27/12/2024

Una de las coberturas más peligrosas y mortales en la historia reciente

Los periodistas en Gaza y el Líbano: entre el riesgo mortal y la lucha por la verdad

ethel Bonet

Escrito por Ethel Bonet

La cobertura informativa de los conflictos en Gaza y el Líbano se ha convertido en una de las más peligrosas y mortales para los periodistas en la historia reciente. Desde el comienzo de los enfrentamientos en octubre de 2023, más de 120 periodistas han perdido la vida, principalmente en Gaza, en lo que se considera un ataque directo a la libertad de prensa. La violencia dirigida específicamente a los trabajadores de los medios de comunicación, los continuos ataques a las infraestructuras de prensa y las restricciones impuestas a los reporteros internacionales son solo algunos de los muchos desafíos que enfrentan. El sur del Líbano también se ha convertido en un campo de batalla, con al menos ocho periodistas asesinados mientras cubrían los enfrentamientos en la frontera con Israel.

 

* ETHEL BONET

Beirut.- A pesar de las garantías del derecho internacional humanitario, que promete la protección de los civiles, incluidos los periodistas, en tiempos de guerra, las evidencias sugieren que los reporteros en Gaza y el Líbano están siendo atacados de manera deliberada. Numerosos periodistas, incluso aquellos que portaban chalecos antibalas y cascos con la palabra “prensa”, han sido objetivos de ataques aéreos y bombardeos.

Entre los testimonios de periodistas que han trabajado en la región, destaca el de Ahmed Zaki, corresponsal en Gaza para varios medios internacionales, quien ha sido testigo de primera mano de la devastación que ha sufrido la Franja desde el inicio de los bombardeos. Zaki recuerda cómo en las primeras semanas del conflicto las comunicaciones fueron cortadas y los hospitales desbordados, lo que dificultaba enormemente la labor periodística. “Nunca habíamos vivido algo así. Los equipos de prensa son atacados sistemáticamente, como si fuéramos un objetivo más en el conflicto”, comenta. La violencia no solo ha sido física, sino también psicológica, ya que muchos periodistas han tenido que lidiar con la constante amenaza de ser alcanzados por misiles o balas perdidas. “Te acostumbras a escuchar el sonido de los bombardeos, pero nunca dejas de pensar si ese será el que te toque a ti”, añade Zaki.

Los periodistas no solo enfrentan la amenaza de los ataques, sino también la falta de recursos básicos que les permitan compartir sus informaciones con el mundo

En el Líbano, la situación no es menos dramática. La frontera sur del país ha sido escenario de intensos enfrentamientos entre las fuerzas israelíes y las milicias de Hezbolá, lo que ha llevado a varios periodistas a arriesgar sus vidas para reportar desde una zona que ha sido históricamente un punto caliente en el conflicto árabe-israelí.

El 13 de octubre de 2023, el periodista de vídeo de Reuters Issam Abdallah murió en un ataque israelí en el sur del Líbano mientras estaba trasmitiendo imágenes de vídeo a las emisoras. Otros seis periodistas, incluidos los de Al Jazeera, Agence France-Presse (AFP) y Reuters, resultaron heridos en el mismo ataque cerca de la ciudad de Alma al-Shaab, a unos kilómetros de la frontera con Israel.

El asesinato de Abdallah conmocionó a toda la comunidad de periodistas locales e internacionales que trabajamos en el Líbano, y la investigación de su caso ha recibido el apoyo de organizaciones internacionales defensoras de los periodistas y los derechos humanos. Otros casos trágicos, menos mediáticos, han seguido ocurriendo, lo que pone de manifiesto la brutalidad con la que se ataca a los medios de comunicación. La muerte de periodistas como Farah Omar y Rabih Me’mari, reporteros de Al Mayadeen TV, asesinados el 21 de noviembre de 2023 en un ataque israelí en Tayr Harfa, es un ejemplo de ello. El 25 de octubre de 2024, un ataque aéreo israelí mató a tres periodistas en la ciudad de Hasbaiyaa, en el sur del Líbano: Ghassan Najjar, camarógrafo de Al Mayadeen Media Network; Mohammad Reda, ingeniero de radiodifusión, y Wissam Qassim, operador de cámara de Al Manar TV.

Este tipo de situaciones refleja el peligro constante que enfrentan los periodistas que cubren el conflicto en la región, y subraya la necesidad de una investigación internacional para que “estos asesinatos, considerados crímenes de guerra, no queden impunes”, como señala el periodista Jonathan Dagher, quien investiga junto con Reporteros Sin Fronteras los casos de asesinatos de periodistas libaneses a manos de Israel.

