Los periodistas brasileños, víctimas de una campaña sistemática de agresión por parte del Gobierno
Con la pandemia de coronavirus, estos ataques empeoraron. Como respuesta, cada vez son más frecuentes las hostilidades contra periodistas por parte de simpatizantes del presidente Jair Bolsonaro.
PATRÍCIA CAMPOS MELLO*
A principios de abril de 2020, una periodista de televisión y un operador de cámara preparaban un reportaje frente a una farmacia en el oeste de la ciudad de São Paulo. Trataba sobre la necesidad de mantener una distancia mínima entre las personas dentro de los establecimientos para evitar la transmisión de la COVID-19. En medio de la grabación, un hombre pasó por delante de la cámara y gritó: “Este virus no existe, es todo un invento de la prensa, que quiere derrocar al presidente”.
Una semana después, el mismo equipo, que no quiere identificarse por temor a represalias del Gobierno, estaba filmando en la calle, frente a un supermercado en Pirituba, en las afueras de São Paulo. De repente, un hombre gritó: “Ustedes quieren un golpe de Estado, quieren que nos muramos de hambre, les enviaré mis cuentas”.
Cada vez son más frecuentes sucesos como este, de hostilidades contra periodistas por parte de simpatizantes del presidente Jair Bolsonaro, que creen que la prensa exagera la gravedad de la pandemia de coronavirus para dañar al líder brasileño.
Los periodistas brasileños ya eran víctimas de una campaña sistemática de agresión por parte del Gobierno. Con la pandemia, los ataques empeoraron. El presidente mantuvo durante semanas la estrategia de minimizar la gravedad de la enfermedad y dijo que era un invento de la prensa. “Obviamente, tenemos una crisis en este momento, una pequeña crisis. En mi opinión, es mucho más fantasía, el tema del coronavirus, que no es todo lo que los principales medios de comunicación propagan en todo el mundo”, manifestó durante un evento en Miami, en los Estados Unidos, el pasado 10 de marzo.
Esta retórica crispa aún más a sus partidarios. Muchos reporteros necesitan salir para recopilar información sobre la pandemia. Estos periodistas tienen familias. Dejan a sus padres, esposos, esposas, novios, novias o hijos en casa y se exponen al riesgo de infectarse con el virus. Al menos, para que los lectores puedan conocer el trabajo de los médicos y enfermeros, estos sí, héroes, que están en primera línea para salvar vidas.
Los periodistas brasileños y mundiales están trabajando como nunca antes para dar cuenta de la abrumadora cantidad de información que debe verificarse e investigarse en este momento. Ello sin mencionar la tarea diaria de verificar y negar los bulos que circulan por las redes sociales en un volumen récord. El mundo está luchando no solo contra una epidemia, sino también contra una infodemia, como dijo Tedros Adhanom, director de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Existe una sobreabundancia de información, alguna verdadera y otra no, lo que hace que sea muy difícil para las personas encontrar fuentes confiables y una orientación correcta con respecto a la COVID-19, según lo explicado por la entidad. La infodemia también representa un riesgo para la salud pública, porque las personas necesitan pautas serias para protegerse y ayudar a detener la propagación de la enfermedad.
Si no fuera por la prensa profesional, que trabaja con hechos y sin adivinar, no hubiéramos sabido nada sobre el subregistro de casos de COVID-19 en Brasil, la falta de suministros en hospitales, los avances en la investigación de tratamientos y vacunas basados en evidencia científica y la ayuda de emergencia del Gobierno que no llega para muchas personas que necesitan desesperadamente los 600 reales brasileños.
Y es, precisamente, en este contexto extremadamente importante del trabajo de la prensa en el que los ataques contra periodistas se han intensificado.
“El periodismo es aún más esencial durante la pandemia que en tiempos normales, porque, literalmente, la información correcta puede salvar vidas. Desafortunadamente, las autoridades y los activistas políticos nunca se han opuesto tanto a los periodistas brasileños”, asegura Marcelo Träsel, presidente de la Asociación Brasileña de Periodismo de Investigación (Abraji).
