Navegar la incertidumbre: cómo los periodistas jóvenes enfrentan el desafío de encontrar trabajo
La autora analiza el estado actual de la inserción laboral en el mundo del periodismo, apoyándose en testimonios de jóvenes periodistas. Precariedad, petición de varios años de experiencia y de múltiples conocimientos, necesidad de un máster y de contactos, así como distintos miedos y preocupaciones, son comunes en la búsqueda del primer empleo para los periodistas.
* MAR MANRIQUE
Estaba en la biblioteca repasando las ofertas laborales que había en LinkedIn. Era febrero de 2020 y quedaban cuatro meses para que me graduara como periodista. Desde la propia facultad nos habían animado a crear un perfil en la red social del trabajo en una de las únicas clases enfocadas a la gestión de contenido digital y, aunque aún no tenía el título, ya echaba un vistazo frecuentemente a las vacantes que se anunciaban. Solo me bastaron un par de días navegando por la plataforma para darme cuenta de dos cuestiones: la primera, gran parte de las empresas buscan a periodistas con una experiencia laboral mayor de dos o tres años; la segunda, la mayoría de las ofertas de los medios no se anuncian públicamente, ni a través de portales de empleo ni a través de redes sociales.
Lo de después, la búsqueda del primer trabajo, fue una carrera de fondo que comparto con algunos de los testimonios con los que he hablado para este artículo: hemos enviado currículos a decenas de correos electrónicos de medios de comunicación, nos hemos dado de alta en los portales de los grandes grupos mediáticos, hemos contactado a productoras y hemos mantenido la esperanza de recibir una respuesta. A pesar de que en la universidad te avisan, no eres consciente de la realidad del mercado laboral hasta que lo vives. “Cuando estaba estudiando la carrera, me cogieron en las ediciones locales de El Periódico. Tenía un blog donde escribía entrevistas y crónicas y se fijaron en mí. Compaginaba estudios y trabajo. No me creía a los profesores, los alumnos o la gente que trabaja en el sector que decían que todo estaba mal cuando yo ya había encontrado trabajo de lo mío”, relata el periodista Esteve Vallmajor Díez de Andino.
Las películas, los productos culturales, las experiencias propias o los referentes periodísticos ayudan a alimentar unas expectativas de trabajo concretas que no suelen casar con la realidad. Lo reconocía Mar Vallverdú, periodista en Radio Primavera Sound, en el pódcast que lidera: “Yo estudié la carrera de Periodismo por un capítulo de Gossip Girl en el que Blair Waldorf hace de becaria en la revista W”. Es normal. Los periodistas más jóvenes crecimos con la influencia de personajes como Andie Anderson, de Cómo perder a un chico en diez días, que tiene un mes entero para escribir un solo artículo; Jenna Rink, de El sueño de mi vida, que vive en un piso lujoso en Fifth Avenue, o Carrie Bradshaw, de Sexo en Nueva York, que es capaz de sufragar todos sus caprichos con un único sueldo de columnista para una revista de moda. Así, muchos recién graduados se ven influenciados por la romantización de la profesión o por el pensamiento mágico de que eso, la búsqueda poco fructuosa de empleo, no va con ellos; de que, bien sea por suerte, habilidades o ganas, la situación no les afectará. Pero la realidad es que todas estas variables en contadas ocasiones son decisivas, lo que lleva a los periodistas jóvenes a preguntarse: ¿y ahora qué?
La radiografía de la situación
No pasa demasiado tiempo hasta que se viraliza una oferta periodística con un salario bajo. En el Twitter/X periodístico español es frecuente verlas: los comunicadores las comparten y las denuncian. Una de las más recientes fue aquella en la que un medio pedía que se incorporara a su redacción un periodista con al menos diez años de experiencia demostrable, la capacidad de escribir cuatro piezas al día, contar con fuentes propias y muchas ganas. Todo por un salario de 20.000 euros brutos anuales.