En Gaza, muchos periodistas reportan síntomas de estrés postraumático, debido a la constante exposición a la muerte, la destrucción y la desesperación humana

Otro de los mayores obstáculos para los periodistas que cubren Gaza y el Líbano es la restricción al acceso. Israel ha implementado políticas que limitan la entrada de periodistas internacionales a la Franja de Gaza, permitiendo únicamente la entrada de aquellos que se integren con las fuerzas militares israelíes. Esta medida ha sido criticada duramente por organizaciones de derechos humanos, que sostienen que el control sobre los reporteros limita la posibilidad de cubrir los hechos de manera imparcial e independiente. El acceso a la información, en este sentido, se convierte en un recurso controlado y restringido, lo que aumenta la dificultad para los periodistas de trabajar en el terreno de manera libre y objetiva.

Además de las restricciones de acceso, la infraestructura básica de Gaza ha quedado gravemente dañada durante los bombardeos, lo que ha provocado cortes de electricidad y de internet. La comunicación en tiempo real, una herramienta esencial para los periodistas de guerra, se ha vuelto casi imposible. La interrupción de las comunicaciones dificulta enormemente la labor informativa, ya que los periodistas no solo enfrentan la amenaza de los ataques, sino también la falta de recursos básicos que les permitan compartir sus informaciones con el mundo.

En medio de este panorama de restricciones, los periodistas se enfrentan a un doble desafío: el de informar sobre los hechos en un entorno extremadamente peligroso y el de luchar contra la censura que limita el acceso y la libertad de expresión. “Es difícil reportar la verdad cuando no se te permite estar allí para ver la realidad. La censura no solo afecta a los medios internacionales, sino también a los medios locales, que se ven obligados a adaptar su cobertura para no arriesgarse a ser atacados”, comenta Dagher, reflejando la complejidad del entorno en que los periodistas deben operar.

La labor periodística en conflictos bélicos tiene un alto coste emocional y psicológico, especialmente en una región como Gaza, donde los ataques son continuos y la violencia es una presencia constante. Los periodistas que cubren el conflicto en Gaza y el Líbano no solo enfrentan el riesgo físico de ser atacados, sino también la angustia emocional derivada de la exposición constante a la violencia

En Gaza, muchos periodistas reportan síntomas de estrés postraumático, debido a la constante exposición a la muerte, la destrucción y la desesperación humana. La pérdida de vidas humanas y el daño emocional causado por la violencia tienen un impacto significativo en la salud mental de los periodistas, quienes nos vemos obligados a seguir trabajando a pesar del dolor y sufrimiento.

Además de los ataques aéreos y enfrentamientos en el terreno, los periodistas también se ven sometidos a detenciones arbitrarias y amenazas constantes

El estrés postraumático es una de las batallas que el periodista enfrenta en una cobertura bélica, y casi ningún medio está dispuesto a invertir en la seguridad o el bienestar de sus reporteros. La precariedad laboral es tan arraigada en esta profesión que se extiende de la misma forma, sea en un país europeo o en este rincón del mundo árabe.

Además de los ataques aéreos y los enfrentamientos en el terreno, los periodistas también se han visto sometidos a detenciones arbitrarias y amenazas constantes. En Gaza, más de 70 periodistas palestinos han sido arrestados, según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), bajo acusaciones de colaborar con organizaciones terroristas. Estos cargos, que a menudo carecen de fundamento, son una forma de intimidación para evitar que los periodistas informen de manera objetiva sobre el conflicto.

En el Líbano, varios periodistas han sido heridos y amenazados mientras documentaban los ataques israelíes en los suburbios de Beirut. En la capital, nos dimos cuenta de que los mismos patrones que se habían observado en Gaza se repetirían en el Líbano. Tras el asesinato de Fouad Chokr, uno de los dirigentes de Hezbolá, el 30 de julio, en un ataque aéreo israelí en Dahieh (suburbios de Beirut), se desplegaron todos los dispositivos de control de prensa de Hezbolá. El acceso fue mínimo, y se impusieron cordones “policiales”, amenazas constantes si se apuntaba la cámara hacia lugares no deseados y múltiples detenciones. El camarógrafo de AFP, herido en el ataque que costó la vida a Abdallah (Reuters), fue puesto contra la pared, interrogado y su móvil, requisado. Un periodista libanés de NPR fue detenido e incomunicado durante más de seis horas, mientras que el fotógrafo de Paris Match fue arrestado cuando se acercaba al lugar de los hechos por no tener las credenciales necesarias.

