¿Cuáles son los límites éticos a la hora de informar sobre una persona que se ha suicidado?
El suicidio es una materia estudiada y analizada desde hace muchos años por la sociología, el derecho y la psicología. La literatura al efecto es muy abundante. Existen asociaciones interesadas en el problema y dedicadas a su prevención que han formulado recomendaciones interesantes, las cuales los periodistas deben conocer y tener presentes y, asimismo, se deberían tratar en las facultades.
Un primer acercamiento al problema, aparentemente grosero, sería proponer que el suicidio debe ser tratado por los periodistas: bien, como mandan los códigos éticos. La abundancia de recomendaciones para tratar cuestiones delicadas o escabrosas puede generar más confusión que claridad. Multiplicar códigos éticos y recomendaciones específicas para informar sobre los accidentes de tráfico, el terrorismo, la violencia, la infancia, los mayores, las discapacidades… es una tentación de cada grupo interesado o afectado, aunque conviene encontrar y destacar patrones útiles para todas estas materias.
- Primer criterio: el suicidio no puede ser tabú, materia reservada sobre la que no hay que informar. Es un hecho real, que existe, que tiene explicaciones y que no puede ser ignorado. El ciudadano tiene derecho a saber. De manera que hay que informar del suicidio.
- Segundo criterio: la cuestión no es si informar o no hacerlo, sino cómo informar, empezando por la aplicación de los principios generales del código: veracidad, verificación, interés general, contexto, respeto a la intimidad… los expresados unas páginas antes.
- Tercer criterio: las informaciones de esta naturaleza tienen guardarraíles, balizas que hay que tener en cuenta. Por ejemplo: gestionar con prudencia las imágenes, evitar su reiteración innecesaria, huir del sensacionalismo y evitar caer en la tentación de explicar las causas o razones con escaso conocimiento, en base a testimonios más o menos cercanos pero poco fundados. Igualmente, se debe atender a los expertos en salud mental para utilizar el lenguaje más adecuado y preciso para evitar conclusiones apresuradas, exageradas.
Entre otras cuestiones, las asociaciones para la prevención del suicidio aconsejan “evitar la divulgación y detalles sobre los métodos, la ubicación, no incurrir en exageraciones y tener en cuenta a las familias”.
Como en tantos otros temas delicados, sensibles, este tipo de informaciones requiere reflexión por parte del periodista a la hora de redactar y editar la noticia. Para formar criterio, suele ser útil comentar con otros colegas cómo debe ser el tratamiento informativo de los suicidios. El problema no radica en informar, sino en cómo se hace.
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