23/01/2024

Cobertura informativa del caso Rubiales

Del ‘gesto simpático’ al #SeAcabó: 23 días que sacudieron al periodismo

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Escrito por Carolina Pecharromán

El beso no consentido de Luis Rubiales a Jennifer Hermoso generó el movimiento #SeAcabó, una convulsión que alcanza a la dignidad de las mujeres en general. El incidente puso de manifiesto el machismo arraigado en la sociedad, impulsando la reflexión sobre las estructuras de poder en el deporte, la imagen internacional de España y la ética periodística.


*CAROLINA PECHARROMÁN

Cuando se hace balance de 2023, uno de los hechos noticiosos que merece estar en todos los resúmenes del año es el beso no consentido de Luis Rubiales a Jennifer Hermoso y el movimiento #SeAcabó al que ha dado lugar. Se trata de una convulsión que alcanza a la dignidad de las mujeres en general, el trato que reciben las deportistas en particular, el machismo profundo instalado todavía en amplias capas de nuestra sociedad y, al mismo tiempo, su cada vez más amplia conciencia igualitaria. Nos ha hecho repensar las estructuras de poder de los organismos que regentan el deporte en nuestro país, la fragilidad de la imagen de España en el mundo y, también, la deontología profesional del periodismo. Refresquemos una cronología necesaria para entender cómo afrontó la profesión periodística este terremoto.

El 20 de agosto de 2023, buena parte de la población en España y en los cinco continentes seguía la final del Mundial de Fútbol que se celebraba en Australia y Nueva Zelanda. La selección absoluta femenina española se alzaba como campeona del mundo por primera vez en su historia. En plena efervescencia de entusiasmo colectivo, en el protocolario acto de entrega de las medallas sucedió algo que se pudo ver en directo en todo el mundo. Las imágenes del presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, agarrando por la cabeza a la jugadora Jenni Hermoso y propinándole un beso en la boca pronto estuvieron en las redes sociales.

En España, la marea de indignación de la ciudadanía se plasmó en hashtags tan descriptivos como #asqueroso y fue creciendo a lo largo de la tarde, alimentada tanto por mujeres como por hombres, de todas las edades y perfiles. La indignación popular subió enteros cuando se difundió un nuevo vídeo en el que Rubiales celebraba un gol con el soez gesto de agarrarse los genitales. Y lo hacía en la tribuna de honor, ante la reina doña Letizia, la infanta Sofía y las autoridades políticas y deportivas de España, Reino Unido y los países anfitriones. Una vez más, ante las cámaras del mundo entero. ¿Cómo reaccionaron los periodistas ante estas actuaciones?

Los medios de comunicación tienen un papel fundamental, bien para perpetuar la mentalidad que sostiene la discriminación y todos los tipos de violencia contra las mujeres, bien para denunciarlos y contribuir a una sociedad igualitaria. En el caso que nos ocupa y principalmente en las primeras horas, los medios españoles contribuyeron más bien a lo primero, a la sempiterna banalización de las agresiones sexuales sobre las mujeres. “No nos dimos cuenta”, es la respuesta que he escuchado decenas de veces para explicar esa reacción. Y esa respuesta, en sí misma, ya es un problema para un periodista.

Los medios tienen un papel fundamental para denunciar todos los tipos de violencia contra las mujeres

Desde que la estadounidense Kate Millet definió el dominio sexual como uno de los elementos más fundamentales de poder, las feministas de los años 70 desarrollaron el concepto de “cultura de la violación”. Según ONU Mujeres, aunque varíen los contextos, la banalización, normalización y justificación de las agresiones sexuales es omnipresente en el mundo. Se apoya en la creencia de que el poder es naturalmente masculino y las mujeres deben estar supeditadas a él y responsabiliza de los ataques que sufren a las propias víctimas, absolviendo a los hombres. Puede darse el caso de que se asuma la gravedad de la violación con penetración y se trivialicen otras formas de violencia como el acoso sexual, incluido el que se realiza por medios virtuales o en el entorno laboral.