El 3 de octubre, poco después de que un ataque israelí impactara en el corazón de Beirut, un grupo de periodistas holandeses que trabajaban para el grupo de comunicación VTM fueron agredidos, y uno de ellos sufrió una herida de bala a manos del grupo Amal, tras intentar acercarse al lugar del ataque, no identificarse, entrar en pánico e intentar huir. El 8 de octubre, cerca de Sidón, en el sur de Beirut, miembros del equipo de trabajo del informativo italiano Tg3 fueron atacados, según informó el canal Rai. El conductor local sufrió un infarto debido al susto y murió. El 9 de octubre un periodista del periódico alemán Bild fue detenido junto con su equipo poco después del asesinato de Hassan Nasrallah. Los arrestaron, esposaron y, con los ojos vendados, los sacaron de sus habitaciones del hotel.

El trabajo periodístico en zonas de conflicto siempre ha sido un desafío, pero para los periodistas freelances, que carecen del respaldo de medios grandes, la precariedad y la inseguridad aumentan exponencialmente. En el contexto de la guerra en Gaza y el Líbano, varios periodistas freelances han compartido sus experiencias, destacando tanto las dificultades logísticas como las amenazas a la libertad de prensa.

Helena Pelicano, periodista freelance en el Líbano, señala que trabajar en un país en guerra como este implica varios desafíos logísticos. A pesar de contar con el respaldo de dos medios españoles, Pelicano explica que, además de tener que adquirir su propio seguro médico y chaleco antibalas, la acreditación para cubrir el conflicto en el sur del Líbano es complicada. “El trabajo de la prensa sobre el terreno se ha complicado desde el inicio de la ofensiva israelí”, asegura. Asimismo, la obtención de permisos por parte de Hezbolá y las restricciones impuestas por las autoridades libanesas hacen que la labor de los periodistas internacionales sea aún más difícil.

El control se extiende incluso a los medios internacionales, que dependen de la versión oficial israelí; además, los freelances deben lidiar con la precariedad y la falta de apoyo

Por su parte, Mikel Ayestaran, periodista independiente, también subraya las tensiones que enfrentan los freelances, especialmente en Gaza, donde la censura es extrema. “Israel recurre a los dos métodos máximos de censura informativa: el asesinato de periodistas y el bloqueo al acceso de la prensa mundial”, afirma. Ayestaran describe cómo, a pesar de las facilidades para acceder a la parte israelí del conflicto, los periodistas en Gaza enfrentan un control informativo sin precedentes. El periodista explica que este control se extiende incluso a los medios internacionales, que dependen de la versión oficial israelí, mientras que, además, los freelances deben lidiar con la precariedad y la falta de apoyo.

Joan Cabasés Vega, otro periodista freelance que ha cubierto tanto el Líbano como Israel, también destaca cómo la precarización afecta a la calidad del periodismo. “La precarización de los periodistas freelances es también la precarización del periodismo”, señala, explicando que los freelances no solo enfrentan la falta de medios, sino que a menudo se ven obligados a cubrir conflictos sin contar con los recursos necesarios, como seguros médicos o equipo adecuado. La falta de compensación adecuada y la presión por producir contenido en medio de la guerra, agrega, contribuyen a una situación insostenible para los periodistas independientes.

En Gaza, la censura informativa alcanza niveles extremos. Janire Gómez Muñoz, freelance en Jerusalén, explica cómo la situación ha sido aún más grave en los últimos años, con Israel bloqueando el acceso de los periodistas internacionales a la Franja. “Llevamos más de un año con las manos atadas, sin ningún tipo de acceso libre a Gaza”, lamenta Gómez Muñoz, quien detalla cómo, a pesar de los esfuerzos por transmitir la verdad desde el exterior, la veracidad de su trabajo es constantemente puesta en duda. En Gaza, la violencia ha sido documentada por los periodistas locales, pero estos, como en el caso de otros reporteros, deben enfrentar una doble censura: la de Israel y la del propio público, que a menudo los acusa de parcialidad.