Puede que ello, la precariedad de una profesión tan vocacional como el periodismo, haya repercutido en que el número de matriculados en el grado en 2023 disminuyera en cerca de 1.000 respecto al año académico anterior, según el Informe Anual de la Profesión Periodística 2023.
“Hay una idea de que la gente joven no quiere trabajar, pero nadie te va a decir que los han estado maltratando por 300 euros, en jornadas que eran media jornada y se transformaban en el doble y sin ofrecer ningún recorrido profesional. Plantear por qué nadie quiere ser periodista me parece una frivolidad teniendo en cuenta cómo han sido los últimos 15 años en prensa”, afirma Mario Escribano, ex de El Confidencial que dejó el medio para trabajar en una agencia, en el número “Dejar el sector” de la newsletter sobre periodismo Fleet Street.
Como se constató en el Informe Anual de la Profesión Periodística 2023, “la precariedad es el mayor problema que sufre la profesión, seguida de la mala retribución del trabajo periodístico y, en tercer lugar, de la falta de independencia económica y política de los medios en los que se trabaja. Si bien la mayoría de los encuestados que ejerce en tareas de comunicación y periodismo dice estar satisfecha con su trabajo, lo cierto es que un 34% de los periodistas contratados cree que sus actuales condiciones laborales son precarias”.
Además, en el ámbito del periodismo, los requerimientos para ejercer la profesión han ido cambiando y ampliándose con el tiempo, especialmente para aquellos que llegan nuevos al sector o para quienes se han quedado sin trabajo y necesitan dar con uno nuevo. “Se buscan varios años de experiencia que no tengo, requisitos para periodistas que tienen que saber hacer de todo: community manager, SEO, programación, edición de vídeo y foto, paquete Office y Adobe en todas sus vertientes”, narra Álvaro García-Dotor, de 26 años.
Puede que la precariedad de una profesión tan vocacional haya repercutido en que haya habido cerca de 1.000 matriculados menos en el grado en 2023
Estas habilidades convierten al Grado en Periodismo, para Danghelly Zúñiga, directora del Observatorio de Asuntos de Género y Diversidades en la Universidad del Rosario, en “una de las carreras más difíciles de estudiar hoy”. Lo explica en Perifoneo, el pódcast de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP): “Somos como el arbolito de Navidad. Antes tenías que saber escribir, saber hacer tres o cuatro cosas bien; ahora debes saber algo de ingeniería, algo de visualización de datos, algo de análisis de big data, algo de viralización y conocer las redes sociales, que se multiplican todos los días. Esto es muy exigente. Y para eso debes invertir no solamente tiempo, sino dinero en preparación”, continúa.
Las expectativas laborales impactan en aquellos periodistas que quieren escribir piezas en periódicos tradicionales y no consiguen entrar en su infraestructura
El Reuters Institute reporta en un artículo titulado “Una vía cada vez más estrecha: diez jóvenes periodistas cuentan su lucha por conseguir un empleo en el periodismo” que una de las formas de lograr un puesto laboral en los medios de comunicación pasa por pagar másteres de periodismo. En España, la cifra de estas maestrías, adscritas a periódicos consolidados como El Mundo o El País, puede ascender hasta los 11.000 euros, y tampoco son una garantía para firmar un contrato indefinido en un medio de comunicación.
Aunque, a veces, sucede. Elena González es uno de esos casos. La periodista cursó el Máster de Periodismo de El Mundo. Uno de los trabajos que realizó dentro de la maestría llamó la atención de Guacimara Castrillo, responsable de redes sociales del medio y profesora, de tal forma que planteó que la joven en prácticas gestionara la nueva cuenta de TikTok de El Mundo. Así, Elena participó en el lanzamiento del perfil del medio en la red social, se convirtió en su cara visible en la aplicación y, tiempo después, consiguió firmar un contrato con el periódico.