Además, los periodistas brasileños tienen que enfrentarse ahora a reducciones de salarios. La mayoría de los principales periódicos y revistas brasileños, y algunas televisiones, proponen reducciones del 25% al 50% en los sueldos de los periodistas. En el momento de redactar este artículo, la reducción de horas y salarios se había anunciado en los periódicos O Estado de São Paulo, O Globo y Valor Econômico; en las revistas de Editora Globo y Condé Nast, y en Rede TV. Las propuestas fueron apoyadas por la Medida Provisional (MP) n.º 936, emitida por Bolsonaro, que ya había llevado a los trabajadores de los sectores más diversos a reducir sus salarios hasta en un 70% en tres meses. El objetivo de la MP, según el Gobierno, es flexibilizar las leyes laborales durante la pandemia para que las empresas puedan sobrevivir a la crisis y no cerrar. No está claro si logrará este objetivo o si solo facilitará una reducción de los salarios.
Las compañías de periódicos están experimentando una crisis sin precedentes
Las compañías de periódicos, como muchas otras, están experimentando una crisis sin precedentes. Según una encuesta realizada por la Asociación Mundial de Editores de Noticias, los ingresos por publicidad cayeron entre el 30% y el 80%. Los eventos, que también fueron una fuente importante de ingresos para los medios de prensa, se desplomaron debido a las medidas de aislamiento social para contener la pandemia.
Las suscripciones digitales están en aumento, pero no lo suficiente como para compensar la caída de los anuncios.
“Ser periodista en Brasil ya era difícil con los ataques y persecuciones alentados por el presidente de la República. Con la crisis de los periódicos, las reducciones en los salarios y los despidos, la situación ha empeorado”, dice Pierpaolo Bottini, coordinador del Observatorio de la Libertad de Prensa en la Organización de Abogados en Brasil y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de São Paulo. “La falta de estructura y seguridad afecta a la calidad del trabajo, y menos información significa más bulos, menos transparencia y menos ciudadanía”, añade.
Algunos colegas lanzaron la Campaña para la Valorización del Periodismo. En su manifiesto, ante las amenazas de recortes por parte de las empresas, afirman que “consideramos urgente que la sociedad reaccione en defensa del valor del trabajo de los periodistas”.
Según el texto, cuyo objetivo es hacer que las compañías de medios retiren la decisión de ejecutar recortes, “reducir nuestra jornada de trabajo significa reducir la capacidad de la sociedad para informarse adecuadamente, incluso abriendo más espacio para la difusión de bulos, lo que puede tener consecuencias fatales para la salud pública y catastróficas para la economía. El trabajo de los periodistas, en este momento, salva vidas”, recalca el manifiesto.
“Estos profesionales arriesgan sus vidas diariamente, caminan por hospitales o aglomeraciones, la mayoría de las veces sin equipo de seguridad. Si la prensa pierde su capacidad de informar al público, la sociedad brasileña estará a merced de la propaganda del Gobierno de Bolsonaro, que es un negador de la pandemia. Será una tragedia sin precedentes en la historia del país”, asevera Trâsel, de Abraji.
En Italia, el Gobierno ha extendido las deducciones fiscales a las empresas que anuncian en periódicos y publicaciones de noticias en línea. En Canadá, los suscriptores de medios pueden deducir estos gastos de sus impuestos.
No es realista esperar medidas gubernamentales para ayudar a los medios
En Brasil, donde el Gobierno ve a la prensa crítica como un enemigo, no es realista esperar algún tipo de medida gubernamental para ayudar a los medios.
“Ustedes son una especie en peligro de extinción. Creo que pondré a periodistas de Brasil vinculados a Ibama (agencia del Gobierno encargada de proteger las especies en peligro de extinción). Ustedes son una raza en peligro de extinción”, insistió Bolsonaro.
El presidente brasileño sigue estrictamente el manual húngaro Cómo terminar con la prensa independiente en diez lecciones, el trabajo de su colega populista de derechas, el primer ministro Viktor Orbán.
