A las 22:05 del sábado 13 de abril de 2024, el temor se confirmó: “Irán lanza un ataque directo sobre Israel con decenas de drones”. Cuatro minutos después del escueto cable de la agencia Reuters, Antonio Pita, corresponsal para Oriente Próximo de El País, envió un texto de 184 palabras y un titular. En ese momento, al menos una docena de trabajadores del periódico estaban involucrados en la información sobre la evolución de ese ataque. Entre ellos, además de Pita, dos enviados especiales que seguían la noticia desde Jerusalén y varios corresponsales en América. La información que abrió las portadas digitales durante las siguientes horas en muchos medios del mundo era un directo.
* PILAR ÁLVAREZ
¿Qué es un directo?
Es un formato que incluye un hilo cronológico de mensajes, coronado por una entradilla inicial que jerarquiza lo que está ocurriendo con titulares, subtítulos y otros elementos destacados, como momentos clave o noticias explicativas (explainers), por ejemplo. Todo casi en tiempo real.
Entre las diez de la noche y las tres de la mañana del domingo 14 de abril -cuando se dio por concluido el ataque- se publicaron una treintena de mensajes en la cobertura en directo de El País sobre el ataque de Irán. Fue la información más leída del fin de semana. La primera jornada tuvo casi el doble de audiencia que la crónica principal. La segunda la cuadruplicó. La información estaba también muy destacada en las métricas internas cualitativas, las que miden el tiempo de lectura y los artículos más leídos por los suscriptores.
La forma de contar el ataque por la que apostaron muchos medios ejemplifica el giro que estamos viviendo en las redacciones en nuestra manera de trabajar. Los live blogs y formatos en directo nacieron al calor de las redes sociales, con un desarrollo exclusivamente digital, que permite responder al interés de los lectores casi en tiempo real, organizar el trabajo de la redacción y aprovechar los textos, imágenes, sonidos y vídeos de los periodistas del medio y también de agencias o de testigos directos verificados. El reto sigue siendo ser tan ágiles como certeros al contar lo que ocurre y hacerlo de forma ordenada y contextualizada. Hasta ahí nada nuevo, esa es una de las funciones del periodismo. La novedad es que todo se hace ahora mucho más rápido.
¿Desde cuándo y por qué se usan?
Este tipo de coberturas no son unas recién llegadas a los medios. Los investigadores Neil Thurman y Nic Newman publicaron en 2016 un estudio sobre el futuro de las informaciones de última hora en el que señalaban que los directos eran “una apuesta cada vez más frecuente en las webs de noticias”. Explicaron que, ya en 2011, medios como The Guardian, The New York Times y Financial Times narraron en directo el terremoto que desembocó en un tsunami en Japón con mensajes de redes sociales de los afectados, mapas, vídeos e imágenes.
El Financial Times pedía ayuda a los lectores para la cobertura. Dos años después, en 2013, la BBC apostó por información local en vivo en ciudades como Londres o Birmingham con actualizaciones de noticias, deportes, viajes o el tiempo realizadas con material de sus reporteros y mensajes y tuits de los lectores. La expansión de esta forma de abordar las noticias, explican en su estudio, se debe en parte a una reacción a las redes sociales, que introdujeron la idea de “pequeños aperitivos de contenido” en orden cronológico.
Este escenario de la inmediatez llegó a El País en junio de 2010 con Eskup, una herramienta para conectar “mediante mensajes cortos” a lectores y periodistas e incluir vídeos, fotos y enlaces a informaciones. Se estrenó con doce canales temáticos. Entre ellos, dos de información local de Madrid y Barcelona, uno de lectura, otro sobre fútbol y otro de última hora para contar “la actualidad según ocurre”, tal como recogía la información sobre su estreno.