El periodismo es más que firmar en un medio
Las expectativas laborales impactan en aquellos periodistas que quieren escribir piezas en periódicos tradicionales y no consiguen entrar en su infraestructura; en los fans de la radio a los que no se les hace un hueco en antena, o también en quienes anhelan dedicarse a la televisión y luchan por conseguir un contrato con las cadenas. En un contexto donde la universidad te prepara para trabajar en los medios tradicionales, y en el que las ofertas de trabajo son escasas y herméticas, ¿qué opinan los recién graduados? ¿Dónde queda la posibilidad de no ser capaz de dedicarse a los tres formatos estrella? ¿Y qué opciones tienen quienes no lo consiguen?
Los periodistas jóvenes tienen dificultades para encontrar trabajo en los medios si en la ecuación no entran variables como los contactos o los másteres
Álvaro García-Dotor comparte experiencia con Sara. A la necesidad de tener contactos o pagar un máster, el joven suma la petición de los convenios con universidades y la disposición a cobrar una miseria. Álvaro -quien, tras una búsqueda exhaustiva de empleo, encontró trabajo gracias a su expediente académico en el departamento de Comunicación de su universidad, a media jornada y a través de una beca- explica que vivió un momento prematuro de arrepentimiento por haber cursado estos estudios, si bien aún no ha perdido la fe: “Los jefes te dicen que vales para ello y te alaban, pero luego ves la cantidad que se te ofrece y el número ingente de horas y todo se distorsiona. También te planteas hacerte autónomo, pero sin tener una base de pagadores ni contactos es complicado comenzar. Aun así, uno mantiene esperanzas y siempre con planes B, C y hasta Z”.
De una opinión similar es Antonio Rodríguez, de 23 años. Él reconoce que tuvo suerte con sus primeras experiencias dentro del sector. El comunicador afirma que su primer empleo fue en un periódico deportivo mientras estudiaba en el instituto; y que, de ahí, todo lo que llegó después -el trabajo como periodista en una radio local o como locutor en una cadena nacional- fue gracias a los contactos que había ido haciendo a medida que trabajaba. “Todo porque alguien me había leído, alguien me había visto o le habían hablado de mí”, añade. El periodista, que ahora se dedica al marketing, cree que las empresas perciben como valor diferencial empezar a trabajar joven. Por el contrario, explica Antonio, “si se busca el primer empleo con 23 años, con la carrera acabada y sin ninguna experiencia laboral, no te darán la oportunidad por el motivo opuesto, porque no destacas. Es un sector basado en una competición injusta, porque no debería ser un valor para medir cómo de precoz hayas sido”.
A pesar de ello, en el mundo periodístico no hay una llave mágica que te facilite trabajar en los medios de comunicación. Ni siquiera cuando has iniciado tu carrera laboral antes que el resto de tus compañeros. Después de comenzar a trabajar en El Periódico y en la televisión y la radio pública de su ciudad mientras continuaba estudiando la carrera, a Esteve Vallmajor Díez de Andino le dio burnout. “Me agobié mucho, quería mi verano después de la carrera libre. Pensé que en septiembre buscaría algo de lo mío otra vez, y ahí fue cuando no lo encontré y me di cuenta de que las expectativas que yo tenía no se cumplían”. Esteve reconoce que llevó “muy mal” el hecho de no encontrar trabajo “de lo suyo” a pesar de tener experiencia. “Muchos de mis compañeros y amigos de la carrera no se dedicaban a ello. Pensaba que les sacaba ventaja y aun así no encontraba”, recuerda.