Para los periodistas freelances, la situación es aún más difícil. “No llegas a la autocensura, pero temes que tu proyecto de vida y de trabajo se desmorone por algo tan sencillo como una renovación”, comenta Gómez Muñoz sobre las presiones que enfrenta. En la Franja, los periodistas internacionales no solo tienen limitado su acceso, sino que también deben lidiar con las amenazas y el rechazo público. Hablar de la ocupación israelí o de la violencia contra los palestinos se ha convertido en un acto de resistencia, pero también en un riesgo personal.

Mikel Ayestaran también pone de relieve cómo las autoridades israelíes gestionan la información de manera que favorezca su narrativa. Los reporteros internacionales son invitados a participar en visitas guiadas por las fuerzas israelíes, mientras que aquellos que no se ajustan a la versión oficial enfrentan bloqueos, censura y el riesgo de ser tachados de propagandistas de Hamás. La manipulación del relato, explica Ayestaran, es una estrategia sistemática para controlar el flujo de información y mantener el control sobre la opinión pública.

En la Franja, los periodistas internacionales no solo tienen limitado su acceso, sino que también deben lidiar con las amenazas y el rechazo público

Una de las principales dificultades que enfrentan los periodistas freelances es el aislamiento. En muchos casos, no solo deben enfrentarse a la falta de acceso a las zonas de conflicto, sino también a la imposibilidad de recibir el apoyo logístico necesario. Joan Cabasés Vega describe cómo, en el sur del Líbano, las restricciones impuestas por Israel y Hezbolá hacen que los freelances no puedan acceder a las zonas más afectadas por los bombardeos. “Solo los reporteros de grandes medios pueden acceder a la zona de la mano de fixers, que pueden pedir un par de cientos de dólares por cada jornada”, señala. Esto crea un vacío en la cobertura de derechos humanos y dificulta la tarea de los periodistas freelances, que no cuentan con los recursos suficientes para pagar por estos servicios.

Además, el trabajo de los freelances a menudo se ve desvalorizado. Los medios no compensan adecuadamente el esfuerzo de desplazarse a zonas de conflicto, lo que significa que los periodistas no solo deben cubrir los costos de su propia seguridad, sino que tampoco reciben una remuneración justa por su trabajo. “Los freelances tienen que cubrir sus propios gastos, desde el transporte hasta el alojamiento, sin que los medios reconozcan este esfuerzo”, dice Cabasés Vega, quien lamenta que la precarización del trabajo periodístico sea vista como parte inevitable de la profesión.

A pesar de las dificultades, los periodistas freelances continúan luchando por mantener su independencia y contar las historias que de otro modo serían silenciadas. Sin embargo, como apunta Gómez Muñoz, esto se logra con grandes sacrificios. “Nosotros, como periodistas, no podemos basarnos solo en una fuente que no presenta pruebas”, subraya, aludiendo a la necesidad de verificar la información desde múltiples ángulos y de resistir la presión para que se adopten narrativas oficiales.

A lo largo de todas estas voces, se dibuja un panorama de precariedad y censura, en el que los periodistas luchan no solo contra las amenazas físicas del conflicto, sino también contra un entorno informativo cada vez más controlado. A pesar de ello, su trabajo sigue siendo crucial para proporcionar una visión más completa y matizada de los eventos en Gaza y el Líbano, donde el acceso a la verdad se estrecha cada vez más. La lucha por la libertad de información nunca ha sido tan crucial.

 

Bibliografía

  • Agenzia ANSA (8 de octubre de 2024). “Tg3 crew attacked in Lebanon, driver dies of heart attack”. ANSA English.
  • Belga News Agency (3 de octubre de 2024). “Belgian journalist and cameraman injured in Beirut”. Belga News Agency.
  • Bild (9 de octubre de 2024). “Paul Ronzheimer nach Festnahme wieder frei”. Bild.
  • Committee to Protect Journalists (29 de octubre de 2024). “Journalists face Israeli strikes, displacement, attacks as war escalates in Lebanon”. Committee to Protect Journalists.
  • International Federation Of Journalists (25 de octubre de 2024). “Lebanon: Nine journalists and media workers killed since the war started in Gaza”. International Federation Of Journalists.
  • The Brussels Times (3 de octubre de 2024). “Two Belgian journalists injured while reporting in Beirut”. The Brussels Times.
  • United Nations (1 de febrero de 2024). “Gaza: UN experts condemn killing and silencing of journalists” [nota de prensa].

Pie de foto: Reporteros fotografían a un niño refugiado palestino vestido como combatiente de Hamás, en Sidon (sur de Beirut), cerca del campamento palestino de Ain el Helwe. Foto: Ethel Bonet.

 

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