No entendieron nada

La tarde del 20 de agosto, los titulares y comentarios de prensa generalista y deportiva normalizaban e incluso romantizaban ese beso forzado comparándolo con un acto de amor o con un gesto simpático, con titulares como: “¡La celebración más amorosa de Rubiales con Jenni Hermoso”, “El efusivo beso en la boca de Rubiales a Jenni Hermoso” y “Rubiales repitió el beso de Casillas a Carbonero… ¡con Jenni Hermoso!”, entre otros. También hubo informaciones en las televisiones en las que se trasladó el beso de Rubiales como un suceso “simpático” y, banalizando el hecho, lo explicaron como fruto del entusiasmo o lo equipararon con el resto de los gestos de celebración. Incluso se puso a Hermoso como parte activa del hecho. En ningún momento se tuvo en cuenta el carácter físicamente forzado de la escena ni que Rubiales era un superior de Hermoso, lo que implicaría abuso de poder.

Cuando se difundió la reacción de Hermoso en el directo para redes sociales en el vestuario, tampoco se interpretó correctamente. En medio de la celebración general, preguntaron a la futbolista y ella respondió: “No me gustó”, y a una nueva pregunta: “Pero ¿qué hago yo?”. Cualquiera que haya leído un poco sobre la violencia sexual sabrá que ante una agresión las reacciones de la víctima pueden ser múltiples e imprevisibles. No hay una reacción modélica. Es muy habitual, sobre todo en casos como este, que hasta hace poco eran considerados como abusos o tocamientos, que la víctima se sienta desconcertada e intente evitar la condena social que, sin duda, caería sobre ella si se indignase.

No se tuvo en cuenta el carácter físicamente forzado de la escena ni que Rubiales era un superior de Hermoso

Así pues, es normal que la víctima minimice el hecho, disimulando como si no hubiera pasado nada grave, tomándolo como una broma, escondiendo su malestar. Y es que habitualmente, cuando se producen estos tocamientos o agresiones, la que tiene todas las de perder si alza la voz es la víctima, a la que se suele acusar de exagerar y sacar las cosas de quicio. “¿Qué hago yo si este hombre me besa delante de todo el mundo como si fuera una broma que yo tuviera que aceptar? ¿Monto un número en público?”, parecía preguntarse Jenni Hermoso, como se han preguntado centenares de miles de mujeres en situaciones similares. Estamos hablando de una agresión producida ante las cámaras. Normalmente no es así. Una cosa que sí tienen en común casi todas las víctimas es que no se las cree, que se cuestiona su versión o se las acusa directamente de mentir, de maldad, de buscar compensaciones o directamente perjudicar al supuesto agresor.

La cobertura inicial de la mayoría de los medios españoles replicó un mecanismo básico de perpetuación de la agresividad sexual masculina: se banaliza el hecho, se normaliza, se exculpa al agresor hablando de simpatía, efusividad, falta de mala intención, cariño o incluso enajenación momentánea…, a la vez que se pone la responsabilidad en la víctima: ella provoca, ella consiente, ella acusa en falso. Pero la versión complaciente se encontró con dos piedras de toque: la reacción de la ciudadanía a través de las redes sociales y la cobertura que, al mismo tiempo, empezaron a hacer medios extranjeros.

La prensa internacional sí abordó la cuestión de la forma correcta desde el primer momento. L’Équipe titulaba: “Le patrón de la Fédération espagnole embrasse de forcé une joueuse sur la bouche après la finale” [“El presidente de la Federación Española besa con fuerza en la boca a una jugadora tras la final”]. Más duro era The Guardian: “Spanish football president’s kiss sparks outrage after Women’s World Cup Final” [“El beso del presidente del fútbol español provoca indignación tras la final del Mundial femenino”].

The New York Times subrayaba la indignación general: “Kiss After Spains’s World Cup Win Prompts Many to Cry Foul… an unpleasant reminder to many of the sexism that has plagued women’s soccer” [“El beso después de la victoria de España en la Copa del Mundo hace que muchos se quejen... un desagradable recordatorio para muchos del sexismo que ha plagado el fútbol femenino”].

Otros ejemplos los encontramos en The Sun: “Kiss ‘n hell. Spanish FA president slammed for ‘grabbing and kissing’ Women’s World Cup star as she says ‘I did not enjoy that” [“Beso e infierno. El presidente de la Federación Española de Fútbol fue criticado por ‘agarrar y besar’ a la estrella de la Copa Mundial Femenina y ella dijo: ‘No lo disfruté’”] y en Daily Star: “Spanish FA creep Luis Rubiales who Kissed World Cup winner was accused of hosting orgies” [“Luis Rubiales, el presidente de la Federación Española que besó a la ganadora de la Copa del Mundo, fue acusado de organizar orgías”], etc.

