando se topó con medio centenar de ellas en el transcurso de la investigación de su obra anterior, Voces de mujeres. Periodistas españolas del siglo XX nacidas antes del final de la Guerra Civil.

Más allá de la mítica fotoperiodista Gerda Taro, que desarrolló un trabajo de primer orden indefectiblemente asociado a la legendaria firma Robert Capa, creada con su compañero Endre Friedmann. Más allá de la conocida periodista y escritora Martha Gellhorn, cuya memoria quizá logre algún día disociarse por méritos propios de la del nobel Ernest Hemingway -“No quiero ser una nota a pie de página en la biografía de Hemingway”, escribió-, con el que estuvo casada unos pocos años y con el que coincidió en España. Más allá de la reconocida dramaturga y guionista cinematográfica Lillian Hellman, demasiadas veces también ensombrecida bajo el manto de su exitoso marido, el novelista Dashiell Hammett. Más allá de las acreditadas Elena Garro, entonces una estudiante universitaria casada con Octavio Paz; Barbro Alving, cuyas crónicas de la guerra en España para el Dagens Nyheter levantaron a la opinión pública sueca, o Virginia Cowles, la enviada del grupo estadounidense Hearst, que entrevistó al líder golpista, el general Francisco Franco. Más allá de todos esos nombres más conocidos, Díaz Nosty ha investigado una nómina de hasta 183 mujeres periodistas que informaron sobre la guerra civil española y ha detectado indicios de otra veintena, que hasta el momento no han podido ser documentadas. Con ello, la lista alcanzaría las 200.

La cifra hay que contextualizarla: el hispanista Paul Preston menciona diez mujeres periodistas en su libro Idealistas bajo las balas: Corresponsales extranjeros en la guerra de España, y en La mirada femenina. Prensa británica y Guerra Civil en España, de los investigadores universitarios Daniel Pastor y Manuel González de la Aleja, la cifra alcanza las veinte. El historiador David Deacon, por su parte, eleva el número a 22, básicamente anglosajonas, admitiendo que “la narrativa de la guerra se mantiene como un coto exclusivamente masculino”.

Profesionales tenidas por aventureras
Eran periodistas, fotoperiodistas, escritoras, colaboradoras de prensa y autoras de memorias. Tenían casi todas ellas un alto nivel de formación, con estudios universitarios, y una edad media de unos 35 años. Por nacionalidades, el mayor grupo provenía de Estados Unidos y el Reino Unido (76), pero también se desplazaron desde Francia (24), Alemania (13), Rusia (10), Argentina (7), Austria (7), Italia (7), Cuba (5), México (4), Polonia (4), Suecia (4), Australia (3) y trece países más.

El 91% de ellas (163) viajó a la zona republicana, dado su compromiso ideológico antifascista y feminista y la mayor permeabilidad a la actividad de los periodistas del bando gubernamental; trece informaron desde la zona sublevada, identificadas con sus postulados, y otras dos se ubicaron en la misma zona, pero sin adscripción política, las norteamericanas Francis Davis y Eleanor Packard; otras cuatro estuvieron en ambas zonas, y la última, la británica Shiela Grant Duff, viajó a la zona franquista compatibilizando las funciones de informar y de espionaje.

“A veces, lo que fue un trabajo profesional (…) aparece como una iniciativa excepcional de rebeldes y aventureras”, escribe Díaz Nosty, refiriéndose no solo a las periodistas, sino también a las mujeres que realizaron un voluntariado humanitario o viajaron a España en defensa de su ideario político. En esta investigación se desvanece esa mirada desenfocada y esa actitud condescendiente hacia el trabajo de las periodistas extranjeras, que se presentaba como algo excepcional, empequeñeciéndolo de esa manera. El libro las identifica como profesionales en el mismo plano que sus compañeros a través del desarrollo de sus perfiles biográficos y el análisis de sus escritos sobre España.

Los escritos de las periodistas están más enfocados en los efectos devastadores de la guerra sobre la población civil y la crisis humanitaria

El interés informativo de sus crónicas, reportajes o memorias no se centra exclusivamente en los acontecimientos en el frente -como suele ser el caso de sus colegas masculinos-. No hacen crónicas militares al uso. Con independencia de su nacionalidad o ideología, los escritos en general de las periodistas están enfocados más en los efectos devastadores de la guerra sobre la población civil y la crisis humanitaria que sobreviene. Son unas narraciones teñidas de empatía y afectividad, pegadas a la piel de la población.

Sirva como pequeñísimo botón de muestra la descripción de lo que se encontró la francesa Marguerite Jouve al entrar en el Hotel Palace de Madrid, convertido en hospital: “Los salones de la entrada y las fantásticas escaleras están impregnados de un olor a formol y del hedor nauseabundo de la gangrena. En las habitaciones se oían los lamentos, a veces gritos, y me encontré, en un pasillo, con una enfermera que llevaba en brazos a una niña muy pequeña: su cuerpo acababa abruptamente en dos enormes bultos de algodones y gasas que llegaban al nivel de la camiseta. Le habían amputado las dos piernas…”. O el dibujo de escenas cotidianas, como la anécdota ocurrida en Valencia que cuenta en sus Memorias de España 1937 la mexicana Elena Garro, quien, sacando su paquete de cigarrillos Lucky Strike, se lo ofrece a un grupo de soldados jóvenes al tiempo que les pregunta: “Y ustedes, ¿qué fuman?”, a lo que ellos le contestan riendo: “Nosotros fumamos lu qui hay”.

El autor lanza la hipótesis de la existencia subyacente, en la narrativa femenina, del rechazo generalizado de la violencia y la denuncia de los efectos de la guerra en la población civil y los más vulnerables, con planteamientos cercanos a la defensa de los derechos humanos. No obstante, “lo sustantivo fue la existencia de un relato coral amplio y claramente diferenciado del dominante”, concluye Díaz Nosty. Es decir, una narrativa de género que no ha sido integrada en el caudal informativo de la guerra civil española.

Blanca Bertrand Mira
Periodista