Carta a los lectores

De la precariedad y la salud mental de los periodistas a los efectos de la IA

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Escrito por José Francisco Serrano Oceja

Cuando estaba a punto de salir a la calle este nuevo número de Cuadernos de Periodistas, en la sede de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) presentamos el Informe Anual de la Profesión Periodística 2024, el más relevante informe sobre nuestra profesión que se publica en España, elaborado por la APM.

Por eso del, para nosotros, imperativo categórico de la actualidad, y para que no pase inadvertido a los lectores de este número lo que allí se dijo, me gustaría incidir en algunos resultados del Informe que afectan al contenido de este número de Cuadernos de Periodistas. Tal y como pude aclarar en la rueda de prensa de presentación del Informe Anual de la Profesión Periodística, sus contenidos se van desgranando a modo de propuestas en esta publicación. Se podría decir que hay una línea de continuidad y de interrelación entre el Informe, que describe la realidad, y Cuadernos, que propone un marco interpretativo y apunta vías de solución.

En este número de Cuadernos de Periodistas, nuestros principales bloques están destinados a analizar la “Cobertura informativa de un mundo en guerra”, con especial incidencia en las cuestiones referidas a la libertad de prensa. Los autores son Ethel Bonet, Alberto Rojas, Rosental Alves y Felipe Sahagún. Y también abordamos, desde la misma perspectiva, el “Plan de medios del Gobierno”, con colaboraciones de Isabel Fernández Alonso y Adriana Mutu.

Sin embargo, querría referirme al bloque de colaboraciones sobre salud mental en la profesión periodística, elaborado por Mar Cabra y Aldara Martitegui, y al dedicado a la inteligencia artificial (IA) y la automatización de tareas periodísticas, escrito por Juan Pablo Mateos, que vendrían a ser dos análisis íntimamente relacionados con los datos obtenidos en el Informe.

Tengamos en cuenta que en un año marcado por la polarización en los medios y las medidas aprobadas por el Gobierno para la llamada “regeneración democrática”, la precariedad laboral sigue siendo el mayor problema de la profesión. Una situación que se ve reflejada sobre todo en las jornadas laborales de los profesionales contratados que han respondido a la encuesta del Informe, que en más de la mitad de los casos superan con creces las 40 horas semanales marcadas por la ley, así como en los todavía bajos salarios que un buen porcentaje de periodistas perciben por su trabajo.

Asimismo, se mantiene, con alguna salvedad en medios digitales, la escasa incorporación de mujeres a puestos de responsabilidad en los medios informativos. Circunstancia que este año se empieza a vislumbrar en el mundo de la comunicación corporativa, en el que por primera vez en los últimos años la mujer pierde presencia en los cargos directivos, aunque todavía sigue manteniendo el protagonismo frente a los hombres.

No todo van a ser, incluso en serie histórica, noticias negativas. El paro en la profesión se reduce en un 4,8%, volviendo a cifras similares a las de 2022, y los matriculados en los estudios de Periodismo y Comunicación Audiovisual aumentan ligeramente. Además, disminuye el número de falsos autónomos, entre periodistas y comunicadores contratados; en ambos casos, en cuatro puntos con respecto a 2023.

La falta de libertad e independencia en los medios tiene mucho que ver con las presiones que reciben los periodistas a la hora de desempeñar su trabajo. Aunque este año disminuye ligeramente respecto del año anterior el número de quienes afirman haber recibido en alguna ocasión presión para cambiar una información, aumenta el de los que dicen haberse sentido así en múltiples ocasiones. Lo preocupante de ello, un año más, es que siguen siendo mayoritariamente los directivos del medio los que suelen ejercer dichas presiones y que estas normalmente responden a intereses de la empresa editora y también a intereses políticos.

Esta situación junto con la precariedad laboral comentada influye indudablemente en la salud mental de los profesionales. De hecho, la mayoría de los periodistas y comunicadores encuestados, en torno al 70%, consideran que ese es un problema grave o algo grave de la profesión. Y, en el caso particular del encuestado, alrededor de un 66% reconoce tener algún problema de salud mental en mayor o menor grado.

Sobre la inteligencia artificial, un 60% de los encuestados considera que la utilización de inteligencia artificial generativa (IAG), aquella que es capaz de generar contenidos e imágenes, debería restringirse más. De hecho, un 92% cree que favorece la desinformación y que, por tanto, sería conveniente avisar a la audiencia de su utilización. Aun así, el 85% le augura bastante futuro en periodismo y comunicación y considera que se consolidará como una herramienta recurrente dentro de las redacciones y empresas.

Se reduce la preocupación mostrada el año pasado por periodistas y comunicadores ante el desarrollo de esta herramienta y sus posibles consecuencias. No obstante, todavía la mitad muestra inquietud al respecto, pensando, sobre todo, que modificará sus funciones y tendrá que formarse para ello. En paralelo, crece la utilización de la IAG en los medios y departamentos de comunicación, sobre todo en estos últimos, aunque en la mayoría de los casos todavía se emplea de forma esporádica o experimental.

Los lectores también encontrarán en este número una interesante aportación sobre el periodismo y las amenazas híbridas, escrita por Federico Aznar Fernández-Montesinos, junto con dos aportaciones novedosas: una referida a cómo fundar un medio en 2024 y encontrar su lugar en un sector tan copado, por Emilio Doménech, y otra sobre cómo pueden iniciarse como freelances los jóvenes periodistas, por Cristina Puerta.

Además, les ofrecemos nuestras secciones habituales del “Consultorio Deontológico”, por Milagros P. Oliva; “Buena Prensa”, por Josu Mezo; las novedades editoriales del sector, y “Tendencias”, por Ismael Nafría.

Bienvenidos y bienvenidas.

 

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