La prensa internacional sí abordó la cuestión de la forma correcta desde el primer momento

Poco a poco, se fue cambiando el discurso y los compañeros y compañeras actuaron en consecuencia a lo que realmente estaba ocurriendo. Apareció entonces otro de los males mediáticos que ponen en riesgo la esencia de nuestra profesión: la espectacularización, unida a una nueva oleada de revictimación de Jennifer Hermoso. Se puso el foco en ella mediante falsedades y el uso poco ético de vídeos privados, siguiendo la estrategia de la propia RFEF de cuestionar a la jugadora para exculpar a su presidente. Así fue con el vídeo que el propio Rubiales grabó en una escala del vuelo hacia Madrid y en el que pedía disculpas, porque no le quedaba otro remedio, pero insistiendo en que la propia Hermoso había estado de acuerdo con aquel beso.

Mención aparte merece el comunicado escrito que la RFEF difundió después, un intento de manipulación a los periodistas y de burla a la ciudadanía por parte del departamento de Comunicación de la Federación y del propio Luis Rubiales. El hecho de que el entrecomillado de las supuestas declaraciones en las que Jenni Hermoso exculpaba a Rubiales fuera completamente inventado es un acto sin precedentes (o, afortunadamente, con muy pocos), contrario a la base de la deontología profesional, y que genera una cadena de mensajes que contraviene el derecho a una información veraz de la ciudadanía recogido en el artículo 20 de la Constitución.

Ambos contenidos -vídeo y comunicado- sirvieron a algunos en las redacciones para dar por zanjado el asunto: Rubiales se había disculpado y Hermoso reconocía que el beso era consentido y no había problema alguno. Solo con un poco de oficio periodístico, ya que no de formación en igualdad, cabía poner en cuarentena ambos mensajes.

Imaginemos que el hecho se hubiera producido en otro contexto, en una entrega de premios de televisión, por ejemplo. Imaginemos que, en el escenario, en medio de los aplausos, el presidente de la cadena agarra a la presentadora estrella por la cabeza y le planta un beso en la boca. Imaginemos que luego ella dice que no le había gustado nada aquello. Imaginemos que la empresa emite después un comunicado explicando la amistad que une a directivo y presentadora desde hace años y quitando hierro al asunto. No hay que ser muy experto en relaciones laborales como para tener en cuenta la posibilidad de presiones de la cúpula empresarial a una trabajadora víctima de una agresión para exculpar a su directivo.

El periodismo y el pensamiento crítico

No hay cosa peor para un periodista que dejarse llevar por prejuicios o estereotipos. Informar sin haber pasado los hechos por el tamiz del análisis y el pensamiento crítico, sin poner en cuestión la información oficial o impuesta por los arquetipos culturales; informar sin buscar y ofrecer contexto… Informar así, simplemente, no es informar. Hubo profesionales que se dejaron llevar por ese espacio de confort intelectual que suponen los propios sesgos, en este caso, machistas. Hubo disculpas públicas. Juanma Castaño pidió perdón por haber reído ante las palabras de Rubiales en una entrevista en El Partidazo de la COPE: “No hagamos caso de los idiotas y de los estúpidos. No estamos para gilipolleces. No me comentéis cosas de ‘pringaos’ que no saben ver lo positivo”, había dicho el presidente de la RFEF. También Manolo Lama se disculpó por quitarle importancia en directo a los hechos y hablar de forma despectiva: “Yo creo que las que se cabrean es porque nunca les han dado un beso a ellas”.

Bienvenidas las disculpas y son de agradecer, pero mejor aún es no cometer el error y hacer bien el trabajo desde un primer momento. Las implicaciones éticas de estas coberturas periodísticas tendrán que analizarse por personas expertas con tiempo y profundidad. También la mezcla de información y opinión que fue tan abundante en este caso. ¿Qué habríamos pensado si se hablara de esa manera de comportamientos racistas? El sexismo patente en el caso Rubiales es lo que hizo que su repercusión internacional fuera tan explosiva, al igual que también lo han sido los insultos racistas contra Vinicius en el fútbol español. Las condenas han llegado hasta la ONU.

