Una persona, por el hecho de estar condenada, no pierde el derecho a expresarse y a que sus opiniones se tengan en cuenta. Este mensaje es especialmente importante, porque todo el sistema penal se articula sobre la posibilidad de rehabilitación. La finalidad de las penas no es la venganza social, sino la reinserción.
Con este planteamiento como punto de partida, podemos convenir que es admisible desde el punto de vista ético publicar entrevistas con asesinos y terroristas. Pero no a cualquiera, ni de cualquier forma. La casuística puede ser muy variada y siempre será una decisión de alto riesgo. Antes de adoptarla, habrá que ponderar bien las circunstancias del caso y los posibles efectos.
El primer elemento que se debe tener en cuenta es el interés informativo de la entrevista y de lo que el personaje pueda decir
El primer elemento que se debe tener en cuenta es el interés informativo de la entrevista y de lo que el personaje pueda decir. En este punto, hay que distinguir entre la criminalidad común y fenómenos como el terrorismo o el narcotráfico, que tienen obviamente una dimensión y un alcance mayor.
En el primer caso, si lo único que puede aportar la entrevista es satisfacer el morbo o la curiosidad del público ante un suceso que ha despertado la atención o ha creado conmoción social, no estaría justificado publicarla. Este sería el caso de asesinos psicópatas o criminales de otra índole, para quienes el hecho de acceder a ser entrevistado suele tener como finalidad satisfacer su deseo de notoriedad o de llamar la atención.
Sí que puede ser de interés informativo una entrevista a un miembro de una banda terrorista o de un cartel del narcotráfico, por las implicaciones que tienen sus organizaciones en la vida pública. Conocer su personalidad, sus motivaciones y su manera de proceder puede aportar información sobre esos fenómenos. No obstante, en este caso se ha de tener mucho cuidado y evitar que el tratamiento de la entrevista permita blanquear, banalizar o justificar las acciones terroristas o criminales.
Las organizaciones terroristas, como las del narcotráfico en algunos países, necesitan a los medios para afirmar su poder o para socializar el terror que practican. Es importante conocer sus estrategias de comunicación para evitar formar parte de ellas.
Si una vez evaluadas estas premisas se decide hacer la entrevista, el objetivo debe ser mostrar la realidad en toda su complejidad. Para ello es recomendable ofrecer el contexto, si es necesario con un tratamiento informativo previo en el que se enmarque al personaje y las razones de la entrevista. Hay que extremar la precaución para que, al tratarse de un hecho informativo excepcional, el periodista no se vea arrastrado a un planteamiento acrítico, justificativo o complaciente con la posición o la causa del entrevistado. Sobre todo, no debe permitirse que la entrevista se convierta en un acto de propaganda. El entrevistado debe ser tratado con el mismo rigor y ánimo de escrutinio que cualquier otro personaje, si bien con un plus de distancia, dada la materia de que se trata. Otro riesgo que se debe tener en cuenta a la hora de preparar la entrevista es la emocionalidad que puede suscitar, tanto en el público general como en las posibles víctimas. Es importante no usar su lenguaje, ni aceptar su marco mental.
Si la entrevista está bien hecha, ayudará a comprender mejor la realidad y puede aportar información valiosa sobre las motivaciones, pensamientos y formas de actuar de los grupos a los que represente. Pero se ha de tener cuidado con que el entrevistado no utilice al medio para desinformar o para cumplir sus objetivos, que en el caso de los terroristas suele ser la promoción de su causa o la socialización del terror.
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