Los live blogs y formatos en directo permiten responder al interés de los lectores casi en tiempo real
Poco más de una década después, las coberturas en directo en los periódicos experimentan un momento de esplendor. El gran cambio cultural se está viviendo ahora, cuando esta forma de abordar lo que pasa en el mundo lidera en muchas ocasiones las portadas. El investigador Nic Newman señala hoy que lo que más le ha sorprendido de la evolución de las coberturas en directo desde su estudio de 2017 es “lo común que se ha vuelto esta estrategia y cuánto engagement crean estas páginas”.
El concepto engagement hace referencia a la recurrencia de los lectores, a las informaciones que les hacen volver al medio. Newman, integrante del Reuters Institute, explica por correo electrónico que se trata de una buena fórmula para atraer audiencias más a menudo a webs de noticias y “una excelente herramienta interna para mantener a las redacciones actualizadas con grandes acontecimientos”. Añade que estas coberturas “se han vuelto más complejas y ricas con los años, tanto en términos multimedia como de interactividad, lo que las hace aún más potentes”.
¿Qué contar en directo?
El New York Times calculaba ya en 2021 que un día normal publicaba una media de cuatro directos que se pueden ampliar a ocho. En estos momentos, El País ofrece a diario en su edición de España un directo de actualidad política y otro sobre la situación en Oriente Próximo. Además, es habitual contar en directo partidos de fútbol o sucesos en desarrollo, así que no es excepcional que un mismo día haya cuatro o cinco coberturas de este tipo a la vez.
Los grandes acontecimientos del día que encabezan las portadas son buenos candidatos para este formato. Pero se han generalizado también para eventos variados, como el Día de la Mujer, el anuncio de una opa hostil, un eclipse solar o la gala de las estrellas Michelín. En 2022, El País cambió Eskup por otra herramienta que facilita la edición y permite jerarquizar mejor la información e incorporar mensajes de más redes sociales.
Se trata de transmitir a los lectores que el periódico es el mejor lugar para poder entender qué es lo que está pasando casi mientras ocurre. “Un buen live blog debería dar la sensación de que un experto te guía por la historia según esta sucede. Uno malo da la sensación de un bombardeo incesante de acontecimientos levemente conectados”, explicaba Chris Moran, jefe de Innovación Editorial de The Guardian, en una entrevista con el Reuters Institute. Es el salto entre la concepción del directo como un minuto a minuto, en el que casi se radiaba la actualidad, y el trabajo que se hace hoy, con mensajes mucho más elaborados y autoconcluyentes.
“El propósito de acompañar a las personas a través de un acontecimiento es la esencia de nuestro oficio”, defiende Moran. Después de dos años al frente del equipo de Última Hora de El País, en los que ha habido diversas elecciones autonómicas, unas generales y se han declarado dos guerras, añadiría que para que eso ocurra es imprescindible un trabajo previo de producción y una comunicación constante entre distintos equipos.
¿Y con quién contar?
The Guardian estimaba en 2013 que una cobertura en directo duraba en ese momento de media seis horas y requería la contribución de 2,5 periodistas, uno de ellos en el terreno. Esa estimación hoy se queda corta. El New York Times estrenó en 2021 su equipo de directos (LIVE Team) con una docena de reporteros y editores preparados para colaborar con las diferentes secciones en la creación y desarrollo de estas coberturas. La sección de Última Hora de El País, que es la que gestiona los directos, está formada por siete personas.
Es imprescindible un trabajo previo de producción y una comunicación constante entre distintos equipos
¿Cuánta gente hace falta? Depende de qué contemos y cómo lo queramos contar. Como mínimo, dos personas deben procesar la información que llega y es bueno que haya tantas como sea posible entre especialistas y periodistas sobre el terreno. En El País, el equipo de Última Hora organiza estas coberturas en colaboración con las secciones implicadas en el tema, aprovechando toda la potencia del medio para hacer el mismo periodismo con otro tempo.