Como en Hungría, Bolsonaro intentó adoptar medidas que obstaculizan el uso de las leyes de acceso a la información, una herramienta esencial para garantizar la transparencia de los actos del Gobierno y su responsabilidad.
Esto casi ocurrió en Brasil, pero el Congreso lo detuvo a principios de 2019. Y en 2020, con la excusa de que se debía a la pandemia de coronavirus, Bolsonaro lo retomó en una medida provisional, que fue suspendida por los jueces del Tribunal Federal Supremo.
Específicamente, el presidente adoptó algunas medidas para vengarse de la prensa que considera “injusta”. En agosto de 2019, firmó una MP que puso fin a la obligación de las empresas que cotizan en bolsa de publicar sus balances en los principales periódicos. Podrían publicarlos de forma gratuita en el sitio web de Securities and Exchange Commission (CVM), en lugar de en medios impresos. La publicación de balances es una fuente importante de ingresos para varios medios.
Este cambio ya estaba previsto, y es natural, ya que la tendencia inexorable es la migración a internet; no obstante, se podría haber implementado más gradualmente. Según la legislación aprobada por el Congreso y firmada por el propio presidente en abril de 2019, la publicación de los balances en los principales periódicos aún se requeriría hasta el 31 de diciembre de 2021. Una MP tiene efecto inmediato después de ser publicada y debe ser aprobada en 120 días por el Congreso para no perder su validez. Pero el Congreso no votó la medida a tiempo a propósito y expiró en diciembre de 2019.
Bolsonaro no dejó dudas sobre su motivación para la Medida Provisional. “Ayer correspondí con parte de los principales medios que me atacaron. Firmé una medida provisional para que los empresarios que gastaron millones de reales en la publicación obligatoria de sus balances ahora puedan hacerlo en el Boletín Oficial de la Unión. Coste cero”, ironizó en ese momento.
Amenazó específicamente al periódico Valor Econômico diciendo que “espero que sobreviva a la MP de ayer” y criticó que el periódico habría llenado de supuestas imprecisiones las declaraciones de sus entrevistas.
Y, en medio de la controversia mundial sobre sus políticas antiambientales, afirmó: “Estamos ayudando a no deforestar y estamos haciendo la vida más fácil a los empresarios”. Según el periódico Valor, todo el papel de periódico producido por Brasil proviene de la reforestación, es decir, no causa deforestación.
En septiembre de 2019, Bolsonaro volvió a la carga y emitió una medida provisional en la que se eximía a agencias gubernamentales de publicar licitaciones, avisos de subastas y concursos en periódicos impresos. Según la propuesta, estas comunicaciones deberían publicarse solo en la prensa oficial.
El texto fue suspendido por una orden judicial del ministro Gilmar Mendes, del Tribunal Federal Supremo, en octubre de 2019.
Bolsonaro presiona a anunciantes para que no se publiciten en algunos medios
Más preocupante aún, porque representa un mayor impacto: Bolsonaro y su secretario de Comunicación, Fábio Wajngarten, presionan frecuentemente a los anunciantes privados para que dejaran de cerrar contratos publicitarios con algunos periódicos y televisiones. Lo hacen en público, en entrevistas y en las redes sociales, y también en privado.
Con la caída de la inversión publicitaria a causa de la epidemia, una situación que durará muchos meses, la única esperanza para los medios críticos en Brasil son los lectores.
Algunas organizaciones de la sociedad civil han estado promoviendo campañas voluntarias para que las personas se suscriban a periódicos, revistas y webs de periodismo profesional y para que aumente la audiencia de programas periodísticos en televisiones independientes.
La esperanza es que muchas personas se den cuenta de que suscribirse a los periódicos se ha convertido en un deber cívico para aquellos que valoran la libertad de expresión y quieren preservar la prensa como vigilante de las autoridades públicas, en defensa de los ciudadanos. De lo contrario, solo quedarán blogs y sitios web ideológicos y llenos de opiniones, que no informan ni analizan hechos, solo corroboran las creencias. Esto no es información.