No obstante, fue el mismo Rubiales el que con sus sucesivas declaraciones y actos volvió a encender una y otra vez la polémica, la indignación popular y el rechazo de gran parte del mundo deportivo dentro y fuera de nuestras fronteras. Cuando Alexia Putellas lanzó el hashtag #SeAcabó, el caso Rubiales se transformó en un órdago al sexismo y al abuso de poder en el deporte y en otros ámbitos de la sociedad.

En esos momentos, con Rubiales ya suspendido por la FIFA, presenciamos un maremágnum aliñado con mucho de espectáculo en el que algunos despertaban por fin a la posibilidad de la culpabilidad del presidente de la RFEF, se denunciaba una persecución ad hominem o se daba categoría de noticia de directo a elementos como el encierro de la madre del directivo en huelga de hambre en una iglesia. De igual manera, hubo morbo y culpabilización de Jennifer Hermoso, cuyo mayor exponente fue la portada del diario AS del 24 de agosto, en la que se la responsabilizaba de “dejar caer” a Rubiales y que provocó la dimisión indignada del periodista J.A. de la Rosa. Y también la cuestionable difusión de vídeos de las celebraciones de las jugadoras, que, supuestamente, demostraban algo. Esta estrategia obedece a la típica reacción del “no te creo” y del “es una bruja”, de culpabilizar a la víctima, el origen del círculo perfecto de la cultura de la violación.

Con el paso de los días, de hecho, fueron publicándose informaciones sobre las presiones que habían sufrido y estaban sufriendo la jugadora y su entorno. Dichas presiones formarían parte de la estrategia de la RFEF antes citada, puesta de manifiesto desde la manipulación del primer comunicado y los intentos de que Hermoso apareciera en el primer vídeo junto a Rubiales, desveladas por la magnífica investigación de Relevo.

Fueron publicándose informaciones sobre las presiones que habían sufrido y estaban sufriendo la jugadora y su entorno

Asimismo, y como parte de las malas prácticas de aquellos días, se repitió el mecanismo de referirse al varón por el apellido y a la mujer por el nombre de pila: Rubiales y Jenni. Un uso sexista del lenguaje que, según la profesora Eulalia Lledó, dispensa un trato no equitativo para mujeres y hombres. Lledó ha estudiado esta práctica en textos periodísticos de todo tipo, referidos a personajes políticos, protagonistas culturales, etc., de contenido correctamente igualitario o abiertamente sexistas.

La profesora Lledó recuerda que, “entre seres del mismo sexo, el uso del nombre indica informalidad y la utilización del apellido, respeto” e interpreta esta tendencia sistemática a llamar a los hombres por el apellido o nombre y apellido y a las mujeres por el nombre de pila o incluso por diminutivos como un sesgo sexista familiarizador, minimizador y empequeñecedor. Además, no se puede dar como explicación que Jenni sea el nombre por el que se la conoce deportivamente. Ella se llama Jennifer y el nombre que aparece en su camiseta es J. Hermoso.

Especialmente en este caso, era importante aportar diversas capas de contexto. Hablamos de conocer el perfil del supuesto acosador, con el repaso a los escándalos y las polémicas protagonizadas por Luis Rubiales en su tiempo de mandato: desde la organización de la Supercopa de España en Arabia Saudí y las negociaciones con Gerard Piqué hasta acusaciones de espionaje o de fiestas con “chicas jóvenes”.

Hablamos de contexto informando sobre la estructura de poder de la Federación de Fútbol y la falta de control efectivo sobre ella de otras organizaciones estatales. Una información que permitiría comprender el estilo chulesco y desafiante desplegado por Rubiales en sus declaraciones públicas y, sobre todo, lo sucedido en la Asamblea de la Federación del 25 de agosto.