Como mínimo, dos personas deben procesar la información y es bueno que haya tantos especializas y periodistas sobre el terreno como sea posible
Es cada vez más habitual que los periodistas se adelanten a la petición del equipo de Última Hora para mandar las informaciones. Los integrantes del equipo son quienes rastrean las informaciones de agencias y de otros medios, en ocasiones siguen las comparecencias y siempre están atentos a las novedades, pero no suplen a los especialistas, que son los que aportan contextualización, análisis y valoraciones de lo que está ocurriendo.
¿Cómo es la organización?
Cada gran acontecimiento tiene su grupo de trabajo con editores, fotógrafos, especialistas, periodistas de vídeo, última hora, redes sociales o portadistas. Todas esas personas están en comunicación constante.
La producción previa es fundamental. En acontecimientos agendados -la coronación de Carlos III, Eurovisión, una jornada electoral o el sorteo de la lotería de Navidad- se elabora una escaleta con las horas principales. Solo si tienes controlado lo controlable puedes reaccionar con agilidad ante lo imprevisible. Por ejemplo, que Will Smith se levante de su asiento y propine una bofetada al cómico Chris Rock en plena gala de los Óscar.
El trabajo en equipo para una cobertura en directo se asemeja a una orquesta. Solo bien dirigida y tras muchos ensayos podrá producir una buena melodía. Como explicaba Melissa Hoppert, editora adjunta del LIVE Team del New York Times, participar en estas coberturas supone un trabajo muy intenso: “Básicamente, estás averiguando lo que está pasando al mismo tiempo que los lectores”.
¿Crónica o directo?
Al inicio de este artículo he comentado algunos datos que muestran el interés que despiertan las coberturas en directo. Es habitual que estén entre las apuestas del periódico con más seguimiento, resultan fascinantes para estar al día de lo que ocurre y permiten leer, escuchar y ver lo que pasa casi mientras pasa. Pero ni interesan a todo el mundo ni cubren todas las necesidades de información. No creo que sustituyan a las crónicas ni que haya que decantarse solo por una u otra. Una de las grandes decisiones es cómo distribuir los recursos. Qué cubrimos y cómo lo cubrimos y, sobre todo, por qué otros asuntos dejamos de apostar para poder hacerlo, un dilema que siempre ha existido en las redacciones.
En el New York Times hay ocasiones en que la primera entrada del directo sobre la crisis de Oriente Próximo es una información desplegable que se va actualizando a lo largo de la jornada y que será la crónica del periódico de papel. Eso supone invertir el flujo de trabajo tradicional, ofrecer primero píldoras de información -esos “pequeños aperitivos de contenido” a los que hacía referencia más arriba- e incluirlos después en una crónica.
¿Qué futuro tienen?
El investigador Nic Newman explica que los directos pueden resultar disuasorios para los lectores menos interesados en las noticias, a quienes les pueden resultar más difíciles de seguir. “Quienes evitan las noticias”, explica por correo electrónico, “consideran estar actualizados sobre las últimas noticias como una de las partes menos importantes de lo que un medio online puede ofrecerles. Prefieren las noticias positivas, el contexto o la conexión”. Y advierte además que se necesitan elementos para evitar que “pueda ser un formato confuso”.
Grandes decisiones: cómo distribuir los recursos, qué cubrimos, cómo los cubrimos y por qué otros asuntos dejamos de apostar
Las coberturas en directo son una forma periodística de abordar la actualidad con requisitos diferentes a los que necesita una crónica, un reportaje, un análisis o una entrevista. Además, son corales por definición. Para que estén bien hechos, deben incluir muchas firmas. Con una estructura eminentemente cronológica, necesitan orden y jerarquización, una entradilla que destaque lo fundamental y elementos como los momentos clave, los resúmenes fijados cada cierto número de horas o la opción de que el lector pueda profundizar.
No creo que sustituya a ningún género periodístico, pero sí que se ha instalado para convivir con todos. En los próximos años afinaremos aún más en la decisión de cuándo usarlos y cómo aprovechar sin desperdicio los recursos de una redacción.
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