Tras derivar la búsqueda a la comunicación corporativa y dedicarse a ella durante algún tiempo, Esteve se encontró sin trabajo y decidió crear vídeos en TikTok. “En parte, por una visión bastante clara de que quiero que un medio se fije en lo que hago y me contrate. Al principio la idea era esta: si no encuentro trabajo, que el trabajo venga a mí. Me gustaba y le pillé el gustillo”, apunta. En TikTok se centró en la cobertura de las elecciones municipales catalanas. “Estuve dos meses hablando de política municipal para gente joven y lo acogieron bien. Hablaba de los botellones o cuántos parques hay en una ciudad, porque a veces cuesta ubicar qué votamos cuando votamos. Me funcionó y seguí. Después vinieron las generales y las cubrí también”. El periodista explica que fue entonces cuando la Agència Catalana de Notícies (ACN) abrió una candidatura para cubrir un puesto de community manager: “Pensé que era mi momento, que si me presentaba tendría muchas opciones para alcanzar ese puesto. Y lo logré”.
Esteve es un ejemplo de cómo, a pesar de ser consciente de la realidad del mercado laboral periodístico para los jóvenes, continuaba trabajando y esforzándose para poder, como afirma él, lograr sus sueños. El periodista defiende que las cosas se mueven por TikTok y que ciertos medios se fijan en la red social y, por ello, entendía su presencia allí como una oportunidad comunicativa. “Se puede informar en TikTok y se debe, porque hay gente que le dedica mucho tiempo y no podemos renunciar a ese espacio de atención”, dice.
Entonces, ¿qué hacemos?
Frente a un panorama poco halagüeño, es coherente que surja esta duda. Siempre que me invitan a dar charlas en universidades lo digo: es el momento en el que los estudiantes se gradúan como periodistas cuando la inquietud y la curiosidad asoman, porque es también el momento en el que la pregunta cómo consigo trabajo repiquetea en la mente de muchos.
Es a través de las experiencias de estos recién graduados (Antonio, Álvaro, Sara y Esteve) de donde podemos extraer varias conclusiones: los periodistas jóvenes tienen dificultades para encontrar trabajo en los medios de comunicación si en la ecuación no entran variables como los contactos o los másteres. Por eso, frecuentemente saltan a departamentos de Comunicación de organizaciones y empresas, donde habitualmente existen más oportunidades tanto laborales como de crecimiento. Algunos también optan por hacerse un hueco en el mercado periodístico a través del impulso a su marca personal, bien sea a través de proyectos como pódcast, cuentas en TikTok, blogs o newsletters, y la mayoría mantiene la esperanza de que, mediante su esfuerzo y ganas, serán capaces de encontrar un trabajo digno y estimulante.
Así, aunque el 72% de los periodistas estadounidenses usa palabras negativas como “lucha” y “caos” para describir su sector, según recoge un estudio del Pew Research Center, el 77% afirma que volvería a estudiar Periodismo. Con el tiempo, se entiende que existen muchas formas de ejercer el periodismo. Para mí, escribir mi newsletter Fleet Street es la forma de dedicarme a ello a través de las preguntas, de las lecturas y las reflexiones. Esa ventana que construí a base de trabajo individual me ha ayudado a abrir muchas otras, como las colaboraciones en varios medios o la participación en diferentes congresos. Sin embargo, soy plenamente consciente de que un mercado de trabajo en el que hay que subsistir a base de proyectos que nutran tu vocación no es lo ideal. Tampoco un puesto donde se deba renunciar a la proyección, a un salario digno o al tiempo personal. Pero eso no depende de los periodistas recién llegados al sector.
Un mercado de trabajo en el que hay que subsistir a base de proyectos que nutran tu vocación no es lo ideal
Hace unos años escribí: “Amar tu profesión tiene una cosa buena y otra mala. La buena es que ejercer tu vocación, en sus múltiples formas, siempre te llenará. La mala, que todo lo demás nunca parecerá suficiente -hasta que creces o te conformas-”. Lo dije y lo reitero: el conformismo muta con el tiempo, y está bien, y muchos periodistas están creciendo o ya lo han hecho. Y es también bueno y sano para la propia profesión poner el foco en los puntos grises que revitalizarían y fortalecerían al periodismo.
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