Hablamos también de investigar y explicar en profundidad tanto el plante de las jugadoras de la selección española en 2022 como sus reivindicaciones del momento. Hablamos también de un trabajo de más largo recorrido: la investigación de la extensión del acoso sexual en el deporte practicado por mujeres. Como siempre, ese contexto es importante, pero en este caso explicaría, como hemos dicho, el modo de comportarse de Luis Rubiales, las actuaciones o falta de ellas de la Federación y las sucesivas reacciones de las internacionales de nuestro fútbol. Muchos medios realizaron este ejercicio de periodismo. Otros, no.

La igualdad y el periodismo deportivo

Cuando se habla de periodismo e igualdad de trato a mujeres y hombres, es fácil recurrir al periodismo deportivo como reducto recalcitrante del sexismo. Es demasiado fácil y es injusto. Por un lado, poniendo la carga del sexismo en la información deportiva, parece que quienes escriben sobre política, economía, cultura o sanidad quedan libres de sospecha, con la tranquilidad de que nadie va a señalar que lleven a cabo prácticas sesgadas por el machismo de toda la vida. Por otro lado, en los últimos años hay evidentes esfuerzos tanto de profesionales concretos como de medios de comunicación por ofrecer una información deportiva más igualitaria.

¡Ay! Resulta que vivimos en una sociedad que durante siglos y siglos ha sido machista, trabajamos en unos medios que se han construido a partir de esa sociedad y con agendas, miradas, voces de autoridad y decisiones editoriales visiblemente androcéntricas. Nadie -ni siquiera la que esto firma- está exento de caer en las redes de los sesgos inconscientes: ni hombres ni mujeres de la profesión, ni jóvenes ni veteranos. Por eso hay que estar activamente alerta como profesionales para que ni nuestra propia mochila ni la inercia del entorno “nos la cuelen” más veces.

En los últimos años hay evidentes esfuerzos por ofrecer una información deportiva más igualitaria

Las redacciones de deportes son las que más masculinizadas permanecen, tanto en su base como en las jefaturas. Pero es que, además, como recuerda Clara Sáinz de Baranda, vicepresidenta de la Asociación de Mujeres en el Deporte Profesional (AMDP), el ámbito deportivo es especialmente patriarcal, con una incorporación tardía, lenta y desigual de las mujeres, con estructuras de poder abrumadoramente dominadas por los varones: “Cuando tienes que informar sobre el ámbito deportivo, que es sexista por lo general, las propias fuentes, las federaciones, los clubes, ya sean nacionales e internacionales, muestran diferencias significativas de género, propician desigualdades entre hombres y mujeres. Y esto se refleja en las informaciones”.

Por supuesto, hay que desterrar de nuestras informaciones la cosificación que a menudo seguimos viendo respecto a las mujeres deportistas. El #SeAcabó de Putellas también debemos aplicarlo a los comentarios que seguimos encontrándonos sobre el aspecto físico de las deportistas, su belleza, altura, figura, etc. Ellas mismas han llegado a plantarse ante equipaciones oficiales que tendían a resaltar sus formas para que resultaran “atractivas” a un público masculino más que a permitir una práctica operativa del deporte en cuestión. Y el periodismo ha seguido a veces ese juego de convertir el deporte femenino en un espectáculo sexualizado. A vueltas de nuevo con el lenguaje, debemos evitar prácticas como la antes citada de mencionarlas con el nombre de pila o con expresiones como “las chicas de…”, “las niñas del balonmano”, etc.

Clara Sáinz de Baranda es además directora del Instituto de Estudios de Género y profesora de la Universidad Carlos III de Madrid y lleva años analizando las informaciones deportivas, en las que ahora ve luces y sombras. Solo a partir de 2017 comprobó que se informaba de forma constante sobre la Liga Femenina de Fútbol, una cobertura que ha ido en aumento, pero que ha supuesto una disminución de la presencia de otras deportistas, como las nadadoras o las tenistas. “En general, ha mejorado la información deportiva respecto al lenguaje y las imágenes. Vemos en las fotografías mujeres activas, como deportistas y no como elementos decorativos. Aun así, todavía existen muchas informaciones sexistas”, explica, y aboga por una mayor y mejor formación con perspectiva de género en las facultades de Periodismo, así como en los cursos de técnicos, arbitraje, etc.

El periodismo ha seguido a veces ese juego de convertir el deporte femenino en un espectáculo sexualizado

Otro elemento para tener en cuenta es la diversidad de las voces en las retransmisiones de eventos deportivos. Hasta ahora, las comentaristas se veían encasilladas en las modalidades femeninas en un extraño “las chicas hablan de las chicas y los chicos hablan de los chicos”. ¿Qué diferencia hay en que sea una mujer o un hombre quien comente un partido si sabe de lo que está hablando? La normalización de la presencia de mujeres comentaristas en nuestras radios y televisiones es todavía una asignatura pendiente. Ellas han tenido que soportar comentarios ofensivos en redes sociales incluso en la retrasmisión de partidos de la selección absoluta femenina de fútbol, verdaderas oleadas de misoginia que lanzan mensajes tan sesudos como “no soporto esta voz de pito”, “¿qué pinta aquí esta loca?” o “que alguien le diga a esta tipa que nuestro equipo es España”. Imaginemos el nivel de los ataques online si ellas comentaran un partido de la liga masculina. Hasta que hombres y mujeres puedan comentar eventos deportivos solo por su profesionalidad, independientemente de si la modalidad es femenina o masculina, poco podremos hablar de igualdad en el periodismo deportivo.

Respecto al tratamiento del deporte “femenino” en general, en los últimos años se ha señalado hasta la saciedad la evidente discriminación que sufrían en las portadas de los periódicos deportivos o en los minutados de los informativos de televisión los logros de las deportistas frente a los de sus compañeros varones. Hay tantos ejemplos como arena en una playa. Abrir una primera página con una información con soporte gráfico sobre el supuesto estado de ánimo de un futbolista estrella y dejar la victoria de Carolina Marín en un campeonato para un suelto en la esquina inferior derecha es solo uno de ellos. No nos vale, o no solo, la explicación de que el fútbol masculino es el rey y que la misma discriminación la padecen los varones que practican otros deportes. Tampoco nos vale la excusa de que el deporte practicado por mujeres no interesa al público.

Se ha demostrado hasta la saciedad que, cuando el desempeño deportivo es emocionante y de calidad, es indiferente el sexo de quien lo practica. El ejemplo más evidente son los Juegos Olímpicos y aún ahí se informa sobre ellas en espacios menos relevantes que sobre sus compañeros varones. Son estallidos de luz que se difuminan después de nuevo en la noche. El público se entusiasma cuando nuestra selección de balonmano sube al podio, pero, durante los siguientes cuatro años, parecería que se la ha tragado la tierra.

Igualmente, los medios de comunicación también tenemos una responsabilidad en la equidad deportiva más allá de los niveles de las mediciones de audiencias e intereses comerciales. Se ha demostrado, tanto en deportes practicados por mujeres como en modalidades masculinas, que la afición del público se crea precisamente por el conocimiento. Transmitir las pruebas o los encuentros es el primer paso para generar seguimiento, afición y, más adelante, el indispensable interés de las empresas patrocinadoras por respaldar a profesionales y equipos.

Transmitir las pruebas o los encuentros es el primer paso para generar seguimiento

La recientemente aprobada Ley General de Comunicación Audiovisual ha incluido la obligatoriedad de emitir en abierto competiciones de modalidades femeninas, con un catálogo en el que entraban el fútbol, baloncesto, balonmano o tenis como emisiones de interés general. Teledeporte y otras plataformas de RTVE son la punta de lanza en emisiones en abierto de esas y otras modalidades deportivas, siguiendo su tradicional interés por el atletismo o la gimnasia rítmica.

Asimismo, se está incrementando el interés de las plataformas privadas por ofrecer encuentros de competiciones internacionales, como demuestran las últimas compras de DAZN, y más amplio, como el canal de deporte femenino Ellas de Movistar Plus+, que salta también a deportes como el golf o el rugbi. Pero todavía queda mucho camino por recorrer. Seguir una liga doméstica es prácticamente tarea titánica, incluso si hablamos de la Liga F, la supuestamente más atractiva, con jornadas repartidas por una diversidad de canales y plataformas casi imposible de seguir.

¿Y la información sobre esas competiciones? El objetivo final sería la paridad en la información, por supuesto; si bien, hasta que llegue, debemos acompañar la profesionalización de algunos deportes con nuestra propia profesionalidad informando con la vista puesta en la paridad y en la calidad deportiva de las competiciones. Seamos periodistas, sin sesgos.

 

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